Leí hace unos años que Javier Nart, en uno de sus libros, calificaba Luang Prabang como la ciudad más bella del mundo. Hay frases que las lees y ahí quedan, haciendo su trabajo… Por eso, mientras volvíamos de Malasia, nos pareció lo más natural del mundo empezar ya a hacer planes para visitar “la ciudad más bella del mundo” y, de paso, el país que la rodea.
Decidimos el destino sin a penas tener imágenes de Laos en la memoria, pero al cabo de poco, y cuando aún nos faltaban 10 meses para volar hacia allí, ya estábamos convencidos de la belleza de los templos y los paisajes. Lo que no sabíamos era lo hondo que nos calaría una belleza mayor que la de los templos y los paisajes: la belleza de su gente.
Laos ha sido un destino muy especial. En un diario no podré recoger las risas, los momentos de calma, las cervezas cerca y lejos del Mekong, el calor asfixiante, los olores, la curiosidad de los niños, el encanto de la gente… Pero por lo menos lo puedo intentar.
“Ya que vamos por la zona…” es la excusa que nos ponemos siempre que podemos para acabar pasando unos días en Singapur. Esta vez, tres días al principio del viaje y tres al final. Además, esta vez era especial: ¡acababan de inaugurar el Marina Bay Sands! Pero eso lo guardaré para otro diario si hay tiempo.
Organizando nuestro recorrido, tuvimos muy claro que Luang Prabang sería el final del viaje. Por eso nuestro itinerario iba al revés que la mayoría de los que habíamos visto: de sur a norte. Entraríamos por Pakse (desde Singapur) y saldríamos por Luang Prabang (hacia Saigon, pero eso también lo guardaré para otro diario).
Después de unos días en el orden y la pulcritud de Singapur, después del aeropuerto Changi y de una escala en el aeropuerto de Bangkok, llegar a Pakse no es un choque cultural, es una barbaridad.
Llegamos a Pakse sobre las cuatro, en un modestísimo vuelo con unas 15 personas en el avión, de las cuales solo 2 éramos turistas occidentales. No sé si todas las llegadas por aire son así, pero la nuestra fue antológica. ¡Veníamos del aeropuerto de Bangkok! El aeropuerto de Pakse está formado por un minúsculo edificio muy necesitado de pintura. Para gestionar el visado, cuatro militares en fila observando y pasándose del uno al otro nuestros pasaportes, como si fuesen los primeros que tenían en las manos. Al final, después de todos los sellos, el más lanzado de los cuatro, nos regala una sonrisa y un “¡Aaaaaahhh, Spain champion! (esto iba a ser una constante) y nos soltaron en un aeropuerto desierto. No tiendas (jeeeejjej, la duty free buscaba yo…), no bares y, oh, oh, oh, no taxi. Ni otros pasajeros, ni nadie. Estaban cerrando el aeropuerto, ya no esperaban más vuelos ese día.
Suerte que con nuestro fluído laosiano les hicimos entender donde íbamos y se sacaron un taxi de la nada con el que, por supuesto, ni se nos ocurrió regatear.
Llegamos al hotel, soltamos las maletas, ducha, cambio de ropa y a la calle. Queríamos localizar el Sinnouk Café, donde al día siguiente nos vendrían a recoger para iniciar nuestro crucero por el Mekong.
Pronto encontramos un tuk-tuk, nos llevó al Sinnouk y allí probamos el primer café laosiano. ¡Diosssssss! Es Asia y el café está buenobuenobueno. A mi me da bastante igual, pero mi pareja es cafeinómano y no se lo podía creer, acostumbrado al agua sucia que hacen pasar por café en los países de la zona.
Estuvimos caminando sin rumbo, mirando, observándolo todo (¡tenía un hambre de Asia!). Pakse es una ciudad destartalada, en la que no conseguí llegar a orientarme lo más mínimo pero que, como casi todas en el sudéste asiático, tenía su gracia. Supongo que es esa especie de caos y desorden controlado, tan parecido al de mi armario y al de mi cabeza, lo que hace que me resulten atractivos estos sitios...
