Viena antes del confinamiento ✏️ Blogs de AustriaUn viaje de 5 días a Viena buscando el Secesionismo y lo que nos íbamos encontrandoAutor: Volandovengo Fecha creación: ⭐ Puntos: 4 (4 Votos) Índice del Diario: Viena antes del confinamiento
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Etapas 1 a 3, total 6
Salimos el día 1, desde Sevilla en vuelo directo de Ryanair/Lauda. Salimos a las 17:55 y llegamos a las 21:10. El precio ida y vuelta con 2 maletas en cabina más reserva de asientos y seguro plus, fueron 183,92 los dos. Difícil ahora pensar en poder coger un avión
En el aeropuerto recogimos el Viena Pass para 3 días, que lleva incluido el transporte ida y vuelta al Aeropuerto-Viena, del que nos venía muy bien la línea 2 que nos dejaba a unos 5 minutos de nuestro Hotel y tarda una media hora. Su importe por 2, cogimos una promoción por Internet, fueron 258€. llegamos a la última parada de autobús, Mortzimplass donde nos paramos al homenaje y recuerdo a quienes fueron asesinados por la Gestapo. Un agradable paseo hasta el Hotel, aunque nos equivocamos y en vez de haber ido siguiendo el paseo junto al río que estaba muy cerca, subimos por una calle, lo que nos dio ocasión de pasar por lugares muy animadas, de la antigua judería, y de la calle de la Sinagoga, con bares llenos de gente y en las calles. El Hotel Post Wien en el distrito Centro, Innere Stadt, Fleischmarket, 24. Muy tranquilo y la cama muy cómoda, con un desayuno completo y variado. AD: 374€. Comimos unos sándwiches que llevábamos preparados y a descansar que nos espera mañana un día ajetreado. Etapas 1 a 3, total 6
El día estaba despejado, y tras un buen desayuno con frutas, embutidos y además tenían un pan sin gluten muy rico, muy temprano nos echamos a las calles. Frente al Hotel entramos en una Iglesia griega, en la que estaban participando en la ceremonia del domingo, cantando maravillosamente.
Fuimos hasta San Rupert, la iglesia considerada más antigua de la ciudad, aunque con las últimas excavaciones se está discutiendo esta afirmación. Está construida con las piedras del antiguo asentamiento romano de Vindabona. Durante la Edad Media, fue la sede de la administración de la sal y la iglesia daba a los embarcaderos de dichos mercaderes, en el canal del Danubio. Se cree que es del Siglo XIII en origen, conserva su estilo románico aunque ha sido reconstruida en varias ocasiones por incendios y guerras, o por nuevos estilos como ocurrió en su interior durante el barroco. Estaba cerrada a cal y canto, nos tuvimos que conformar con su fachada y su esbelta torre, que junto al canal nos ofrecía una bonita silueta. [align=center]Iglesia de San Rupert La Catedral de San Esteban, se construye en una zona donde hubo anteriores edificios religiosos, que se han descubierto en posteriores excavaciones. El primer edificio en estilo románico se construyó en el Siglo XII, ampliándose en el XIII. Se edificó en el Siglo XIV un nuevo edificio en estilo gótico, y posteriormente se amplía en el XVII en estilo barroco. Durante el siglo XIX y XX se hicieron diversas obras de remodelación y de reconstrucción. La curiosa y bella cubierta de tejado es de loza esmaltada de varios colores, y se tiene una buena visión desde las torres. En el exterior se pueden observar gárgolas y elementos reutilizados de antiguas lápidas romanas con imágenes. Aunque en principio sus dos torres estaban proyectadas iguales, no lo son, la Torre Sur, llamada Steffi, construida entre 1359 y 1443, cuando se coloca la cruz en la aguja, alcanza los 143 m de altura. La Torre Norte, o torre del águila por la figura que remata la corona, se terminó con una menor altura. Al ser domingo, estaban de oficios religiosos y no pudimos entrar al interior de la hermosa nave, aunque sí pudimos admirar lo que se veía desde las cancelas, sobre todo el maravilloso púlpito. Lo que sí pudimos hacer fue disfrutar de algunos de los cantos que había en la misa de hoy. Subimos a la Torre Norte con el ascensor para ver las hermosas vistas de la ciudad, las curiosas cubiertas y la gran campana