De Laos no conocíamos prácticamente nada. Preparando el viaje fuimos descubriendo diferentes lugares que visitar, la mayoría de ellos en el norte. La información sobre medios de transporte, horarios y precios es muy escasa y ya te digo que de poco te va a servir. Esto quizás ha sido lo peor de cruzar Laos, a veces ni estando en una estación de autobuses conseguías enterarte de a qué hora tenías que estar allí para tomar el bus que necesitabas, estas situaciones por momentos han llegado a desesperarnos. No es fácil moverse por el país una vez sales del norte, que es la zona más turística, pero en parte esto era lo que nos atraía, la poca información que encontramos nos hablaba de lugares impresionantes, ríos y cuevas increíbles y pueblos de casas de madera que se encuentran en valles perdidos.
Comienza la aventura laosiana. Algo temerosos por el largo camino que nos queda hasta Luang Prabang, partimos desde Chiang Rai sobre la 13:00 de la tarde. Por delante tenemos uno de los puestos fronterizos de Laos y más de 15 horas de viaje. La noche la pasaremos en el autobús.
Sobre las 16:00 de la tarde cruzamos la frontera sin ningún problema, eso sí pagando 36 dólares por persona por el visado. Esto son 6 dólares más de lo que realmente cuesta, si no los pagas no entras, así de fácil.
El cambio en infraestructuras entre Tailandia y Laos es brutal. Hemos pasado de un país medio desarrollado, en el que todo funciona relativamente bien, a un país que vive en una sociedad primaria. En las primeras horas recorriendo Laos, por la ventanilla del autobús no hemos visto otra cosa que no sean cabañas hechas de madera y barro al pie de la única carretera que cruza el país de norte a sur. En las aldeas que vamos dejando atrás se ven muchos niños, algunos comienzan a correr al pie de la carretera cuando ven venir el autobús. Muchos lo hacen ayudados por sus bicicletas, siete veces más grandes que ellos.
Los cerdos, las vacas y las cabras caminan libremente entre las cabañas de los poblados. El paisaje es espectacular, cada vez que subimos una montaña las vistas son tremendas. Poco a poco va atardeciendo, y sobre las 19:00 ya es totalmente de noche.
La "carretera" a veces desaparece y se convierte en un camino de tierra por el que sólo circula nuestro autobús y varios camiones que no paran de darnos un susto tras otro. La carretera es muy peligrosa, no miento, aquí te la estás jugando literalmente. Fueron varios los sustos en los que terminamos a centímetros de algún camión en mitad de alguna curva, si volviese a hacerlo me pensaría mucho ir por carretera.
Se suponía que llegaríamos a Luang Prabang sobre las 6 de la mañana, una hora perfecta para buscar alojamiento, sin embargo a las 3:30 de la mañana el bus nos dejó en una estación en la que no había nadie y que se encontraba a 3 kilómetros de la ciudad. Cuando llegamos hasta la ciudad todos los alojamientos estaban cerrados, normal a estas horas, hacía un frío importante y no nos quedó otra opción que pegarnos a unos chicos que tenían reserva en un hostel en el que nos quedamos en la recepción hasta que amaneció.
Comienza la aventura laosiana. Algo temerosos por el largo camino que nos queda hasta Luang Prabang, partimos desde Chiang Rai sobre la 13:00 de la tarde. Por delante tenemos uno de los puestos fronterizos de Laos y más de 15 horas de viaje. La noche la pasaremos en el autobús.
Sobre las 16:00 de la tarde cruzamos la frontera sin ningún problema, eso sí pagando 36 dólares por persona por el visado. Esto son 6 dólares más de lo que realmente cuesta, si no los pagas no entras, así de fácil.
El cambio en infraestructuras entre Tailandia y Laos es brutal. Hemos pasado de un país medio desarrollado, en el que todo funciona relativamente bien, a un país que vive en una sociedad primaria. En las primeras horas recorriendo Laos, por la ventanilla del autobús no hemos visto otra cosa que no sean cabañas hechas de madera y barro al pie de la única carretera que cruza el país de norte a sur. En las aldeas que vamos dejando atrás se ven muchos niños, algunos comienzan a correr al pie de la carretera cuando ven venir el autobús. Muchos lo hacen ayudados por sus bicicletas, siete veces más grandes que ellos.

Los cerdos, las vacas y las cabras caminan libremente entre las cabañas de los poblados. El paisaje es espectacular, cada vez que subimos una montaña las vistas son tremendas. Poco a poco va atardeciendo, y sobre las 19:00 ya es totalmente de noche.

La "carretera" a veces desaparece y se convierte en un camino de tierra por el que sólo circula nuestro autobús y varios camiones que no paran de darnos un susto tras otro. La carretera es muy peligrosa, no miento, aquí te la estás jugando literalmente. Fueron varios los sustos en los que terminamos a centímetros de algún camión en mitad de alguna curva, si volviese a hacerlo me pensaría mucho ir por carretera.
Se suponía que llegaríamos a Luang Prabang sobre las 6 de la mañana, una hora perfecta para buscar alojamiento, sin embargo a las 3:30 de la mañana el bus nos dejó en una estación en la que no había nadie y que se encontraba a 3 kilómetros de la ciudad. Cuando llegamos hasta la ciudad todos los alojamientos estaban cerrados, normal a estas horas, hacía un frío importante y no nos quedó otra opción que pegarnos a unos chicos que tenían reserva en un hostel en el que nos quedamos en la recepción hasta que amaneció.