¡Último día entero, si es que se pasa volando! Ese día tocaban planes más eclesiásticos, por lo que fuimos a Notre Dame y entramos otra vez, para una cosa que es gratis… no os voy a descubrir nada nuevo, pero bien merece que deje alguna fotillo…
Que no os lo he dicho, pero nos bajamos en la estación de Châtelet, de la que luego hablaré más, y paran las líneas 1-4-7 (la que cogimos)-11-14. Para llegar al puente que cruza el Sena, lo hicimos por una de las primeras salidas de la línea 7. LA estrella de ese día era la Iglesia Sainte Chappelle. Está prácticamente enfrente de Notre Dame, y se entra a través de otro edificio, llamado La Conciergerie, que es básicamente un palacio gótico, donde primeramente fue la Residencia Real, para luego pasar a ser un centro de reclusión, donde de hecho estuvo María Antonieta. Actualmente es el Palacio de la Justicia y el edificio, por cierto, me gustó mucho
Bueno que me descentro de nuevo, no tiene perdida, hay carteles que te indican como entrar a la Iglesia. A ver, no os mentiré, es cara 10€ para lo pequeña que es… entráis a la primera planta y veis esto, con tiendas y todos y pensáis como los franceses os están timando…
Subid, subid a la primera planta que os encontraréis con la sorpresa…
SOBRAN LAS PALABRAS lo que se suele decir como pequeña pero matona ¡que vidrieras!
En fin, después de semejante explosión viedreril, cruzamos de nuevo el puente, y oh! Sorpresa! Empezó a lloviznar sin advertencia previa. Total, que después de pasar de nuevo por la Torre St. Michel, empezamos a caminar por el Boulevard de Sébastopol, y sin comerlo ni beberlo, vimos los carteles al Centro Pompidou, por lo que hicimos un par de fotillos al, dejémoslo en peculiar, edificio. La fuente de al lado, que me dijeron que cuando la encendían las figuras se movían, me pareció más interesante que el edificio en si.
Como seguía esa llovizna, y el arte moderno no me gusta, lo cambiamos por un centro comercial, que estaba, volviendo al Boulevard cruzando la calle, siguiendo recto. Para ser yo, me había portado muy bien hasta el momento y no había comprado nada así que allá que fuimos. Se llama Forum des Halles, y para entrar, curioso, te registran y te pasan una máquina de metales. El Centro Comercial es de esos tan enormes que tienes que ir dejando miguitas de pa para no perderte y las tiendas, pues lo típico que te puedes encontrar en otros sitios, pero bueno aun así piqué, no os voy a engañar. Ya era la hora de la comida, por lo que comimos en una franquicia un bocata, con unas patatas buenísimas llamado Pommes de Pain en rue Berger, 16 por 27.30€. por cierto, al lado está la Iglesia de St. Eustache, para que veáis que las compras no me nublaron la mente.
Para volver… había un metro en el Centro Comercial, en la planta -3 y… era Châtelet! La respuesta a cómo podía ser que fuera ese metro cuando había andado mucho desde que salí de él a primera hora de la mañana, era una infinidad de túneles, pasillos, y demás hasta llegar a mi línea 7. Alrededor de diez minutos por ahí debajo, así que os podéis imaginar la magnitud de semejante estación subterránea.
Por la tarde, nuestro plan era más nocturno, por lo que, para matar el tiempo, andamos todos los Campos Elíseos como quien va a recoger peras al campo…. Buscando cuanto nos recorrimos andando (2 kilómetros, más los sumados hasta llegar de Opera a Concorde) he leído que es la Avenida más bella del mundo… ahí la verdad, que discrepo, no sabría decir cuál es, pero tampoco me parece la octava maravilla del mundo. A mitad de recorrido te encuentras con el Grand Palais.
Y al final, a modo recompensa, está el Arco del Triunfo.
La primera mitad son árboles y un camino y la segunda ya si hay tiendas de estas caras. En la primera mitad, en Navidad, ponen todos los puestos, por lo que debe de tener más gracia el camino.
Una vez allí, cogimos el metro justo ahí en Charles de Gaulle Étoile, línea 6 a Trocadero, porque servidora había ido a París y no había visto la Torre Eiffel iluminada… si lo sé, lo siento, no ha vuelto a ocurrir como veis.
Después de hacer alrededor de chopocientas fotos desde todos los ángulos, en resumen, os digo que andamos desde Trocadero hasta los Campos de Marte para sentarnos en un banquito a esperar el alumbrado. Banco por cierto que tenía detrás un parterre, que, a su vez, albergaba bastantes ratas. Moría por contar este dato, pero, por cierto, aviso a navegantes que, como yo, fueron hace tiempo. Ya NO se puede andar por la Torre Eiffel por debajo, a menos que vayas a subir. Tienes que rodear por un parque, donde también os digo, a la vuelta, se me cruzó una rata del tamaño de un conejo que por poco no me pisa. Que sí que es Paris = Ratatouille, pero vaya tela… En fin, dejando a un lado el momento ratil, el alumbrado se produjo (repito agosto), a las 21 horas y, como me pasó con el Allianz Arena, ni cambiaba de color ni hacía cosas espectaculares. Seré gafe, pero bueno con el farito de arriba ya quedé conforme y está mucho más bonita la verdad
Era ya tarde para ser Paris, así que nos fuimos enfrente de nuestro hotel a cenar. Para volver, cogimos el metro de nuevo en Trocadero, la línea 9 hasta Havre-Caumartin, donde comprobé que el metro moderno había llegado a Paris, espero por el bien de todos, para quedarse. Cené de nuevo pizza en Pizza Firenze (sí, como veis yo en Italia soy feliz y me da igual en que país esté) por 54 euros, porque la cerveza costaba 7€… no comments… eso sí debía de ser un sitio famosillo porque había fotos de artistas en el local.


