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Viernes 5 de enero de 2018
AMANECER EN EL DESIERTO Y VUELTA EN DROMEDARIO
Cuando sonó el despertador a las 6:30 de la mañana estábamos completamente ateridos de frío. En ese momento comprendí de golpe el concepto de "grandes diferencias térmicas del clima desértico" de mis clases de geografía. A pesar de la camiseta térmica y las mantas estábamos congelados. Haciendo de tripas corazón y no sin dudar un rato sobre si mandar el amanecer a paseo, nos levantamos. La ducha caliente a esas tempranas horas "no funcionaba" así que nos lavamos rápidamente la cara, nos pusimos toda la ropa que teníamos y salimos al exterior.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
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El campamento estaba en penumbra pero muchos de sus habitantes habían decidido madrugar como nosotros para disfrutar de ese espectáculo que pasa desapercibido a diario en nuestras urbanas vidas: el amanecer. Subimos a una de las lomas que rodeaban las jaimas y nos alejamos del campamento unos metros para disfrutar en soledad. Lentamente apareció una franja anaranjada sobre las lejanas montañas de Argelia que poco a poco fue dando paso a una mayor claridad hasta que de pronto el primer rayo del sol se abrió paso hacia nosotros.
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El color del desierto viró de una apagado marrón a un dorado naranja mientras la temperatura comenzaba a subir lentamente.
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La luna aún estaba en lo alto del cielo iniciando su descenso por el oeste.
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Los menos madrugadores empezaron a aparecer por las jaimas con ojos de sueño y nosotros nos encaminamos a desayunar a la jaima comedor donde agradecimos el café caliente, los pastelitos y las tostadas con miel.
Cuando salimos el sol ya se mostraba en todo su esplendor y la actividad en el campamento era frenética. Hicimos las maletas y nos preparamos para emprender el viaje de vuelta en dromedario hasta el límite de las dunas.
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En el rato que estuve esperando no estuvo ocioso y con la cámara pude captar algunos momentos muy interesantes de nuestros anfitriones beduinos.
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Como el día anterior Youssef nos había prometido un rato de sandboarding y no lo pudimos hacer le arrancamos 10 minutos al estricto horario para que nuestros hijos pudieran tirarse por las dunas a lomos de una tabla encerada aunque como no cogía velocidad se aburrieron mucho antes del límite. Para sandboarding, el de Huacachina de nuestro viaje a Perú...
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Cargaron las maletas en un 4x4 y nosotros nos encaminamos al rebaño de dromedarios que nos esperaba para deshacer el camino del día anterior. De nuevo hubo risas al subirse al bicho, gritos cuando éste se ponía de pie e interesantes fotos para enseñar a nuestros nietos que no puedo mostrar por pudor

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Como ya nos sabíamos lo que era montar en dromedario y no hubo parada intermedia el paseo se hizo un poco más largo. Disfrutamos de nuevo de la soledad y el silencio de las dunas en especial de una enorme con forma de S acompañada de la luna.
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Tras media hora larga de paseo llegamos al "embarcadero de dromedarios" donde nos esperaba el inefable Mubarak y su minibús. Allí también estaban de nuevo los mismos chavales del día anterior buscando de nuevo propina.
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Bajamos con dificultad de los bichos y nuestros dos beduinos acompañantes extendieron una tela de colores donde expusieron unos cuantos fósiles, minerales y artesanías que nos ofrecieron por un "módico precio". La verdad es que no nos interesaba nada pero les compramos varias cosas porque nos pareció una forma muy elegante de dejarles una buena propina.
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Y finalmente todos contentos y satisfechos reemprendimos la marcha. La noche en el desierto nos había encantado. Sólo por ella había merecido la pena el viaje. Sin embargo se nos había hecho muy corta. Con más días podríamos haber pasado un día entero en las dunas montando en dromedario, paseando, visitando rebaños y pozos y habríamos podido hacer una excursión en 4x4 por las dunas para disfrutar de un subidón de adrenalina. Otra vez será

De nuevo hoy teníamos una ruta de 375 kilómetros entre Erg Chebbi y Ouarzazate. El itinerario era el siguiente:
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La primera parada era el pueblo de Risani. Como por carretera había que dar una gran vuelta pasando de nuevo por Erfoud, Mubarak se lanzó campo a través por el desierto por unas pistas de rodadas que no era la primera vez que seguía. Mientras dábamos unos botes dignos de una atracción de feria ¡el tío seguía contestando al teléfono!