Pummerin. La plaza de la Catedral estaba muy animada, con un sol reluciente. Desde el metro pudimos acceder a la Capilla de San Virgilio, descubierta durante la construcción de este medio de transporte. Esta capilla gótica, pertenecía a la Iglesia de la Magdalena, que estaba sobre ella y que se derribó para ampliar la Catedral. Sus nichos están decorados con pinturas y cruces solares. En la sala contigua se encuentra una exposición sobre la capilla y la Viena medieval. Como nos gusta lo arqueológico la recomendamos. Tras rodear la Catedral, entramos en la Peterskirche, una Iglesia Barroca del XVIII, de rito católico cedida al Opus Dei, con abundante propaganda. La iglesia al parecer está inspirada en el Vaticano. Un interior recargado de estatuas y decoraciones doradas, todo ello muy típico del barroco centroeuropeo. Su planta es ovalada y en la cúpula hay frescos dedicados a la Virgen. Estaban en misa y aún se mantenía la decoración navideña. Pasamos por El Grove con la Columna de la Peste, monumento barroco con diversas alegorías que recuerda a la epidemia sufrida en 1679, a la que posteriormente volveríamos más tranquilamente, y por el Barrio Judío, en dirección al Monasterio de los Escoceses, “Schottenkirche”. También estaban en misa lo que nos permitió escuchar parte de los bellos cantos que entonaban. Esta zona del Freyung nos ha gustado mucho, con el Palacio Kinsky y el Ferstel, al que volveremos otro día. Tuvimos que aligerarnos para llegar a las 12:00 al reloj Ankeruhr, por donde ya habíamos pasado esta mañana, para ver el ritual del paso de todas las figuras que marcan las horas, sólo se produce a esta hora y por más que corrimos llegamos cuando comenzaba a pasar la 3ª. En dirección al Palacio Holburg, nos detuvimos en la “Artaria House”, en la “Looshaus”, y otros edificios del movimientos Jugendstil en esa zona. El Jugendstil es el nombre que recibe el modernismo en Viena, asociado al movimiento Secesionista, que era otro de los objetivos de nuestro viaje. Una parada en las excavaciones arqueológicas de la interesante Plaza de San Miguel, donde se han encontrado restos de casas romanas y medievales y comenzamos a buscar la Biblioteca Nacional. Y buscándola nos encontramos con la Iglesia Minorita, o Iglesia Nacional Italiana de Santa María de las Nieves, una Catedral de estilo gótico que el emperador José II le cedió a los italianos. En ella se observan restos de los cañonazos de la II guerra Austro-Turca. Solitaria y en silencio la recorrimos tranquilamente, deteniéndonos en la copia en mosaico de la “Última Cena” de Da Vinci. Y por fin llegamos a la Biblioteca Nacional, que forma parte del Palacio. Es una de las más hermosas bibliotecas históricas. Se construyó en la primera mitad del S. XVIII, como Biblioteca de los Habsburgo. Su sala principal, ¡y qué sala más hermosa!, de grandes dimensiones, 80 m de largo y 20 m de alto, tiene una gran cúpula decorada con frescos. Sus muchos volúmenes de libros, y los maravillosos globos terráqueos, entre ellos dos venecianos barrocos uno celeste y otro terrestre, se completaba con una exposición dedicada a Beethoven. Puro disfrute esta visita. Nuestro amor por el patrimonio es mucho, pero eran más de las 3pm, y desde el desayuno sólo habíamos tomado unas castañas que compramos en un puesto del Freyun. Los hicimos en el Café Hotburg, muy recomendado, situado en el Palacio. El sitio era muy agradable y comimos muy bien unos l schnitzels de ternera Wiener, nuestros escalopes, muy bien preparados y unas riquísimas salchichas vienesas con sus acompañamientos, cervezas y café. No fue caro. Esta fortaleza, residencia imperial de los Habsburgo, aunque se comenzó en 1275, tiene posteriores ampliaciones en los distintos estilos arquitectónicos hasta antes de la 1ª Guerra Mundial. No visitamos la Escuela Española de Equitación, y aunque los Palacios barrocos no son nuestros preferidos, entramos y sinceramente la parte del Museo Sissi no nos aportó gran cosa, y los aposentos imperiales son como todo lo barroco muy espectaculares, pero visto Versalles es