Nos despedimos temprano de Silvia. Atravesando la carretera que une Siusi y Fié allo Sciliar tomamos el desvío hacia Bolzano, por la A22.
Trento es el punto intermedio que escogimos entre los Dolomitas y Bérgamo para hacer una parada, una visita fugaz que solo nos dejó una imagen muy general de la ciudad. Dejamos el coche en un aparcamiento enorme, en la Piazzale San Severino, marcado en el mapa como P7-San Severino, y por la Via G. Verdi llegamos en unos 5 minutos a la Piazza Duomo. Había mercadillo, lo cual desmerece un poco las fotos, aparte de los 40 grados que nos van a acompañar durante toda la mañana sin piedad.
Nos recibe el rosetón y el campanario en forma de bulbo. Hacemos una breve visita a la Catedral de San Vigilio por dentro y bordeamos el edificio del siglo XIII.
La Piazza Duomo ofrece probablemente la imagen más conocida de la ciudad, con la fuente de Neptuno, la catedral, la Torre Cívica…
…el Palacio Pretorio, los frescos que decoran las dos casas renacentistas (Casse Cazuffi-Rella), como los del Caffé Italia. Un auténtico hervidero.
Por una de las calles que parte de la Piazza Duomo encontramos el Palazzo Thun, dedicado a labores administrativas, pero con una fuente en su interior muy recomendable.
Desde allí seguimos las indicaciones al Castello del Buonconsiglio, por Vía Oss Mazzurana y después Via G. Manci y San Marco. El calor nos hacía arrastrarnos por las calles.
No lo visitamos por dentro, solo dimos un paseo por sus jardines y nos tomamos algo en la sombra de su terracita, mientras nuestro terremoto hacía la inspección correspondiente.
Por Via dei Ventuno aparecimos en la Piazza Venezia; en el cercano Parco Venezia buscamos una sombra mientras nuestro hijo se entretenía en el parque infantil que está en el extremo más cercano al castillo. Los pequeños surtidores de agua nos salvaron del calor un buen rato. Vuelta a la urbe
Volvimos al Duomo por la Via Calepina. Aunque llevábamos algunos restaurantes apuntados, comimos unas porciones de pizza buenísimas en la Galería Tirrena 1, un pasillo comercial con sombra y fresquito; de postre unos helados enfrente, en La Gelatería.
Ahora la Piazza Duomo empezaba a despoblarse, el mercadillo había desaparecido y la imagen era totalmente distinta a la de esta mañana.
Sobre las 14.30 salimos de Trento y llegamos a Presezzo (afueras de Bérgamo) a las 17.00, a nuestro último alojamiento, el Hotel Seteccento (Via Milano, 3). Es un antiguo palacete con una decoración muy esmerada; aunque está enfocado a negocios, su cercanía a Bérgamo y al aeropuerto, y su piscina nos hicieron decidirnos por él, a pesar de que rebuscamos por Bérgamo. El precio incluye aparcamiento, desayuno y wifi. En los alrededores apenas hay algún restaurante. Las valoraciones tanto en Booking como en Tripadvisor eran muy buenas, y lo corroboramos, un diez para el hotel, personal, limpieza y decoración. Ni qué decir que la piscina nos redimió de lo mal que lo pasamos durante el día en Trento; también ayudó el bar-piscina con sus cervecitas frías; además, estábamos prácticamente solos, así que pasamos la tarde en remojo.
Por la noche teníamos dos opciones: el cercano centro comercial Il Continente o el restaurante Black Horse, también a poca distancia de coche y muy bien valorado en Tripadvisor (Via Vittorio Veneto, 279), situado entre Presezzo y Ponte San Pietro. Se trata de una pizzería amplia, con servicio rápido, personal bien organizado, frecuentada por gente del lugar y orientada, al parecer, a cenas de grupos. Dos pizzas, ensalada de marisco, postre semifrío de nutella y bebidas para tres, 40€ (2€ cubierto= 6€, 4€ pan).
Trento es el punto intermedio que escogimos entre los Dolomitas y Bérgamo para hacer una parada, una visita fugaz que solo nos dejó una imagen muy general de la ciudad. Dejamos el coche en un aparcamiento enorme, en la Piazzale San Severino, marcado en el mapa como P7-San Severino, y por la Via G. Verdi llegamos en unos 5 minutos a la Piazza Duomo. Había mercadillo, lo cual desmerece un poco las fotos, aparte de los 40 grados que nos van a acompañar durante toda la mañana sin piedad.

