Viernes 13 de abril de 2018: Edam, Volendam y Marken + Mercado Albert Cuyp + Museumplein + Vondelpark + Leidseplein + Max Euweplein
Nos levantamos temprano y bajamos a desayunar. Hoy íbamos a destinar gran parte del día a visitar los pueblos de Waterland: Edam, Volendam y Marken. Tomamos el metro M51 hasta la Estación Central, porque desde allí salían los buses que nos llevarían a ellos. Los trayectos en bus estaban incluidos en nuestro Amsterdam & Region Travel Ticket, pero también se podía comprar un pase llamado Waterland Ticket, con el que se podía viajar entre los pueblos en bus durante un día. Pese a que teníamos indicaciones acerca de la ubicación de las paradas, nos costó encontrarlas. En concreto, lo que hicimos fue bordear la Estación (sin entrar), subir por una escalera que había a mano izquierda para llegar a la parte posterior del edificio, y allí estaban.
Tomamos el bus 314 para ir a Edam, el pueblo de los quesos de bola. Teníamos que ir hasta Busstation, el final del trayecto, que nos llevó unos 20 minutos. El bus era muy cómodo y hasta tenía wi-fi. Cuando llegamos, apenas pasadas las 9:00 am, el pueblo todavía dormía, las calles estaban desiertas, y reinaba una tranquilidad abrumadora. Aprovechamos para recorrer el lugar, pasear por los canales y atravesar algunos puentes.
Lo que nos resultó llamativo de las casas era que muchas no tenían cortinas, o las tenían corridas, con lo cual se podía ver el interior. En los salientes de las ventanas, del lado de adentro, había plantas o distintos adornos que decoraban cada vivienda.
Compramos queso en una tienda que había en una esquina, donde pudimos degustar distintas variedades antes de decidir cuáles llevarnos. Los precios de los productos que compramos fueron ligeramente inferiores a los que vimos después en otros lugares.
Justo en frente había un local de souvenirs, en el que solo compramos un imán, porque los precios eran elevados.
Pasamos por la Grote Kerk, también conocida como San Nicholaaskerk (Iglesia de San Nicolás), pero estaba cerrada. Según indicaba un cartel, abría al mediodía.
En Ámsterdam nos sorprendimos con la cantidad de bicicletas que circulaban por la ciudad; en Edam nos llamaron la atención algunas que estaban estacionadas y tenían una decoración muy particular.
Abandonamos el pueblo a las 11:00 am, después de haber estado casi dos horas. Para ese entonces, ya se veía más gente en las calles.
Para llegar a Volendam tomamos el bus 316 en el mismo lugar donde nos había dejado el bus anterior. Después de 15 minutos, nos bajamos en la parada Julianaweg/Centrum, pasamos por el Museo de Volendam, que no visitamos, y caminamos hasta el puerto, el principal atractivo de este pueblo de pescadores. Había una gran cantidad de restaurantes y tiendas, donde aprovechamos para comprar algunos souvenirs (tales como molinos, llaveros, imanes y repasadores), cuyos precios nos parecieron más baratos que los locales de Edam y Ámsterdam. También vimos una tienda en la que uno se podía vestir con los trajes típicos de la zona y llevarse una foto de recuerdo por un precio que no nos molestamos en averiguar.
Durante el paseo vimos algunas estatuas...
Antes de almorzar, compramos un billete de ida para el Marken Express, un ferry que nos llevaría de Volendam a Marken. Este billete no estaba incluido en el Amsterdam & Region Travel Ticket, pero por tener el abono nos hicieron un 10% de descuento en la tarifa, que costaba 8,50 EUR. Las salidas eran cada 45 minutos, y el próximo ferry partía a las 14:15 pm. Esta no era la única opción para llegar a Marken, pero sí la más directa, ya que, de lo contrario, teníamos que tomar un bus hasta el pueblo de Monnickendam y luego otro hasta Marken. Como ventaja, ambos buses estaban incluidos en el abono, así que no había que pagar un billete adicional como en el caso del ferry.
Elegimos el restaurante Paviljoen Smit Bokkum porque habíamos leído muy buenas opiniones en Tripadvisor y queríamos conocerlo. Estaba ubicado a menos de 15 minutos a pie del ferry, en una zona un poco menos frecuentada por turistas. La especialidad, como no podía ser de otra manera, eran los pescados y los ahumados. La atención fue cordial pero un poco lenta, pese a que fuimos unos de los primeros en llegar. Aprovechamos a usar los baños, que estaban impecables. De entrada pedimos una selección de ahumados (anguila, lubina, dorada y salmón) y, como platos principales, lubina con pasta y bacalao frito con papas fritas y ensalada. Esto, más una bebida grande y la propina nos costó 60 EUR. La comida era fresca y sabrosa, las porciones eran normales y los precios eran elevados, pero acordes a la calidad. Valió la pena haberse dado el gusto.
De camino al ferry, entre algunas casas muy pintorescas, vimos la Stolphoevekerk, la iglesia más antigua del lugar.
El ferry salió puntual, y con esta imagen nos despedimos de Volendam.
