Al día siguiente bien temprano un desayuno a la altura del lugar: un buffet pequeñito (pan, embutido, fruta...), con zumos naturales recién hechos y servidos en la mesa por el matrimonio (el de naranja, manzana y jengibre...), y unos pasteles caseros de chocolate fundente, y bizcocho de avellanas y zanahorias…
Tras conducir un buen rato por la A22 y pagar peaje en la Via del Brennero, atravesamos la Val di Fiemme por Via delle Dolomiti. Ya el paisaje empieza a convertirse en bosques de abetos enormes. Dejamos atrás Predazzo y el Pale di San Martino (nos hubiera gustado, habíamos leído muy buenas opiniones… para otra ocasión, junto a los Dolomitas de Trento).
Ya en el Valle de Fassa, llegamos a Moena y paramos a estirar las piernas después de hora y media de trayecto en Via San Marco, en la iglesia de San Vigilio y su cementerio. Aquí mismo aparcamos. Hay un parque enorme justo enfrente, de pago, y un paisaje maravilloso.
Por detrás de la iglesia bajamos caminando al pueblo; es un paseo agradable. De vuelta al coche, nos tomamos un refresco al final de Via di Ischia, donde hay otro parque detrás del bar-cafetería. Está indicado como Bar-minigolf-billar. Aprovechamos para usar la wifi, entrar al baño y jugar un rato. ¡Hay que mantener el espíritu contento, porque después toca caminata! Estos parques rodeados de naturaleza son tan diferentes a los nuestros urbanos... y poder revolcarse por el césped...
Seguimos avanzando por el valle por Strada delle Dolomiti (¡qué mal pronunciaba nuestro GPS "delle"!). Nuestra siguiente parada es en Soraga, donde el agua del Lago di Soraga tiene un color casi irreal. Detrás de la Chiesa Santissimi Pietro e Paolo, con su campanario de bulbo rojo, a la derecha, hay otro parque infantil, en Strada de Lgejia.
Unas vistas fantásticas de las montañas y ganas de quedarse eternamente contemplándolas. Ya empezábamos a adivinar (o a suponer) las formas de las montañas que nos acompañarían a diario: el Grupo del Catinaccio/Rosengarten, las Torres de Vajolet, el Grupo del Sella...
VAL SEN NICOLÓ
En Pozza di Fassa cogemos el desvío a la derecha por la Strada de Meida. La idea era pasar el Camping Vidor y la Malga al Crocifisso para llegar al aparcamiento de pago en Saúsh (se puede aparcar al lado de la malga, en la ermita, pero es bastante camino hasta el inicio de la ruta). Pero a la altura del Camping Vidor encontramos la carretera cortada por la celebración de la “Festa da Mont”, por lo que cogemos un bus que sale enfrente de “La Soldanella” y nos lleva hasta el aparcamiento de Saúsh.
En esta zona teníamos varias opciones para hacer: 1) ir hasta el Rifugio S. Nicolò (unas 2 horas, 3'6 km aproximados) o 2) llegarnos hasta el lago Lagusel (Lech Lauscel) y a la Baita alle Cascata, siguiendo las sendas 640 y 641, donde queríamos comer (hora y media, más o menos). El mapa tomado de www.xanquete22.com era nuestro referente:
Esta ruta consistía en andar por la Strada dei Rusci. En la señal 640 bajar al Lagusel, seguir hasta el cruce con la 641 y andar hasta la Strada dei Rusci de nuevo, hasta la Baita alle cascate. Después de tanto estudiar el mapa en casa con sus distintas opciones, no nos dio tiempo a llegar al lago ni de seguir las indicaciones tal y como las llevábamos.
Escogimos caminar por la vía principal (y no por la de los rusos, que es paralela a esta) por el ambiente festivo que había: mucha gente de todas las edades, puestos de comida y bebida, juegos, tirolinas gigantes… Hay varias malgas/alm y baitas repartidas en la falda de la montaña; una de las más conocidas, al pie del camino, es la Baita Ciampié. Aquí la gente disfruta el momento y es frecuente hacer rutas que van de refugio a refugio.