difícil que lo igualen. Más interesante nos pareció la parte de las vajillas con bellos decorados florales. Con la colección de plata y oro nos pasó igual, que no nos emociona aunque sean de gran valor. Tendríamos que haber venido por la mañana a la Capilla Palatina para escuchar durante la misa a los Niños Cantores de Viena y a miembros de la orquesta de la Ópera, pero sabíamos que para poder entrar había que estar muy temprano y no hubiéramos podido hacer el recorrido de la mañana, así que nos conformamos con lo que escuchamos por la mañana y entramos en la Iglesia de San Miguel, un edificio en origen tardo románico y gótico, con todas sus modificaciones posteriores. Cuando murió Mozart, en esta Iglesia se celebraron las exequias y se tocaron las partes compuestas de su Réquiem. Salíamos ya del Palacio, y en el ring nos pareció buena idea coger la ruta roja de los Autobuses “Hop on Hop Of sightseeing”, que están incluidos en el Viena Pass, y que nos llevó por el Ring, la zona de los Museos, delante del Ayuntamiento y el Parlamento hasta la Iglesia Votiva. Por el barrio Leopold, el parque dedicado a Simund Freud, y cerca del Museo dedicado a él. El museo se encuentra cerrado por reformas, y las pertenencias, que aquí quedaron cuando huyó a Londres, las han repartido en dos casas, a las que no íbamos a ir por el poco tiempo, y porque de sus objetos tengo el maravilloso recuerdo de su casa de Londres, su diván y su colección arqueólogica. Llegamos a Morzinplats, donde nos bajamos. El circuito nos había gustado y nos había permitido descansar. Un agradable paseo nos llevó al Barrio judío y a la Judenplatz, la judería medieval, en la que se encuentra el Monumento conmemorativo del holocausto judío austriaco, que también debería servir para que no se repitan esas atrocidades, como por ejemplo ocurre ahora en los territorios ocupados de Palestina. Entramos en el Museo Judío donde había una interesante exposición temporal sobre Edith Lamar, la interesante actriz vienesa, de procedencia judía por su madre, que fue la inventora del sistema de comunicaciones denominado “técnica de transmisión en el espectro ensanchado” en el que se basan todas las tecnologías inalámbricas de que disponemos en la actualidad. Suya es la frase “Cualquier chica puede ser glamurosa. Todo lo que tienes que hacer es quedarte quieta y parecer estúpida.” En el cercano Freyung entramos por los pasajes y en el Palacio Ferstel, con su impresionante escalera. Una agradable parada en el Café Havelka nos permitió probar la tarta Sacher de este café, que estaba muy rica. Necesitábamos un tiempo de descanso en el Hotel, cambiarnos y salir a cenar a un lugar cercano. El elegido fue el “Restaurante Beim Czaak”, Postgasse, 15, que nos pareció que tenía un ambiente agradable. Muy rico todo con comida vienesa casera, y una buena carta de vinos, el que tomamos nos gustó. Pedimos un plato de Weiner tafelspitz, una comida típica vienesa con carne hervida en caldo de verduras y huesos, y otro de trucha, ambos estaban riquísimos, muy bien acompañados de patatas, verduras y una salsa de manzana y rábano picante muy sabrosa. Buena relación calidad-precio. Volvimos tranquilamente por el canal del Danubio. El día había sido intenso.[/align] [align=justify] Etapas 1 a 3, total 6
Día 3, febrero, lunes. Dedicado al Secesionismo, arte y arte y másRecorrido por Museos de Viena, y algunas de sus iglesias
Hoy el día estaba ventoso y con lluvia. Tras el reparador desayuno, nos dirigimos a la cercana Iglesia de los Jesuitas. La Iglesia también conocida la de la Universidad, por haber estado en sus edificios anexos, es un edificio barróco del S XVII que se reforma en el XVIII por Andrea Pozzo, quien intensifica su carácter barroco italiano. Su interior de una sola nave con capillas laterales añadidas por A. Pozzo, está decorada con columnas de mármol y bellos frescos en el techo. El gran retablo de la Asunción en el altar mayor, y la cúpula pintada en la bóveda también se deben a A. Pozzo. Nos gustó mucho y más en esta hora temprana donde estábamos solos.