Nos recibe el rosetón y el campanario en forma de bulbo. Hacemos una breve visita a la Catedral de San Vigilio por dentro y bordeamos el edificio del siglo XIII.

La Piazza Duomo ofrece probablemente la imagen más conocida de la ciudad, con la fuente de Neptuno, la catedral, la Torre Cívica…

…el Palacio Pretorio, los frescos que decoran las dos casas renacentistas (Casse Cazuffi-Rella), como los del Caffé Italia. Un auténtico hervidero.


Por una de las calles que parte de la Piazza Duomo encontramos el Palazzo Thun, dedicado a labores administrativas, pero con una fuente en su interior muy recomendable.

Desde allí seguimos las indicaciones al Castello del Buonconsiglio, por Vía Oss Mazzurana y después Via G. Manci y San Marco. El calor nos hacía arrastrarnos por las calles.

No lo visitamos por dentro, solo dimos un paseo por sus jardines y nos tomamos algo en la sombra de su terracita, mientras nuestro terremoto hacía la inspección correspondiente.

Por Via dei Ventuno aparecimos en la Piazza Venezia; en el cercano Parco Venezia buscamos una sombra mientras nuestro hijo se entretenía en el parque infantil que está en el extremo más cercano al castillo. Los pequeños surtidores de agua nos salvaron del calor un buen rato. Vuelta a la urbe


Volvimos al Duomo por la Via Calepina. Aunque llevábamos algunos restaurantes apuntados, comimos unas porciones de pizza buenísimas en la Galería Tirrena 1, un pasillo comercial con sombra y fresquito; de postre unos helados enfrente, en La Gelatería.
Ahora la Piazza Duomo empezaba a despoblarse, el mercadillo había desaparecido y la imagen era totalmente distinta a la de esta mañana.

Sobre las 14.30 salimos de Trento y llegamos a Presezzo (afueras de Bérgamo) a las 17.00, a nuestro último alojamiento, el Hotel Seteccento (Via Milano, 3). Es un antiguo palacete con una decoración muy esmerada; aunque está enfocado a negocios, su cercanía a Bérgamo y al aeropuerto, y su piscina nos hicieron decidirnos por él, a pesar de que rebuscamos por Bérgamo. El precio incluye aparcamiento, desayuno y wifi. En los alrededores apenas hay algún restaurante. Las valoraciones tanto en Booking como en Tripadvisor eran muy buenas, y lo corroboramos, un diez para el hotel, personal, limpieza y decoración. Ni qué decir que la piscina nos redimió de lo mal que lo pasamos durante el día en Trento; también ayudó el bar-piscina con sus cervecitas frías; además, estábamos prácticamente solos, así que pasamos la tarde en remojo.

Por la noche teníamos dos opciones: el cercano centro comercial Il Continente o el restaurante Black Horse, también a poca distancia de coche y muy bien valorado en Tripadvisor (Via Vittorio Veneto, 279), situado entre Presezzo y Ponte San Pietro. Se trata de una pizzería amplia, con servicio rápido, personal bien organizado, frecuentada por gente del lugar y orientada, al parecer, a cenas de grupos. Dos pizzas, ensalada de marisco, postre semifrío de nutella y bebidas para tres, 40€ (2€ cubierto= 6€, 4€ pan).