Está nublado, son la seis menos cuarto, y hoy domingo, el plan es el puerto de Leith.
EL PASEO - LEITH WALK
Nos llegamos hasta los puentes, y rodeamos la colina de Calton Hill hasta su parte de atrás, donde, entre un maremagnum de gruas, obras, y centros comerciales, arranca el Leith Walk, que nos llevará al barrio portuario en una media hora a paso de tacataca.
El recorrido comienza en la rotonda de Picardy Place, justo donde se encuentra la estatua de Sherlock Holmes, dedicada a su creador Conan Doyle, nacido en esa misma plaza en el año 1859. Desde ese punto, mirando hacia el mar, se extiende la recta de 2'5 kms del Leith Walk.
Tomando algún desvío de vez en cuando para echar una ojeada al backstage de la avenida, el camino es un crisol de tiendas y establecimientos de todo el mundo, hasta que a mitad de recta, llegamos a la esquina donde se encuentra un restaurante que nos despierta el patriotismo de las papilas gustativas, el porrompompón porrompompero bar de tapas
SERRANO MANCHEGO
Pecamos de ingenuos y picamos el cebo, porque aunque tiene unas estupendas cristaleras a calle, su aire artificial de tasca moderna hipster, la mediocre calidad de los productos y algún precio ridículamente excesivo, no lo hacen recomendable. Pedimos tortilla de patatas, una tapa de croquetas, dos cervezas y pan. La tortilla de medio palmo de diámetro es industrial; las tres croquetas que ponen por tapa, no están mal, pero juntándolas no llegan al tamaño de una croqueta de toda la vida; por cada botella de estrella galicia nos clavan 4'30 £; y el colmo llega con el pan porque por una rodaja, no un trozo, una rodaja de pan de barra de un dedo de pianista de grosor, soplan 1 £. La cuenta son 21 £, y al pagar le pregunto por curiosidad a la chica que nos sirve, si el dueño es español, a lo que me contesta que no, que es de Chile. Le doy las gracias y olvido para siempre el Serrano Manchego de Edimburgo.
De nuevo en la calzada, el caracter del barrio continua siendo el mismo, multiculturalidad, pequeño comercio, casas de juego y apuestas, tiendas de caridad y casas de empeño, y edificios de no más de tres pisos, hasta que llegamos al centro de Leith primero, y un poco más adelante, entre calles de bloques de viviendas sociales, al "Shore", la orilla del río Leith e histórico embarcadero, que va a desembocar al puerto, y que ahora es un paseo marítimo con naves reconvertidas en pisos de lujo y restaurantes de moda.
TRAINSPOTTING Y LEITH
Trainspotting fue el duro y generacional film de Danny Boyle de los 90 que, a través de las "aventuras" del grupo de jóvenes amigos protagonistas, drogadictos y borrachos, puso en imágenes la realidad de un extrarradio de Edimburgo, dándole visibilidad a sus olvidados habitantes. Sin embargo, las vivencias y el relato no son suyos, si no de Irvine Welsh, el autor del libro en el que se basó la película.
Irvine Welsh, autor de la famosa novela de 1993, retrató de manera fidedigna, cruda y honesta, la pobreza y degradación de la periferia de la clase obrera de Edimburgo en los años 80, retrato trasladable en fondo y forma a otras ciudades como Barcelona. Welsh nacido en Leith, "el puerto de Edimburgo", sabía muy bien de lo que escribía y lo que quería contar. De madre camarera y padre estibador, fallecido a los 25 años, cambió de joven Edimburgo por el Londres punk de 1978, y tras muchas idas y vueltas, se instaló en Chicago, donde vive actualmente con su mujer, escribiendo guiones de películas, y dirigiendo su propia productora.
Ni la novela ni la película gustó a muchos sectores de Edimburgo, pero para la mayoría de habitantes de Leith, su periferia era tan real como el Castillo, el Palacio de Holyrood, las galerías de arte o la Old Town, y piensan que se les dio voz y visibilidad, a pesar de convivir a diario con la degradación, en unos años en que Edimburgo se vendía al mundo como la "Atenas del norte", pero se convertía en la capital del Sida en Europa.
