Nuestro último día en la región de Salzburgerland amaneció muy feo, oscuro y con amenaza de lluvia. Después de recoger nuestros bártulos y de despedirnos de la familia, como zona intermedia antes de llegar a Salzkammergut, elegimos la de Wagrain, donde cogimos el Flying Mozart, con sus telecabinas decorados con claves de sol.
La subida nos salió rana, rodeados de una niebla fantasmal que no nos dejaba ver más allá de nuestros pies. Menos mal que el billete estaba incluido en la tarjeta, que a estas alturas ya echaba humo Eran las 10 y el Alpengasthof Kogelalm apenas estaba abriendo, ni siquiera estaba montado el hinchable.
Nos tomamos un chocolate calentito y dejamos que el niño jugara en el arenero con juguetes, nos hicimos fotos con un helicóptero antiguo, disfrutamos de una minúscula ermita envuelta en niebla... pero lo que más le gustó fue una enorme vaca dispuesta a ser ordeñada. ¡Cuánto la manoseó!
Viendo que el día no mejoraba, desistimos y bajamos dirección a Altenmarkt im Pongau, a sus Therme Amadé; la hora de comer estaba cerca y paramos en el Gasthof Laudersbach. No sé qué nos llamó la atención de un gasthof al borde de la carretera con varias motos fuera, pero entramos y nos sentamos en la terraza cubierta. Tienen zona infantil en la trasera, pero no pudimos usarla porque había llovido mucho y estaba impracticable. Como seguía lloviendo, comimos sin prisas de maravilla: minirollitos de primavera con tres salsas, tagliatele con verduras y gambas y, lo mejor, gröstl, qué rico estaba (papas y speck asados, con su correspondiente huevo).
Después de una siestecita en el coche, ya por fin nos despedimos de las termas austriacas en las Therme Amadé. Nada más llegar, vemos dos toboganes cubiertos enormes que se entrelazan, ¡qué pena que nuestro niño es tan pequeño! Son similares a las demás, aunque son las que menos nos gustaron, claro que comparadas con las de Gaistenertal... en cuanto a mantenimiento, suelos mojados con frecuencia y no secados (en el resto había personal continuamente eliminando el agua), vamos, algo más descuidadas, pero no sucias. La zona infantil, una auténtica maravilla, grande, con juguetes en la piscina de 0.35 m, presidida por un tobogán de una serpiente verde; además, una piscina olímpica con trampolín y varias de agua caliente, chorros para masaje, hamacas... La zona exterior ni la pisamos, con la lluvia que seguía cayendo.
Subimos por la zona de Tennegebirge, carreteras A10 y 166 a continuación y, antes de llegar a Gosau, el Salzkammergut nos dio la bienvenida, habíamos cruzado la “frontera” entre la región de Salzburgo y la de la Alta Austria (Oberösterreich). Estábamos en tierra conocida otra vez, Gosau, Vordertal... atravesando lluvia y niebla hasta llegar después de casi una hora de camino a nuestra adorada Hallstatt .Llegamos, cruzando el túnel de entrada, directamente a Hallsttat-Lahn donde teníamos el alojamiento (Herta Höll apartments), en el cruce de Salzbergstrasse y Marlerweg, muy cerca del funicular para subir a la mina de sal (Salzwelten). Por lo poquito que pudimos ver, nos dio la impresión de que el pueblo había crecido en los últimos 4 años, con aparcamientos grandes y enumerados que no recordábamos que estuviesen la vez anterior. Por delante de la casa de la familia Höll pasa con fuerza el arroyo que baja de Echerntal hasta el lago. Con aparcamiento incluido, la Haus Herta Höll son varios apartamentos y habitaciones, adosados a la casa principal en la que vive la dueña con su familia y su perro. A la entrada, dos conejos a los que llamamos Roger y Arenita, ¡que se pasaban el día comiendo! Esta zona que nos pasó desapercibida la vez anterior también nos enamoró.
Y con la lluvia nos acostamos, después de pasarme un buen rato detrás del cristal de la ventana, para convencerme de dónde estábamos.