Una cosa me llamó la atención. En el camino nos topamos con un pastor que paró al bus para pedir agua y Kers le regaló una botella entera. Y es que según nos dijo, en el desierto es una ley no escrita dar agua al sediento. Kers nos había contado que de niño había sido pastor por aquellos andurriales. Que se levantaba con el sol (y el frío) y se tiraba todo el día con las cabras hasta la noche. Y así todos los días, por supuesto sin ir al cole ni nada. También nos contó que había tenido un matrimonio concertado con una chica a la que no había visto nunca antes porque "es lo que hacen los bereberes". No es de sorprender que el matrimonio no durara y de que a los 3 años estuviera de nuevo divorciado. También nos contó que había aprendido español por su cuenta leyendo en sus largas jornadas en el desierto un libro que tenía el texto en árabe y español, sin ayuda de nadie y ¡deduciendo él mismo el significado de las diferentes palabras! Como guía era bastante malo ya que no sabía gran cosa de historia, arquitectura o simples datos del país. Además, era bastante parco en explicaciones y todo había que preguntárselo, cosa rara en un guía de viaje organizado. Y para más inri tampoco tenía un español muy bueno. Pero después de conocer su azarosa vida y cómo había salido adelante ¡se lo perdonamos todo

RISANI
Finalmente volvimos al asfalto y en un rato llegamos a Risani, una ciudad de 21.000 habitantes que había sido un importante centro de paso en las rutas caravaneras que se dirigían a Tombuctú. Hoy la ciudad es famosa por su mercado y porque es el lugar donde surgió la actual dinastía real alauita que reina en el país.
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Primero paramos en el MAUSOLEO DEL MOULAY ALI CHERIF, el fundador de la dinastía alauita y tatara-tatara-tatara-tatara abuelo del actual rey. El mausoleo es una mezquita con una puerta señorial que da a un patio ajardinado con fuentes.
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Desgraciadamente no se puede entrar en templo si no eres musulmán, aunque pudimos asomarnos por una puertecita y echar un vistazo al interior. La tumba ni la olimos. De hecho, Kers no nos supo explicar quién era el Mulay y tuvimos que buscarlo en la wikipedia una vez en España.
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Luego nos dirigimos al MERCADO del pueblo. Desafortunadamente los días de mercado son los martes, jueves y domingo. Como era viernes había muy poca actividad pero resultó una visita muy interesante. Entramos por un lateral al zoco a una zona de puestos de frutas y especias bajo un techado de mimbre.
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Kers nos llevó a uno de los puestos de especias donde el dueño nos explicó en perfecto español las diferentes especias y productos que vendía todos con infinitas propiedades medicinales y milagrosos para múltiples achaques. El tipo sentado rodeado de cestos de especias era capaz de alcanzar cualquiera de ellos con un largo cazo, cargaba la especia en una bolsa y la pesaba en una balanza con pesas "de las de toda la vida". El caso es que le compramos algunas cosas a unos precios evidentemente incrementados. Y es que nuestro amigo Kers seguía sacando comisiones en cada visita...
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Luego salimos al exterior y dimos un instructivo paseo por la ciudad mientras disfrutábamos de su vida diaria. Se me ocurrió hacerle una foto a un policía que acto seguido me llamó y con bastantes malas pulgas me obligó a borrarla. No me quería ir del país sin una foto policial así que unas calles más adelante lo intenté de nuevo con otro policía con el teleobjetivo y a una distancia prudencial. Pensé que había logrado mi objetivo cuando varios minutos después el policía se acercó, me pidió ver las fotos de la cámara y también me hizo borrarla. ¡Alguien le había chivado que le había hecho una foto! Y es que parece ser que hacer fotos a la autoridad está prohibido en este país. Bueno en general hacer retratos en Marruecos es muuuuuy difícil. No obstante, alguno cayó...
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Seguimos paseando por otra parte del zoco con decenas de tiendas dispuestas en callejuelas, patios y plazas. Me pareció una de las visitas más auténticas de todo el viaje ya que no eran tiendas para turistas sino verdaderos negocios locales: herreros, peluqueros, sastres, carniceros, etc.
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Salimos por otra puerta distinta del zoco donde nos esperaba el bus. Mis compañeros necesitaban dinero en efectivo así que se fueron con Kers a cambiar a un banco mientras nosotros nos quedábamos curioseando. A la puerta del mercado había un aguador que ofrecía gratuitamente a los viandantes agua que sacaba de un pellejo de cabra que llevaba colgado al hombro utilizando la misma taza

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Durante la espera y amparado por los cristales tintados de la furgoneta pudo echar alguna foto más.
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Y por supuesto me llevé mi foto de policía marroquí



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MÁS FÓSILES
A los pocos kilómetros de Risani hicimos una parada en un paraje del desierto aparentemente anodino (GPS 31°16'13.8"N 4°21'57.6"W). Allí Kers nos mostró unos afloramientos de roca junto a la carretera que tenían miles de fósiles principalmente amonites y belemnites (calamares

