
La mañana siguiente fue muy frustrante. Pretendíamos coger el ferry alrededor de las 9am, y no sé cómo acabamos llegando a nuestro hotel a las 15:30. Y es que nos equivocamos de lugar donde se cogían los ferries, y tardamos varias horas en encontrarlo, buscadlo bien por internet antes de ir si necesitais ir a Macao.
Otra vez más cambiábamos de país, otro papelito para meter dentro del pasaporte, y una vez allí directos al autobús gratuito de nuestro gran hotel de 5 estrellas, The Venetian. Fue también frustrante llegar y ver que había una cola de más de 45 minutos para realizar el check in, pero todas las quejas se nos acabarían al ver la habitación, nuestra magnífica suite por 150 euros/noche (estuvimos 2 noches) que nos hizo sentir millonarios. Por muchas fotos o vídeos que hubiéramos visto de estas suites, fue un shock ver cómo de lujoso y grande era todo dentro de esa habitación. No tardamos ni dos segundos en acostumbrarnos a ello, y fue realmente duro volver a nuestro piso mugriento de Córdoba después de aquello. Pasamos parte de la tarde en una de las lujosas piscinas, luego visitamos el centro comercial veneciano de dentro del hotel, que es en sí una de las principales atracciones turísticas de Macao, luego cenamos en la zona de los locales de comida, y luego pasamos al grandioso casino a jugar a la ruleta durante un rato.







El día siguiente sería nuestro último día y nuestra última noche en Macao, nuestra última oportunidad de disfrutar al máximo antes de regresar a la vida real.
Por la mañana cogimos el autobús urbano hacia el centro de Macao (The Venetian está en "la otra isla" de Macao, Taipa si no me estoy equivocando). Paseamos por la Senado Square, las ruina de Saint Paul, y un parque con una especie de castillo/fortaleza que hay al lado bastante bonito. Hay que reconocer que Macao es bonito, y tiene un buen ambiente.





Comimos en un pizzahut, again, y volvimos a nuestro amado hotel. Otra vez piscina. Y después fuimos a cenar al hotel/casino de en frente, "Sands" creo, nos tomamos una botella de vino, y nos volvimos al Venetian a pasar una buena noche en el casino.
Hay que decir que los casinos no son como nos los imaginábamos, o como los que hemos visto en otros lugares. Teníamos la imagen de las películas de Las Vegas, y aquí las cosas eran distintas, para empezar, no se sirve alcohol ni hay bar dentro de los casinos, lo único que hay son cientos de chinos jugando, muchos probablemente ludópatas. Es el juego lo que lleva a los asiáticos a Macao, no la fiesta.
Había muchos juegos raros que no conocíamos, y que no entendíamos al tener solo caracteres chinos, y después de probar algunos nos fuimos a lo que nos gusta, la ruleta electrónica. Somos los típicos pardillos que apostamos la apuesta mínima al rojo/negro o al par/impar, pero hubo un momento que salió dos veces seguidas el número 0, y Andrés dijo: "no puede ser, voy a ver las estadísticas", con la mala suerte de que pulsó sin querer el 0, apostando así 50 dólares (no me acuerdo, pero creo que fueron 50 dólares = 5 euros) al número 0, y sin saber quitarlo. El destino quiso que volviera a salir el 0, con lo que, ganando 36/1, nos hicimos con una mini fortuna que nos serviría para pagar el ferry del día siguiente, las comidas hasta llegar a España, y más.
Al día siguiente no madrugamos, nos levantamos tranquilamente, volvimos a HK, fuimos en metro al aeropuerto, y volamos con destino a Madrid con parada en Abu Dhabi.