Leith anexionada a Edimburgo en 1920, a pesar de que en el referendum de consulta el 80 por ciento de sus residentes votaron en contra, quiere seguir manteniendo una identidad propia, y sirva como ejemplo el hecho de que en el referendum de independencia de Escocia del 2014, Leith, fue el único barrio de Edimburgo en el que obtuvo mayoría el Sí, y de que hoy en día se escuchan voces “Leithers”, pidiendo la repetición del referendum de 1920 sobre la anexión a Edimburgo.
Leith, que tiene ahora la mayor concentración de restaurantes con estrellas Michelín de Escocia es, según los últimos datos del censo, el distrito con más diversidad del país, además de uno de los más poblados. Sin embargo, los programas de regeneración que se iniciaron en los 90 y principios del 2000, o se estancaron o fracasaron directamente por la crisis, el desplome de la vivienda, o la retirada del plan que había de llevar el tranvía al puerto.
Durante las últimas décadas, este tipo de proyectos de regeneración de áreas degradadas de las grandes ciudades, especialmente las de mucho potencial turístico y económico, se han hecho siguiendo el mismo modelo,
LA GENTRIFICACIÓN
de la que en Barcelona sabemos un rato, y por la que la transformación de las áreas urbanas degradadas, acarrea cambios implícitos en la estructura social, ya que la reconstrucción, rehabilitación y construcción de los edificios, provoca un alza de precios en la vivienda y alquileres, que se traduce en el desplazamiento de los residentes de toda la vida, en beneficio de clases sociales de mayor poder adquisitivo que pueden asumir los nuevos costes. Este modelo de transformación, se extiende igualmente al tejido comercial y de servicios de la zona, cambiando el pequeño negocio por centros comerciales y grandes cadenas y franquicias.
En Leith, parece ser que no lo han conseguido del todo, por el abandono de los proyectos, pero parte de estos programas, ha comportado la demolición de una buena parte de vivienda social de la zona, provocando un desmembramiento de la comunidad al ser reubicadas la mayoría de familias en otras zonas, y en un desastre para el comercio cercano. La paralización de estos proyectos, también se hace evidente en muchas obras y terrenos en situación de abandono.
A día de hoy, parece que todo apunta a un plan para convertir Leith en la zona artística y cultural de Edimburgo, a fuerza de teatros, salas polivalentes, platós de cine, centros culturales, galerías de arte, etcétera, etcétera.
Por el paseo marítimo, acompañando al río en su desembocadura, llegamos en pocos minutos a Ocean Dr, la carretera que por la margen del fiordo de Forth, entre los muelles con navíos atracados, nos lleva al Centro Comercial Ocean Terminal, donde está anclado el Britannia, el yate de la familia real inglesa hasta 1997.
Lo que nos encontramos al llegar, es que además de estr prohibido el paso al muelle, tampoco se puede ver bien porque la visión esta obstaculizada. Las únicas opciones son acceder desde el 2º piso del Centro Comercial, donde está la entrada, la taquilla, y la pasarela que lleva al barco, o conformarse con ver lo que se pueda desde las terrazas exteriores del CC. Como las 16 £ que cuesta la entrada nos parecen excesivas, nos contentamos con apreciar la réplica de 3 metros hecha con 40 mil piezas de lego, expuesta en una vitrina en la entrada.
En las paradas de autobuses del CC, cogemos el 22 hasta Princes St, y bajamos caminando hacia el hotel, haciendo parada en el Sainsbury, nuestro super de aprovisionamiento de Causewayside Street. Fruta y ensalada de pasta, y unas cervezas, y marchamos a comer y echar una pequeña siesta al hotel.
Son las 7 de la tarde, y aunque vemos ganar sin brillo al Barça, los merengues ganan la liga. El Drouthy está lleno y todo el mundo participa en un trivial por equipos. De las preguntas me entero a medias; de las respuestas pillo alguna, George Harrison, 1998, Kate Blanchett, El Gran Dictador, ...
Mañana será el Glasgow's day.
EL PASEO - LEITH WALK
Nos llegamos hasta los puentes, y rodeamos la colina de Calton Hill hasta su parte de atrás, donde, entre un maremagnum de gruas, obras, y centros comerciales, arranca el Leith Walk, que nos llevará al barrio portuario en una media hora a paso de tacataca.

