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Nuevamente amanece nublado, así que descartamos cualquier aspiración de ver montañas. En Kaprun, visitamos otra garganta, la Sigmund-Thun-Klamm, que nos lleva unos 30 minutos.
Es bastante más pequeña que la de Taxenbach, 32 metros de profundidad y 300 de largo. Tiene un puente de piedra antiguo a la entrada que le da un encanto especial; esta garganta es bastante estrecha y las escaleras, con sus característicos salientes, nos permiten ir muy pegaditos a las paredes de roca. A veces hay un pequeño tejadillo para contemplar la belleza del desfiladero sin mojarnos.
Nos gusta esta garganta, menos conocida, más callada, y aunque se nota la intervención del hombre, atravesamos un espacio natural.
De su estrechez da cuenta la escasez de luz que llega; aún así, logramos captar algún pequeño arcoiris que parece tatuado en la roca.
El camino contrario al curso del agua nos lleva al final, donde una verja nos separa de una gran cortina de agua que parece rebosarse de alguna presa. Es la central hidroeléctrica de Kaprun.
A la salida, en vez de volver por el mismo camino, seguimos las indicaciones hasta el lago Kapruner Acher, llamado también Klammsee, atraídos por su color esmeralda cuando el sol acierta a tocarlo. Hay varias familias con niños dispuestas a pasar el día allí, en una lengua de tierra cercana al agua poco caudalosa en la que los niños pueden jugar sin ningún peligro, ¡si el agua helada se lo permite!
Al nuestro no le importó, estaba fría con ganas, pero él se hartó de saltar y correr. A pesar de lo nublado hacía calor. Desde aquí vemos la subida del Maiskogelbahn hasta la Maiskogelalm.
De vuelta a la carretera el día sigue caluroso; paramos en un sitio que nos había llamado la atención anteriormente; resultó ser un pequeño “parque temático”, la Maiskogel familienberg o Maisi-Alm freizeitpark, alrededor de la estación del Panoramabahn Schaufelberg, en Einödweg. Esta es su web.
Primero comimos en uno de los locales unas pizzas y luego salimos a entretenernos en la zona infantil, amplia, con toboganes, puentes colgantes, columpios, helicópteros... algunos gratuitos y otros de pago. Cerca había unos cerditos negros. Los hinchables eran gratuitos y la tirada por los toboganes con alfombra costaban 0.50 €, así que aprovechamos. ¡A nuestro terremoto no le da miedo nada! Desde allí se accede también al trineo de verano o rodelbahn con una cola enorme.
Ya en Rauris, aprovechando el calor y antes de que nos tocara una tormenta por la tarde, tan frecuentes en la zona, nos cambiamos en casa y nos fuimos a la piscina del pueblo.
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