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Estuvimos un rato curioseando y encontramos algunos sueltos que nos llevamos de recuerdo a casa. En la zona había un paisano muy simpático que vendía trilobites de gran calidad por un precio bastante más bajo que en la tienda que habíamos visitado ayer así que tras un trabajado regateo me lleve un par de ejemplares magníficos por 20 euros.
ALNIF
Seguimos camino hasta la localidad de Alnif, un oasis de población bereber y cruce de caminos situado a 95 km de Risani y conocido por su producción de dátiles y alfombras y por ser uno de los lugares con mayor concentración de yacimientos de fósiles en Marruecos. Aquí hicimos otra de las visitas más auténticas del viaje. Dejamos la furgoneta en una plaza y atravesamos el pueblo caminando y disfrutando del ambiente de su mercado en plena efervescencia.
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Nos dirigimos a una kasbah situada en su centro urbano que aún continúa habitada (GPS 31°07'01.8"N 5°09'53.7"W). Atravesamos la puerta monumental de adobe y nos adentramos en el laberinto de callejuelas con casas de tapial y adobe.
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Era una especie de urbanización marroquí de hace 100 años y no pude evitar sentirme un poco intruso mientras fotografiaba la intimidad de sus habitantes.
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Volvimos al bus y continuamos camino. Hicimos una parada para comer en el habitual restaurante turístico de precio occidental, comida normalita y comisión para el guía. Sí, de nuevo ensalada, tahine, brochetas y tortilla

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NKOB
Unos kilómetros más adelante llegamos a Nkob, otro pueblo-oasis. Kers nos paró en un restaurante para estirar las piernas y usar los baños, probablemente otro de sus habituales lugares para abrevar turistas y mejorar su cuenta corriente. Desde su terraza pudimos admirar la vista de su palmeral.
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RIO DRAA EN TANSIKHTE
Tras otro tramo de bus hicimos una nueva parada en el pueblo de Tansikhte donde la carretera cruza el río Draa cuyo valle estábamos atravesando. Nos dejó a un lado del río y atravesamos caminando el puente disfrutando de la luz del atardecer sobre el Draa (GPS 30°41'13.9"N 6°11'33.2"W).
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Luego dimos un corto paseo por la linde del palmeral del pueblo donde pudimos ver de cerca las palmeras datileras. Por supuesto todo el camino estaba salpicado de puestos de vendedores de dátiles a la caza del turista goloso.
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La verdad es que las señales marroquíes son muy fotogénicas. Aquí está Kers señalando el camino y nuestra prole bajo un stop marroquí:
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AGDZ
Finalmente llegamos a este pueblo de nombre impronunciable donde subimos a un mirador situado junto al ayuntamiento (GPS 30°41'33.4"N 6°26'34.1"W) para disfrutar de la vista de otro hermoso palmeral a los pies de una colina.
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El día no había estado mal. Despertarse en el desierto para ver el amanecer y dar un paseíto en dromedario bien de mañana es una actividad que no se realiza todos los días. Y luego en el viaje habíamos disfrutado de la caza de fósiles y de dos visitas muy auténticas, casi etnográficas, al mercado de Risani y a la kasbah de Nkob que nos habían gustado mucho. Luego habíamos tenido las habituales visitas de relleno de palmerales y demás y la inevitable comida turística de todo viaje grupal pero en conjunto había sido un día entretenido e interesante.
HOTEL RIAD DAR CHAMAA
Página web
Puntuación 4/5
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Con el sol ya puesto llegamos a Ouarzazate donde nos dirigimos directamente al hotel donde íbamos a pernoctar, un edificio moderno imitando un antiguo ksar de adobe con un patio central precioso que ejercía de vestíbulo, una piscina estupenda con zona chillout perfecta para una noche de verano y unas habitaciones amplias y funcionales. Las camas eran cómodas y la wifi más que correcta. Por poner alguna pega el baño no tenía puerta y en patio hacía un frío que pelaba ya que no tenía techo. La pena es que estaba situado en la habitual barriada de las afueras de la ciudad, oscura, sucia e intimidante que no invitaba al paseo nocturno.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
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Cenamos en el hotel magníficamente. Aunque era un menú cerrado fue de las mejores cenas del viaje (y además tenían cerveza y vino, ¿qué más se puede pedir?).
Desafortunadamente junto a nosotros cenó un grupo de veinteañeros italianos bastante maleducados que gritaban aún más que nosotros y que nos dieron la cena. Y por si fuera poco se quedaron de fiesta en el patio fumando, gritando y bebiendo hasta bien entrada la noche lo que nos impidió conciliar el sueño como nos merecíamos