El recorrido comienza en la rotonda de Picardy Place, justo donde se encuentra la estatua de Sherlock Holmes, dedicada a su creador Conan Doyle, nacido en esa misma plaza en el año 1859. Desde ese punto, mirando hacia el mar, se extiende la recta de 2'5 kms del Leith Walk.

Tomando algún desvío de vez en cuando para echar una ojeada al backstage de la avenida, el camino es un crisol de tiendas y establecimientos de todo el mundo, hasta que a mitad de recta, llegamos a la esquina donde se encuentra un restaurante que nos despierta el patriotismo de las papilas gustativas, el porrompompón porrompompero bar de tapas
SERRANO MANCHEGO

Pecamos de ingenuos y picamos el cebo, porque aunque tiene unas estupendas cristaleras a calle, su aire artificial de tasca moderna hipster, la mediocre calidad de los productos y algún precio ridículamente excesivo, no lo hacen recomendable. Pedimos tortilla de patatas, una tapa de croquetas, dos cervezas y pan. La tortilla de medio palmo de diámetro es industrial; las tres croquetas que ponen por tapa, no están mal, pero juntándolas no llegan al tamaño de una croqueta de toda la vida; por cada botella de estrella galicia nos clavan 4'30 £; y el colmo llega con el pan porque por una rodaja, no un trozo, una rodaja de pan de barra de un dedo de pianista de grosor, soplan 1 £. La cuenta son 21 £, y al pagar le pregunto por curiosidad a la chica que nos sirve, si el dueño es español, a lo que me contesta que no, que es de Chile. Le doy las gracias y olvido para siempre el Serrano Manchego de Edimburgo.

De nuevo en la calzada, el caracter del barrio continua siendo el mismo, multiculturalidad, pequeño comercio, casas de juego y apuestas, tiendas de caridad y casas de empeño, y edificios de no más de tres pisos, hasta que llegamos al centro de Leith primero, y un poco más adelante, entre calles de bloques de viviendas sociales, al "Shore", la orilla del río Leith e histórico embarcadero, que va a desembocar al puerto, y que ahora es un paseo marítimo con naves reconvertidas en pisos de lujo y restaurantes de moda.
TRAINSPOTTING Y LEITH
Trainspotting fue el duro y generacional film de Danny Boyle de los 90 que, a través de las "aventuras" del grupo de jóvenes amigos protagonistas, drogadictos y borrachos, puso en imágenes la realidad de un extrarradio de Edimburgo, dándole visibilidad a sus olvidados habitantes. Sin embargo, las vivencias y el relato no son suyos, si no de Irvine Welsh, el autor del libro en el que se basó la película.

Irvine Welsh, autor de la famosa novela de 1993, retrató de manera fidedigna, cruda y honesta, la pobreza y degradación de la periferia de la clase obrera de Edimburgo en los años 80, retrato trasladable en fondo y forma a otras ciudades como Barcelona. Welsh nacido en Leith, "el puerto de Edimburgo", sabía muy bien de lo que escribía y lo que quería contar. De madre camarera y padre estibador, fallecido a los 25 años, cambió de joven Edimburgo por el Londres punk de 1978, y tras muchas idas y vueltas, se instaló en Chicago, donde vive actualmente con su mujer, escribiendo guiones de películas, y dirigiendo su propia productora.

Ni la novela ni la película gustó a muchos sectores de Edimburgo, pero para la mayoría de habitantes de Leith, su periferia era tan real como el Castillo, el Palacio de Holyrood, las galerías de arte o la Old Town, y piensan que se les dio voz y visibilidad, a pesar de convivir a diario con la degradación, en unos años en que Edimburgo se vendía al mundo como la "Atenas del norte", pero se convertía en la capital del Sida en Europa.