La lluvia se intensificaba y además con viento. Nuestro objetivo era llegar al Palacio Belvedere alto, nos equivocamos y tuvimos que andar más, hasta llegar a nuestra primera visita, la Iglesia de San Carlos, que está considerada como uno de los edificios barrocos más hermosos de Europa. Se comenzó a construir en 1716 y se terminó en 1739, por una promesa del emperador Carlos VI, tras la última plaga de peste que sufrió la ciudad, dedicándosela a san Carlos Borromeo, patrono de la lucha contra la peste. En su fachada llaman la atención las dos columnas inspiradas en la Columna Trajana de Roma, que narran en sus frisos en espiral la vida del santo. En su interior los hermosos frescos de la cúpula muestran la “Apoteosis del santo”, para verlos hay un ascensor que te deja en los andamios que se utilizaron durante la restauración. Indiscutiblemente se ven mejor que desde la planta, pero estos añadidos rompen el equilibrio y armonía de la Iglesia, y patrimonialmente no le vemos sentido. Quizás el interés sea el dinero que se obtiene cuando quieres acceder, distinto hubiera sido si la subida hubiera podido ser como en el Vaticano o en San Pablo de Londres, que no altera el conjunto. Las pinturas son muy buenas. En esos momentos había una exposición con unos globos colgados en la nave que reflejaban distintas partes de la Iglesia, eran curiosos, pero entre el tinglado del ascensor y los globos no se podía apreciar bien la estructura arquitectónica y decorativa. No entramos en la zona del museo. Ya sin lluvia nos dirigimos al Schloss Belvedere. Este palacio se construyó entre 1714 y 1723, para el general príncipe Eugenio de Saboya, con dos palacios, el inferior y el superior donde exponer la magnífica colección de arte del príncipe. La completa reforma de 2017 permite visitar ambos palacios. Nosotros optamos por visitar sólo el superior donde se concentran las grandes obras medievales y barrocas, la maravillosa colección de los pintores secesionistas y expresionistas, y el arte internacional del XIX y XX. El palacio en sí es una gozada, con su escalera imperial y salas como la terrena con las figuras de Hércules o la Galería de Marmol. Entrar en las salas de Gustav Klimt y situarte frente cuadros como “El beso”, “Judit I”, o cualquiera de las obras que te rodean, es puro placer, paladear los colores y texturas de sus cuadros. Igual sensación se tiene cuando se contemplan los cuadros de Egon Shiele, impresionante “El abrazo”, y “La muerte y la doncella”, o los de Kokoschka. No queda ahí la colección, también hay obras de Caspar David Friedrich, Van Gogh, Manet, Fernand Leger, y muchísimas más. En la planta baja hay una maravillosa selección de obras medievales y barrocas. Totalmente recomendable. Las casi tres horas que estuvimos no supieron a poco, pero en arte hay que dosificar para poder digerir lo visto. Los jardines tienen que estar preciosos en primavera y verano, el día tan desapacible como estaba con frecuentes lluvias no permitía disfrutar de él como se merece. Nos tomamos algo rápido en la cafetería y cogimos el autobús turístico amarillo, que para en la puerta, y nos llevaba hasta el Palacio de Shonbrumm. Estos autobuses incluidos en la Viena pass son muy útiles como transportes a los lugares más recomendables, mientras que descansas te van explicando los sitios por los que vas pasando. Nosotros no teníamos intención de entrar en el Palacio, aunque estaba incluido, pero sí ver su exterior y algo de los jardines, que como dejó de llover pudimos recorrer hasta el horario del siguiente autobús. El parque debe ser una maravilla en verano, ahora podías hacerte una idea de su inmensidad y tenía el atractivo de los parques invernales con muy pocas personas. La fachada del Palacio, que mira hacia el parque, indica el lenguaje de opulencia y poder que transmiten algunos edificios. El actual “Versalles vienés”, como lo llaman, es obra del siglo XVIII y XIX que le da un aspecto más clasicista, simétrico y de color amarillo, color que se identificó con los