El cielo cada vez amenaza más con descargar la negrura que lleva; la cascada empieza a verse a lo lejos, abriéndose paso débilmente entre los árboles.
Nos cruzamos con un grupo de cabras y sus pastores.
Tras hora y media de paseo sencillo, llegamos a la baita y al poco se pone a llover, por lo que comemos viendo la cascada desde la ventana y sus cortinitas de cuadritos rojos. Probamos la famosa polenta, en este caso, Col Imbert, con champiñones, queso y carne, un plato para dos más que suficiente, y una gulaschsüppe riquísima.
El camino de vuelta lo hacemos en 45 minutos, aprovechando que el niño duerme a la espalda. Paramos en Canazei a comprar algunas cosillas en el supermercado que hay en la carretera principal y llegamos al Garní Princess (Via di Treve, 12) en Penia di Canazei. Después de hacer la entrada y dejar la fianza (el último día nos la devolvieron sin pasar a revisar el apartamento) nos vamos directos a estrenar la piscina, mientras afuera vuelve a llover y hay tormenta. Son bastante estrictos para el uso, en el sentido de que hay que dejar las cosas en los vestuarios, llevar gorro de natación y "desinfectarse" los pies en un grifito antes de entrar; y el horario solo hasta las 20.00 y sábados cerrados. La carita de felicidad de nuestro niño tirándose con sus manguitos gritando "a toda mecha" (Patrulla Canina) no se paga con nada . Nosotros aprovechamos también para nadar un poco y relajarnos, por turnos, en la pequeña sauna y baño turco que están en la habitación de al lado, con sala de relax e infusiones incluidas. Otros días, después de cenar, si todavía había batería, pasábamos un rato en la sala de juegos (cuando no estaba la monitora pedíamos la llave en recepción) o en los columpios exteriores, que estaban justo al lado de nuestro apartamento en la planta baja. Aquí es donde estábamos reunidas las familias con niños pequeños, me imagino que por tenerlos un poco aislados del resto de clientes.
Tras conducir un buen rato por la A22 y pagar peaje en la Via del Brennero, atravesamos la Val di Fiemme por Via delle Dolomiti. Ya el paisaje empieza a convertirse en bosques de abetos enormes. Dejamos atrás Predazzo y el Pale di San Martino (nos hubiera gustado, habíamos leído muy buenas opiniones… para otra ocasión, junto a los Dolomitas de Trento).
Ya en el Valle de Fassa, llegamos a Moena y paramos a estirar las piernas después de hora y media de trayecto en Via San Marco, en la iglesia de San Vigilio y su cementerio. Aquí mismo aparcamos. Hay un parque enorme justo enfrente, de pago, y un paisaje maravilloso.
Por detrás de la iglesia bajamos caminando al pueblo; es un paseo agradable. De vuelta al coche, nos tomamos un refresco al final de Via di Ischia, donde hay otro parque detrás del bar-cafetería. Está indicado como Bar-minigolf-billar. Aprovechamos para usar la wifi, entrar al baño y jugar un rato. ¡Hay que mantener el espíritu contento, porque después toca caminata! Estos parques rodeados de naturaleza son tan diferentes a los nuestros urbanos... y poder revolcarse por el césped...
Seguimos avanzando por el valle por Strada delle Dolomiti (¡qué mal pronunciaba nuestro GPS "delle"!). Nuestra siguiente parada es en Soraga, donde el agua del Lago di Soraga tiene un color casi irreal. Detrás de la Chiesa Santissimi Pietro e Paolo, con su campanario de bulbo rojo, a la derecha, hay otro parque infantil, en Strada de Lgejia.
Unas vistas fantásticas de las montañas y ganas de quedarse eternamente contemplándolas. Ya empezábamos a adivinar (o a suponer) las formas de las montañas que nos acompañarían a diario: el Grupo del Catinaccio/Rosengarten, las Torres de Vajolet, el Grupo del Sella...