Leith anexionada a Edimburgo en 1920, a pesar de que en el referendum de consulta el 80 por ciento de sus residentes votaron en contra, quiere seguir manteniendo una identidad propia, y sirva como ejemplo el hecho de que en el referendum de independencia de Escocia del 2014, Leith, fue el único barrio de Edimburgo en el que obtuvo mayoría el Sí, y de que hoy en día se escuchan voces “Leithers”, pidiendo la repetición del referendum de 1920 sobre la anexión a Edimburgo.

Leith, que tiene ahora la mayor concentración de restaurantes con estrellas Michelín de Escocia es, según los últimos datos del censo, el distrito con más diversidad del país, además de uno de los más poblados. Sin embargo, los programas de regeneración que se iniciaron en los 90 y principios del 2000, o se estancaron o fracasaron directamente por la crisis, el desplome de la vivienda, o la retirada del plan que había de llevar el tranvía al puerto.

Durante las últimas décadas, este tipo de proyectos de regeneración de áreas degradadas de las grandes ciudades, especialmente las de mucho potencial turístico y económico, se han hecho siguiendo el mismo modelo,
LA GENTRIFICACIÓN
de la que en Barcelona sabemos un rato, y por la que la transformación de las áreas urbanas degradadas, acarrea cambios implícitos en la estructura social, ya que la reconstrucción, rehabilitación y construcción de los edificios, provoca un alza de precios en la vivienda y alquileres, que se traduce en el desplazamiento de los residentes de toda la vida, en beneficio de clases sociales de mayor poder adquisitivo que pueden asumir los nuevos costes. Este modelo de transformación, se extiende igualmente al tejido comercial y de servicios de la zona, cambiando el pequeño negocio por centros comerciales y grandes cadenas y franquicias.

En Leith, parece ser que no lo han conseguido del todo, por el abandono de los proyectos, pero parte de estos programas, ha comportado la demolición de una buena parte de vivienda social de la zona, provocando un desmembramiento de la comunidad al ser reubicadas la mayoría de familias en otras zonas, y en un desastre para el comercio cercano. La paralización de estos proyectos, también se hace evidente en muchas obras y terrenos en situación de abandono.

A día de hoy, parece que todo apunta a un plan para convertir Leith en la zona artística y cultural de Edimburgo, a fuerza de teatros, salas polivalentes, platós de cine, centros culturales, galerías de arte, etcétera, etcétera.

Por el paseo marítimo, acompañando al río en su desembocadura, llegamos en pocos minutos a Ocean Dr, la carretera que por la margen del fiordo de Forth, entre los muelles con navíos atracados, nos lleva al Centro Comercial Ocean Terminal, donde está anclado el Britannia, el yate de la familia real inglesa hasta 1997.

Lo que nos encontramos al llegar, es que además de estr prohibido el paso al muelle, tampoco se puede ver bien porque la visión esta obstaculizada. Las únicas opciones son acceder desde el 2º piso del Centro Comercial, donde está la entrada, la taquilla, y la pasarela que lleva al barco, o conformarse con ver lo que se pueda desde las terrazas exteriores del CC. Como las 16 £ que cuesta la entrada nos parecen excesivas, nos contentamos con apreciar la réplica de 3 metros hecha con 40 mil piezas de lego, expuesta en una vitrina en la entrada.

En las paradas de autobuses del CC, cogemos el 22 hasta Princes St, y bajamos caminando hacia el hotel, haciendo parada en el Sainsbury, nuestro super de aprovisionamiento de Causewayside Street. Fruta y ensalada de pasta, y unas cervezas, y marchamos a comer y echar una pequeña siesta al hotel.
Son las 7 de la tarde, y aunque vemos ganar sin brillo al Barça, los merengues ganan la liga. El Drouthy está lleno y todo el mundo participa en un trivial por equipos. De las preguntas me entero a medias; de las respuestas pillo alguna, George Harrison, 1998, Kate Blanchett, El Gran Dictador, ...
Mañana será el Glasgow's day.