Hoy nos despertamos con un día radiante, en el camping Hell, pasamos por el super y vemos unos pasteles que gritaban ¡Comemeeeeee!, que otra cosa podíamos hacer que no fuese cumplir sus deseos. Buenísimos!!!.
Nuestro destino son las cataratas Krimml (50 kms a una hora y diez minutos de coche). Nos lo tomamos con calma para recorrer el precioso valle de Zillertal, durante el camino vemos porque este valle conforma el mayor dominio esquiable de Austria, el fortait da acceso a mas de 500 kms de pistas esquiables, los remontes parten desde los pueblos que se encuentran a izquierda y derecha de la carretera a lo largo de todo el valle. El valle en sí es precioso con casas típicas tirolesas colgadas de las laderas.
A la altura de Zell am Ziller abandonamos la Zillerstrabe para tomar la gerlostrabe en la que contiuan apareciendo remontes que suben a las pistas y nos ofrece algunas panorámicas preciosas del valle de Gerlos. En el paso de Gerlos ya tenemos las cataratas como telón de fondo.
Krimmler Wasserfälle es una cascada por niveles. La cascada se inicia en el Krimmler Ache, en la parte superior de la Achendal Krimmler, y desciende en tres etapas. La etapa superior tiene una caída de 140 metros, la media de 100 metros, y la inferior una caída de 140 metros.
Llegamos al aparcamiento de pago habilitado y sacamos las entradas para poder acceder a las cataratas. En quince minutos se llega hasta los pies de la primera caída de agua.
A partir de aquí el sendero comienza a empinarse, primero subiendo en zig-zag a través del bosque y despues a través de escaleras y mas cuestas, cada vez más empinadas. A lo largo del mismo se van sucediendo los miradores que nos permiten observar los saltos de agua.
La subida es dura pero vale la pena llegar hasta el comienzo del último salto (el trayecto nos lleva casi 2 horas con un montón de paradas), desde aquí continúa el camino por el mismo sendero siguiendo el cauce del río hasta un puente de madera que lo cruza, decidimos hacer el avituallamiento en este punto, sacamos los bocatas y los comemos en un pequeño prado a orillas del río y con el canto de los pajarillos regalándonos los oídos.
Ahora toca bajar, el descenso nos lleva la mitad del tiempo invertido en la subida