palacios Habsburgo. La vuelta muy larga, pasamos de nuevo por el Belvedere, nos dejó junto a la zona de los Museos. En primer lugar entramos en el Museo de Historia Natural, un lugar totalmente imprescindible para nosotros, donde llevábamos una pequeña selección de piezas que queríamos ver. Comenzamos por la diminuta y maravillosa “Venus de Willendorf”, una de las piezas más antiguas de la humanidad, de unos 25.000 años a.n.e. Realizada en piedra caliza, representa una figura femenina donde los atributos reproductores femeninos tienen gran protagonismo por lo que se piensa que pudo ser un exvoto de fertilidad o bien la representación de la madre tierra. Su pequeño tamaño permitiría llevarla en los traslados que se hicieran, mide 11 cm de alto, 5,7 de ancho y 15 de diámetro, ¡cómo se puede decir tanto en tan poco espacio! Seleccionamos algunos restos arqueológico, piedras preciosas y minerales de las magníficas piezas que exponen. Entramos en una interesante exposición interactiva sobre la luna y terminamos viendo alguna sala dedicada a los dinosaurios, llenas de familias, con una infancia que se lo estaba pasando estupendamente. Otro museo para quedarte horas y horas, en un edificio del XIX que hace pareja con el Museo de Historia del Arte. Nuestra última visita de hoy era el Leopold en el Museum Quartet, o barrio de los museos. Este museo tiene una estupenda colección de pintura y mobiliario secesionista, del expresionismo y bierdermeier. Cerraban a las 6 pm y las 2 horas que estuvimos en él nos supieron a poco. Las obras reunidas por el doctor Rudolf Leopold, un enamorado del arte, nos permiten disfrutar del Arte Nouveau en Viena, aquí unido al movimiento secesionista, con obras de Gustav Klimt y diseños de Josef Hoffman y otros autores para la Werkstätte, la agrupación de diversos artistas fundada en Viena, en 1903, con el objetivo de formar en distintas disciplinas artísticas. Tienen la más importante colección de pinturas expresionistas de Egon Schiele. Además nos encontramos con un plus, la exposición de “Viena 1900: la irrupción del modernismo”. Esplendida manera de terminar el día. Pensamos en cenar en su agradable cafetería, pero aún era pronto para nosotros. Hacía mucho viento pero no llovía, así que nos fuimos paseando hasta la Ópera, donde ya estaba entrando el público a la sesión de hoy, queda pendiente su visita. Mucha cola para entrar en el Café Sacher, se intentará en otro momento. Antes de llegar al Hotel entramos en dos iglesias que estaban abiertas, ¡somos incansables! La iglesia de Santa Ana, de aspecto barroco, tras varias restauraciones, con buenos frescos y una talla de Santa Ana, donde se pueden escuchar conciertos y es famosa por su buena acústica. Había misa y era cantada, y efectivamente la acústica y las voces eran muy buenas. Santo Domingo, como la anterior las restauraciones del siglo XVII le dieron un aspecto barroco, en este caso al estilo italiano. La iglesia se encuentra algo elevada en relación a la calle y también tenía mucho público en la misa cantada. Ya sí que llegamos a nuestro Hotel para descansar un poco antes de ir a cenar. Esta vez nos decidimos por “Los doce Apóstoles”, Sonnenfelsgasse 3, una bodega que recomendaban en varios foros y que queda muy cerca del Hotel. El sitio es agradable, está en uso desde el siglo XIV, y comimos en una de las naves del XV con unas preciosas bóvedas. Es un lugar turístico pero ese día estábamos solo unas cinco mesas y algunas de las salas abovedadas estaban cerradas. Hay dos señores que tocan el violín y el acordeón, que se van pasando por cada mesa, tocaban bien pero la verdad es que te da un poco de corte cuando se ponen a tu lado. De todas formas la comida de recetas vienesas estaba buena, yo repetí el tafelspitz con un buen acompañamiento, el precio no estaba mal y los camareros eran muy amables. Para bajar la comida fuimos hasta la Catedral, preciosa iluminada, y ya volvimos hacia el Hotel. Etapas 1 a 3, total 6
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