VAL SEN NICOLÓ
En Pozza di Fassa cogemos el desvío a la derecha por la Strada de Meida. La idea era pasar el Camping Vidor y la Malga al Crocifisso para llegar al aparcamiento de pago en Saúsh (se puede aparcar al lado de la malga, en la ermita, pero es bastante camino hasta el inicio de la ruta). Pero a la altura del Camping Vidor encontramos la carretera cortada por la celebración de la “Festa da Mont”, por lo que cogemos un bus que sale enfrente de “La Soldanella” y nos lleva hasta el aparcamiento de Saúsh.
En esta zona teníamos varias opciones para hacer: 1) ir hasta el Rifugio S. Nicolò (unas 2 horas, 3'6 km aproximados) o 2) llegarnos hasta el lago Lagusel (Lech Lauscel) y a la Baita alle Cascata, siguiendo las sendas 640 y 641, donde queríamos comer (hora y media, más o menos). El mapa tomado de www.xanquete22.com era nuestro referente:
Esta ruta consistía en andar por la Strada dei Rusci. En la señal 640 bajar al Lagusel, seguir hasta el cruce con la 641 y andar hasta la Strada dei Rusci de nuevo, hasta la Baita alle cascate. Después de tanto estudiar el mapa en casa con sus distintas opciones, no nos dio tiempo a llegar al lago ni de seguir las indicaciones tal y como las llevábamos.
Escogimos caminar por la vía principal (y no por la de los rusos, que es paralela a esta) por el ambiente festivo que había: mucha gente de todas las edades, puestos de comida y bebida, juegos, tirolinas gigantes… Hay varias malgas/alm y baitas repartidas en la falda de la montaña; una de las más conocidas, al pie del camino, es la Baita Ciampié. Aquí la gente disfruta el momento y es frecuente hacer rutas que van de refugio a refugio.
El cielo cada vez amenaza más con descargar la negrura que lleva; la cascada empieza a verse a lo lejos, abriéndose paso débilmente entre los árboles.
Nos cruzamos con un grupo de cabras y sus pastores.
Tras hora y media de paseo sencillo, llegamos a la baita y al poco se pone a llover, por lo que comemos viendo la cascada desde la ventana y sus cortinitas de cuadritos rojos. Probamos la famosa polenta, en este caso, Col Imbert, con champiñones, queso y carne, un plato para dos más que suficiente, y una gulaschsüppe riquísima.
El camino de vuelta lo hacemos en 45 minutos, aprovechando que el niño duerme a la espalda. Paramos en Canazei a comprar algunas cosillas en el supermercado que hay en la carretera principal y llegamos al Garní Princess (Via di Treve, 12) en Penia di Canazei. Después de hacer la entrada y dejar la fianza (el último día nos la devolvieron sin pasar a revisar el apartamento) nos vamos directos a estrenar la piscina, mientras afuera vuelve a llover y hay tormenta. Son bastante estrictos para el uso, en el sentido de que hay que dejar las cosas en los vestuarios, llevar gorro de natación y "desinfectarse" los pies en un grifito antes de entrar; y el horario solo hasta las 20.00 y sábados cerrados. La carita de felicidad de nuestro niño tirándose con sus manguitos gritando "a toda mecha" (Patrulla Canina) no se paga con nada . Nosotros aprovechamos también para nadar un poco y relajarnos, por turnos, en la pequeña sauna y baño turco que están en la habitación de al lado, con sala de relax e infusiones incluidas. Otros días, después de cenar, si todavía había batería, pasábamos un rato en la sala de juegos (cuando no estaba la monitora pedíamos la llave en recepción) o en los columpios exteriores, que estaban justo al lado de nuestro apartamento en la planta baja. Aquí es donde estábamos reunidas las familias con niños pequeños, me imagino que por tenerlos un poco aislados del resto de clientes.