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29/09/2016
Después de un agradable desayuno en los jardines del hotel, nos disponemos a empezar la ruta a la que llamamos de “El Padrino”, pues se visitan varias localizaciones de las películas de la saga.
Antes de abandonar Taormina, paramos en la estación de Giardini-Naxos.
En Fiumefreddo di Sicilia se encuentra el Castello degli Schiavi, pero un policía local del pueblo nos indica que actualmente es un restaurante y no está abierto al público.
Nos dirigimos, pues, a Forza d’Agrò.
Pasamos por la puerta Arco Durazzesco del S. XV para llegar a la iglesia de la Santa Trinitá.
En la plaza está el Bar Eden, en cuyo interior se rodó una escena ambientada en 1953.
Subimos al castillo, y a mitad de camino empieza a sonar a todo trapo el “Ave Maria” de Haendel por los altavoces de la plaza. Tras unos instantes en que no entendemos el motivo, y mirando el reloj, todo cobra sentido: Las 12 del mediodía. La hora del “Ángelus”.
Deambular por las calles casi desiertas a esa hora, el silencio tan sólo roto por esa maravillosa música, provoca una sensación de paz difícil de describir.
El castillo está cerrado, pero las vistas desde allí son muy bonitas.
Allí nos encontramos a un trío de napolitanos de la tercera edad que parecen estar siguiendo la misma ruta, ya que más tarde los volveremos a ver en Savoca, la siguiente parada.
Allí, en el Bar Vitelli, archifamosa localización de una de las escenas clave de El Padrino, nos tomamos unos deliciosos “granite”, espresso y cannoli.
Esta noche dormimosen un bonito B&B de las afueras de Mascalucia. Tenemos un apartamento con cocina, así que le pedimos a Matteo que nos indique cómo llegar al supermercado más cercano y nos compramos un paquete de “trofie”, entre otras delicias sicilianas, para prepararnos la cena.
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