Después de llamar a casa (Sí, mama, es muy bonito… No, no son chinos, son laosianos… Sí, parecidos a los chinos… Pues claro que hace calor, de morirse… El hotel está limpio, tranquila… No, no roban a la gente, aquí son muy pacíficos…)nos sentamos a cenar en un restaurantillo. Sencillo, terraza en la calle, sillas de plástico, vasos todos diferentes, servilletas de papel, recipientes con salsas sospechosas y COMIDA EXQUISITA.
Esa fue la primera de muchas cenas deliciosas (la comida laosiana nos ha encantado) y vino acompañada también de la primera de muchas Beer Lao frías y estupendas.
Temprano, puntuales, nos reunimos en el Sinnouk con la manager del barco que sería nuestra casa durante tres días, el Vat Phou. Miriam es francesa, pero de madre española y estaba encantada de practicar el idioma.
En el barco nos reuniríamos tan solo ocho pasajeros. Todo un lujo, ya que el barco esta pensado para casi treinta.
Nuestra preciosa casa flotante
Lo primero que hicimos al llegar al Vat Phou fue descalzarnos. Las sandalias, sucias y llenas de barro, no entran en el barco, de madera reluciente. Se dejan abajo, en un mueblecito al llegar y te las pones justo antes de salir El resto del tiempo… ¡descalzos!
Las cabinas eran pequeñas, pero bonitas y con todo lo necesario, incluída una ducha.
El aire acondicionado solo funciona de 6 de la tarde a 6 de la mañana, pero era suficiente. Durante el día estás en cubierta, viendo pasar el Mekong o de excursión.
La comida en el barco, exquisita Allí probé por primera vez el sticky rice y el laab, mis platos laosianos favoritos. Por las tardes nos solían recibir con un batido de frutas y, antes de cenar o durante la cena mismo, la beer Lao fresquita habitual.
Al mediodía, las comidas se hacían en cubierta. Por las noches, en el comedor con aire acondicionado, abajo.
El barco navega solo de día, de noche queda atracado. La navegación en sí misma ya es un atractivo (a mi se me hizo corto, yo le pondría un día más), pero además visitas sitios preciosos.
Uno de los ferrys que cruzan el Mekong
La primera tarde se visitan las ruinas de Champasak. Son del mismo estilo de Angkor, aunque, claro, no tan grandiosas. He leído por ahí que si has dio a Angkor, Champasak no vale la pena, pero yo creo que sí. No son tan espectaculares, pero el paisaje es bonito y los restos interesantes. Casi muero de calor, pero que se le va a hacer.
A que parece fresquito??
De vuelta al barco, antes de cenar, dimos una vuelta por el pueblo cerca del que habíamos atracado. De ese paseo y algún otro del día siguiente guardo algunos de los mejores recuerdos del viaje y también de los más tristes. Miriam nos explicaba que aquella zona de Laos está tan olvidada que ni siquiera llegan las ONGs. Los pueblos no tienen médico, por supuesto. Algunos tienen colegio, pero no todos. Algunos niños no tienen apenas ropa con que vestirse. Pero lo que todos, todos (pequeños y grandes) sí que tienen es una sonrisa para el visitante.
Foro Sudeste Asiático: Foro del Sudeste Asiático: Vietnam, Indonesia, Camboya, Laos, Myanmar, Malasia, Filipinas... y resto de Sudeste Asiático excepto Tailandia
Buenas tardes a todxs:
¿Qué tal? Encantado de saludaros.
Desde mediados de septiembre a finales de octubre viajo al sur de India para teletrabajar desde allí, pero quería dejarme 3 semanas extra para volar a Tailandia y Laos.
La pregunta es: ¿3 semanas dan de sí para conocer un poco el norte de Tailandia y, en el caso de Laos, Luang Prabang y algunos lugares de alrededor? Y otra cuestión: ¿recomendáis viajar de Tailandia a Laos en avión o la ruta por carretera está "bien"?
Holaaa podria tener tu contacto? Acabamos de venir de Tailandia y Vietnam y en un par de años nos gustaría ir a Laoy Sri Lanca...quiero empezar a recopilar información
Muchas gracias
Holaaa podria tener tu contacto? Acabamos de venir de Tailandia y Vietnam y en un par de años nos gustaría ir a Laoy Sri Lanca...quiero empezar a recopilar información
Muchas gracias