A las 14:45 pm, después de 30 minutos, llegamos a Marken, un pueblo sacado de un cuento, con unas casas preciosas que parecían recién pintadas. Alrededor del puerto había tiendas de souvenirs y lugares para tomar algo. Al igual que en Edam, se respiraba paz y tranquilidad.
Entramos a la Hervormde Kerk, una iglesia cristiana, protestante y calvinista, cuyo interior era muy bonito.
Pasamos por la puerta del Museo de Marken, pero no lo visitamos. Llegamos hasta un monumento conmemorativo a las víctimas de la Segunda Guerra Mundial, junto al cual se encontraba otro monumento en memoria de las víctimas de Marken en la caída del avión Short Stirling BK710 en la noche del 25 al 26 de mayo de 1943.
Visitamos una fábrica de zuecos, donde un señor explicaba, en inglés, el proceso de fabricación de estos calzados a un grupo de turistas. No llegamos a escuchar toda la explicación y, como no llegaba más gente como para que volvieran a empezar, nos quedamos con la mitad de la historia. Aparte de fábrica, en el lugar vendían zuecos y souvenirs, pero los precios no nos parecieron muy económicos.
A metros de la fábrica había una tienda de souvenirs, a la que entramos para hacer algunas compras. Sabíamos que había un faro en la isla, pero el día se había vuelto más ventoso y nublado, y sumado a que nos quedaba lejos (más de media hora a pie), decidimos no ir.
A las 16:00 pm tomamos el bus 315 en la estación Kerkbuurt-Centrum y en media hora llegamos a la Estación Central de Ámsterdam. En frente de la Estación nos tomamos el tranvía 4, que nos dejó a tres cuadras del Mercado Albert Cuyp. Faltaban menos de diez minutos para las 17:00 pm, hora en que cerraba el mercado, así que varios puestos ya empezaban a juntar sus cosas y dar por finalizada la jornada. Habíamos leído que era un buen lugar para comprar souvenirs, pero lo poco que vimos no nos convenció y no compramos nada. Se vendían flores, ropa, artículos de cuero, souvenirs y había varios locales para comer o tomar algo. El mercado no abre los domingos.
Atravesamos el mercado de principio a fin y antes de seguir con nuestro recorrido hicimos una parada en un Mc Donalds cercano para ir al baño. Pagamos 0,50 EUR cada uno para usar los sanitarios, que no estaban en las mejores condiciones.
Después de 10 minutos de caminata llegamos a Museumplein o el Barrio de los Museos, una zona rodeada de museos que no visitamos. Nos resultó imposible sacarnos una foto con las famosas letras “I Amsterdam”, porque había mucha gente; algunos incluso se trepaban a las letras y hacían sesiones fotográficas eternas.
Vimos el Reijmuseum…
El Museo Van Gogh…
Y el Concertgebouw (Sala de Conciertos).
Entramos a la tienda de los museos y, lejos de llevarnos algún souvenir de temática cultural, compramos unos snacks.
Dedicamos la siguiente hora a pasear por el Vondelpark, el parque público de la ciudad, que quedaba a 15 minutos a pie de Museumplein.
El lugar era enorme y las bicicletas aparecían a montones por todos lados; esto hizo que cruzar los senderos del parque fuera una tarea difícil.
Nos sentamos en un banco a comer los snacks pero enseguida nos vimos invadidos por un dúo de patos que sintieron el sonido de la bolsa al abrirla y la miraban amenazantes. Lamentablemente no teníamos pan para darles y nuestros snacks no eran una opción, pero ellos no se movían de ahí, así que después de tal escena intimidatoria nos levantamos y nos sentamos en otro banco. Los patos se quedaron en el mismo lugar, tal vez a la espera de otras víctimas... Aquí, una foto de los protagonistas:
Salimos del parque por el extremo opuesto al que habíamos entrado, y en los alrededores buscamos la parada del tranvía 2 para ir a Leidsplein, una plaza bastante animada, llena de locales comerciales y restaurantes. A escasos metros había otra plaza, Max Euweplein, dedicada al ajedrecista neerlandés Max Ewe, en la que se destacaba un ajedrez gigante en el piso.
Todavía no eran las 20:00 pm y teníamos reserva para cenar a las 20:30 pm en el restaurante The Pantry, en la zona de Leidsplein. Fuimos igual y tuvimos suerte de que nos asignaran una mesa tras una breve espera. El ambiente era un poco ruidoso porque las mesas estaban muy juntas y además el espacio era reducido, así que es preferible reservar. Tenían carta en español. La atención fue cordial y muy expeditiva. Había menúes especiales de comida local que incluían entrada, plato y postre y costaban entre 20 y 30 EUR, aunque nosotros pedimos platos de la carta. La comida era rica y las porciones, acordes. De entrada comimos croquetas de queso de cabra y de camarón y como platos principales pedimos estofado de carne de vaca y cebollas con puré de papas y col y un combinado de hutspot, boerenkool y zuurkoolstamppot con salchicha. Con dos bebidas (una de ellas, cerveza) y propina pagamos 58 EUR. Nos pareció un lugar recomendable para probar comida local, aunque la comida local no se destaque demasiado.
Terminada la cena, volvimos al hotel a dormir.