(XIII) San Sebastián en Semana Grande ✏️ Diarios de Viajes de España

---

Es día 12 de agosto y nos vamos a dirigir a San Sebastián, donde además se está celebrando la famosa Semana Grande. O sea, que la ciudad está en sus fiestas más importantes, por lo que decidimos intentar llegar tempranito para aparcar antes de que se llene todo de gente. Eso sí, nada más salir, me desvío un momento, porque junto a Aniz hay un pueblecito sobre un monte llamado Berroeta que se ve desde la carretera, y que tiene una ermita que parece muy chula, así que, aunque sea desde el coche, quiero echar un vistazo. Mereció la pena, porque el pueblo es como de cuento, treinta o cuarenta casas en torno a una plaza y una iglesia, con su merendero con fuente y bancos de piedra y, al estar en alto, con vistas hacia el valle. Hay hasta columpios y toboganes, así que quedamos en traer a Mariana en estos días que nos quedan.
En fin, que después de este breve paréntesis salimos a la carretera nacional. En poco más de media horita (65 kilómetros) estamos en Donostia, y sin problema alguno encontramos sitio en un parking situado junto a la catedral. El ambiente de la ciudad es estupendo, casi todas las calles tienen atracciones de algún tipo: desde mercados de comida de la región, hasta juegos hechos con madera para niños ocupando la acera de toda una larga calle, o las típicas atracciones de feria. Hay también actuaciones callejeras en cada esquina. En fin, la ciudad está animadísima, pero sin agobiar, porque es lunes y a mediodía. Caminamos por las calles y descubrimos una ciudad hiperpija, más todavía que Santander. La gente va muy arreglada y todo está limpio y cuidadísimo.
Llegamos a la playa de la concha, que envuelve toda la ciudad, y nos quedamos embelesados un rato mirando el paisaje que ofrece: a un lado, un mar invadido por la naturaleza, en forma de isla, que es la que le da nombre por su forma de concha, y por las esquinas, con los montes que cierran la bahía; y a otro lado, la perspectiva de la ciudad, la elegancia de sus edificios en esta zona de escaparate al mar y a los visitantes.
Pese a que está nublado y no tiene ninguna pinta de abrir el día, la playa está llenísima. Seguimos caminando y encontramos un punto de información turística, donde pido un plano y pregunto por la parte antigua de la ciudad, que resulta estar justo detrás. Nos dirigimos allí y paseamos por sus callejas, ambientadísimas y llenas de bares de pinchos. Encontramos una tienda muy chula de ropa de aires marineros, y compramos algunas cosas. Salimos del casco viejo para comer, ya que aquello está a tope de gente, y en dirección hacia donde tenemos el coche entramos en un sitio bonito, nuevo y con pinta de franquicia, que resulto baratito y estuvo bien.
Volvemos hacia el parking, porque junto a él había cacharritos para los niños y Mariana no pasará por ahí sin montarse. Cuando acaba, empieza a chispear, así que decidimos irnos y, en dirección a Aniz, parar a merendar en Bera de Bidasoa. Se trata del pueblo donde nació y vivió Pío Baroja. El Bidasoa lo cruza y deja rincones muy bonitos, al igual que las casas, que son especialmente floridas. Tomamos cafelito en una confitería nueva con muy buena pinta, y resulta ser todo un descubrimiento. Los dulces están buenísimos, y me animo a llevarme una caja de pastas, que parecía muy grande pero que luego, al abrirla, nos duró un minuto. Al terminar, Olga se quedo con los niños en un parque infantil y Blanca, mi madre y yo, subimos a pasear por el pueblo, que sin tener grandes cosas forma un conjunto muy agradable.
Seguimos hacia Aniz, pero salimos antes de la carretera nacional, en dirección Elizondo desde Oronoz, para acercarnos a un centro comercial que hay allí con idea de hacernos con una neverita que nos permita volver a Sevilla cargados de yogures, batidos, y quesos, sin que se estropeen. Hay suerte y compramos una muy apropiada de oferta por 12 euros. Nos servirá además en casa cuando en Semana Santa se nos llene aquello de gente y no quepa la cerveza en el frigo. Bueno, pues de aquí a Aniz y, aunque sea triste decirlo, a hacer las maletas de Olga y Marcelo, porque mañana ya toca llevarles de vuelta al aeropuerto de Bilbao, desde donde volaran de vuelta a nuestra Sevilla. Todo acaba.

---