AMBERES (ANTWERPEN), el diamante de Flandes ✏️ Diarios de Viajes de Belgica

Después de dedicar unas horas a la pequeña ciudad de Lier, fuimos a visitar la ciudad más grande que teníamos planificada para nuestra escapada de fin de semana, Amberes o Antwerpen en neerlandés. Para llegar hasta aquí volvimos a tomar el tren en la estación de Lier y en apenas 20 minutos llegamos a la estación central de Amberes, uno de los puntos destacables de la ciudad. El viaje como venía siendo habitual fue muy cómodo.

Se tiene constancia de asentamientos romanos en la zona en los siglos II y III. El crecimiento de Amberes se produce por el declive de la ciudad de Brujas debido en parte a que su puerto se convierte en una ciénaga. Durante la primera mitad del siglo XIV Amberes es uno de los centros comerciales más importantes de Europa. La ciudad siempre ha estado muy ligada a los Países Bajos españoles y en la segunda mitad del siglo XVI es uno de los centros de los conflictos entre protestantes y católicos. Estas luchas llevaron al cierre del río Escalda, principal motor económico de Amberes, lo que provocó una importante crisis económico. A pesar de esto continuó floreciendo en el siglo XVII gracias a grandes artistas como Rubens o Anthony Van Dyck.

La prosperidad o declive de la ciudad siempre ha estado ligada al río Escalda, mientras este permanecía cerrado durante largos periodos de tiempo, la ciudad entraba en un letargo, cuando este se abría llegaba la prosperidad a la ciudad.

Actualmente Amberes alberga el segundo puerto más grande de Europa tras el de Rotterdam y es centro mundial del diamante en bruto.

Nuestra visita como venía siendo habitual estos días comienza en la Grote Markt y más concretamente en la Oficina de Turismo, situada en la misma plaza, para hacernos con algún mapa que nos ayude en nuestro recorrido e informarnos de posibles visitas. Con el Hi Belgium Pass tienes incluidas algunas como la visita a la Catedral y museos como la Casa de Rubens o el MAS entre otros. Nosotros elegimos ir a visitar la Casa de Rubens y el resto de día que teníamos disponible lo dedicamos a patearnos la ciudad, así que dejamos el resto de museos para otra ocasión.

Para todos aquellos que lleguéis a la ciudad en tren, la Grote Markt está a unos 15 minutos caminando atravesando la calle comercial Mier. El centro neurálgico de Amberes es su Grote Markt, con sus típicas casas gremiales construidas entre los siglos XVI y XVII y el Ayuntamiento, que tuvimos la mala suerte de ver en reformas, por lo que solo pudimos disfrutar de una bonita lona que simulaba ser la fachada principal del edificio. No sería el único edificio que nos encontramos en obras, ya que el castillo Steen tampoco lo pudimos ver. Una pena.

Lo que está debajo de la lona es el Ayuntamiento renacentista de Amberes. El edificio fue construido en el siglo XVI en estilo italiano renacentista y se ganó entrar en la lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO. En la fachada del edificio suelen disponerse banderas de todos los países de la Unión Europea.

En el centro de la plaza hay una estatua de Brabo, en una fuente, que hace referencia a la leyenda de la mano de Amberes.

La estatua representa a un soldado romano, Silvius Brabo, que según cuenta la leyenda, da nombre a la ciudad en base a su historia. En época romana el gigante Antogoon dominaba la ciudad y obligaba a los ciudadanos a pagar un impuesto para entrar en la ciudad cruzando el puente sobre el río Escalda. Si alguien no pagaba este impuesto, el gigante les cortaba la mano y la tiraba al río.

El soldado Silvius Brabo se propuso acabar con este gigante que atemorizaba a la ciudad. Se plantó en el puente y el gigante le exigió el pago del impuesto, al negarse, este fue a cortarle la mano al soldado que se enfrentó a él y le venció. Brabo cortó la mano al gigante y la tiró al río como este hacía con sus víctimas.

De este momento surge el nombre de Amberes, Antwerpen en neerlandés que se puede traducir como "lanzar la mano". La estatua de la Grote Markt representa el momento exacto en el que el soldado lanza la mano al río. Uno de los dulces más famosos de la ciudad son las manitas de Amberes, que se hacen con chocolate y galleta.

Desde la Grote Markt divisamos el increíble campanario de 123 metros de altura de la Catedral de Nuestra Señora y a ella nos dirigimos.

El acceso a la catedral son 6€, está incluida en las visitas a la ciudad con el Hi Belgium Pass. Esta catedral es la más grande de toda Bélgica y tan solo su visita, al igual que el Ayuntamiento en Lovaina, justifica la visita de la ciudad. Desde el año 1999 es Patrimonio Mundial de la UNESCO.

La catedral se construyó en el año 1352, pero sus elementos góticos se añadieron durante el siglo XV, cuando se construyó el campanario. En un principio la catedral iba a tener dos torres, pero un incendio y la falta de fondos frustraron su construcción. Aun así la torre es la más grande de Bélgica y se dice que desde lo alto en un día despejado se puede ver el Atomium de Bruselas. Es una lástima que no se permita la subida.