Que no os lo he dicho, pero nos bajamos en la estación de Châtelet, de la que luego hablaré más, y paran las líneas 1-4-7 (la que cogimos)-11-14. Para llegar al puente que cruza el Sena, lo hicimos por una de las primeras salidas de la línea 7. LA estrella de ese día era la Iglesia Sainte Chappelle. Está prácticamente enfrente de Notre Dame, y se entra a través de otro edificio, llamado La Conciergerie, que es básicamente un palacio gótico, donde primeramente fue la Residencia Real, para luego pasar a ser un centro de reclusión, donde de hecho estuvo María Antonieta. Actualmente es el Palacio de la Justicia y el edificio, por cierto, me gustó mucho

Bueno que me descentro de nuevo, no tiene perdida, hay carteles que te indican como entrar a la Iglesia. A ver, no os mentiré, es cara 10€ para lo pequeña que es… entráis a la primera planta y veis esto, con tiendas y todos y pensáis como los franceses os están timando…

Subid, subid a la primera planta que os encontraréis con la sorpresa…

SOBRAN LAS PALABRAS lo que se suele decir como pequeña pero matona ¡que vidrieras!

En fin, después de semejante explosión viedreril, cruzamos de nuevo el puente, y oh! Sorpresa! Empezó a lloviznar sin advertencia previa. Total, que después de pasar de nuevo por la Torre St. Michel, empezamos a caminar por el Boulevard de Sébastopol, y sin comerlo ni beberlo, vimos los carteles al Centro Pompidou, por lo que hicimos un par de fotillos al, dejémoslo en peculiar, edificio. La fuente de al lado, que me dijeron que cuando la encendían las figuras se movían, me pareció más interesante que el edificio en si.

Como seguía esa llovizna, y el arte moderno no me gusta, lo cambiamos por un centro comercial, que estaba, volviendo al Boulevard cruzando la calle, siguiendo recto. Para ser yo, me había portado muy bien hasta el momento y no había comprado nada así que allá que fuimos. Se llama Forum des Halles, y para entrar, curioso, te registran y te pasan una máquina de metales. El Centro Comercial es de esos tan enormes que tienes que ir dejando miguitas de pa para no perderte y las tiendas, pues lo típico que te puedes encontrar en otros sitios, pero bueno aun así piqué, no os voy a engañar. Ya era la hora de la comida, por lo que comimos en una franquicia un bocata, con unas patatas buenísimas llamado Pommes de Pain en rue Berger, 16 por 27.30€. por cierto, al lado está la Iglesia de St. Eustache, para que veáis que las compras no me nublaron la mente.
Para volver… había un metro en el Centro Comercial, en la planta -3 y… era Châtelet! La respuesta a cómo podía ser que fuera ese metro cuando había andado mucho desde que salí de él a primera hora de la mañana, era una infinidad de túneles, pasillos, y demás hasta llegar a mi línea 7. Alrededor de diez minutos por ahí debajo, así que os podéis imaginar la magnitud de semejante estación subterránea.
Por la tarde, nuestro plan era más nocturno, por lo que, para matar el tiempo, andamos todos los Campos Elíseos como quien va a recoger peras al campo…. Buscando cuanto nos recorrimos andando (2 kilómetros, más los sumados hasta llegar de Opera a Concorde) he leído que es la Avenida más bella del mundo… ahí la verdad, que discrepo, no sabría decir cuál es, pero tampoco me parece la octava maravilla del mundo. A mitad de recorrido te encuentras con el Grand Palais.

Y al final, a modo recompensa, está el Arco del Triunfo.

La primera mitad son árboles y un camino y la segunda ya si hay tiendas de estas caras. En la primera mitad, en Navidad, ponen todos los puestos, por lo que debe de tener más gracia el camino.
Una vez allí, cogimos el metro justo ahí en Charles de Gaulle Étoile, línea 6 a Trocadero, porque servidora había ido a París y no había visto la Torre Eiffel iluminada… si lo sé, lo siento, no ha vuelto a ocurrir como veis.
Después de hacer alrededor de chopocientas fotos desde todos los ángulos, en resumen, os digo que andamos desde Trocadero hasta los Campos de Marte para sentarnos en un banquito a esperar el alumbrado. Banco por cierto que tenía detrás un parterre, que, a su vez, albergaba bastantes ratas. Moría por contar este dato, pero, por cierto, aviso a navegantes que, como yo, fueron hace tiempo. Ya NO se puede andar por la Torre Eiffel por debajo, a menos que vayas a subir. Tienes que rodear por un parque, donde también os digo, a la vuelta, se me cruzó una rata del tamaño de un conejo que por poco no me pisa. Que sí que es Paris = Ratatouille, pero vaya tela… En fin, dejando a un lado el momento ratil, el alumbrado se produjo (repito agosto), a las 21 horas y, como me pasó con el Allianz Arena, ni cambiaba de color ni hacía cosas espectaculares. Seré gafe, pero bueno con el farito de arriba ya quedé conforme y está mucho más bonita la verdad

Era ya tarde para ser Paris, así que nos fuimos enfrente de nuestro hotel a cenar. Para volver, cogimos el metro de nuevo en Trocadero, la línea 9 hasta Havre-Caumartin, donde comprobé que el metro moderno había llegado a Paris, espero por el bien de todos, para quedarse. Cené de nuevo pizza en Pizza Firenze (sí, como veis yo en Italia soy feliz y me da igual en que país esté) por 54 euros, porque la cerveza costaba 7€… no comments… eso sí debía de ser un sitio famosillo porque había fotos de artistas en el local.