La Catedral ha sufrido varios desastres desde su construcción, la primera la que ya he mencionado del incendio que sufrió en 1533 y posteriormente fue objeto de saqueos y disturbios como la revolución de los iconoclastas o la revolución francesa. Durante todos estos episodios, las obras de su interior fueron destruidas o vendidas, aunque la mayoría de estas obras han sido devueltas y se pueden ver perfectamente en la Catedral.

El interior de la Catedral es un museo en si mismo, con algunas de las pinturas barrocas más destacadas del mundo, entre ellas algunas obras de Pedro Pablo Rubens:

1. Asunción de la Virgen: esta pintura de casi 5 metros de altura se encuentra en el altar mayor. La pintura es del año 1626.

2. La Elevación de la Cruz: Rubens pintó este cuadro entre 1610 y 1611. Rubens muestra en el panel central la elevación por hombres musculosos del cuerpo de Cristo, aparentemente con un peso insoportable. Esta pintura, junto con El Descendimiento de la Cruz, fue llevada a París por Napoleón y devuelta en 1800.

3. El Descendimiento de la Cruz: el cuadro fue encargado por el gremio de mosqueteros cuyo patrón era San Cristóbal, al que está dedicado el cuadro que se terminó en 1614.

La Resurrección de Cristo: Rubens pintó este cuadro como epitafio para Jan Mortetus Plantin y Martina, miembros de la familia Moretus Plantin, famosos editores de Amberes que están representados a su vez en los paneles laterales del tríptico.

En la catedral hay más cuadros de otros pintores famosos como Otto van Veen, Quinten Metsijs o Jacob de Backer.

Otro de los elementos destacados de la Catedral son sus vidrieras, tanto de la nave central como de los laterales. Estas vidrieras son del siglo XVI y nos cuentas escenas bíblicas.

En diferentes puntos de la Catedral se encuentran confesionarios elaborados en madera del siglo XVIII. Las imágenes que podemos ver tallas en ellos representan la penitencia y el perdón.

Todo el conjunto nos pareció espectacular, como he comentado anteriormente, un verdadero museo, no solo por la propia Catedral en si con su arquitectura impresionante, sino por todas las obras de arte que hay en su interior, dignas de cualquier museo de primer nivel del mundo.

Si estáis cansados y queréis tomar algo en la misma Catedral hay un bar en la que podéis probar una cerveza exclusiva que solo se vende ahí.

Habíamos dedicado más de una hora a la visita de la Catedral, aunque nos pareció mucho menos por lo mucho y bueno que hay que ver en el interior. A la salida vimos la curiosa escultura El hombre que lleva la cruz, de Jan Fabre.

Desde ahí en un breve paseo nos dirigimos a la plaza Hendrik Conscienceplein. Esta plaza lleva el nombre del escritor Hendrik Conscience. Cuando hace buen tiempo, que no era el caso, es un sitio donde sentarse a tomar algo contemplando el edificio más importante que no es otro que la iglesia de San Carlos Borromeo. Esta iglesia barroca es importante ya que alberga más de 40 obras de Rubens, aunque por desgracia no la pudimos ver abierta. Nos conformamos con contemplar su fachada barroca construida en el siglo XVII. La decoración de la fachada también es obra de Rubens.

La iglesia era símbolo del poder de la orden de los jesuitas hasta que la orden fue disuelta en el siglo XVIII por el papa. La iglesia ha sufrida varias calamidades, a inicios del siglo XVIII fue alcanzada por un rayo que provocó un incendio, destruyendo una serie de pinturas de Rubens que inevitablemente se perdieron. En el año 2009 la iglesia fue alcanzada de nuevo por un rayo, pero en esta ocasión sin consecuencias.

Merece la pena caminar por las calles del centro y admirar sus calles y casas. Entre ellas están algunas interesantes como la Capilla de Santa Ana, fundada como alojamiento para seis ancianas.

Regresamos caminando atravesando la Grote Markt hasta el Castillo T Steen a orillas del río Escalda. El nombre de este castillo significa "La Piedra" y el edificio se construyó en el siglo XIII. El castillo se construyó como defensa de la ciudad ante los ataques vikingos. Vimos fotos muy bonitas de la fortaleza, aunque cuando nosotros fuimos estaba completamente en obras y no llamaba mucho la atención, otra pena junto con el ayuntamiento...

Merece la pena dar un agradable paseo por la orilla del río Escalda, incluso ver el túnel subterráneo que comunica ambas orillas bajo el río. No os perdáis algunas casas junto al río.

De camino a otra de las plazas más importantes de Amberes, la Groenplaats, conocida también como Green Place, a travesamos la iglesia de San Pablo del siglo XVI y atravesamos un Bar con cierta fama entre los españoles, si veis la foto entenderéis por qué nos llamó la atención.

La Groenplaats ya no es verde, aunque en un pasado si lo fue ya que en esta gran plaza se encontraba un cementerio. En época navideña se instala en el centro de la plaza una gran pista de patinaje sobre hielo, rodeando la estatua de Pedro Pablo Rubens. Junto con el cementerio se quitó una gran cruz que había en la plaza y se sustituyó por la estatura de Rubens, en el bicentenario de la muerte del pintor.

Otra visita que queríamos hacer incluida dentro del Hi Belgium Pass era la Casa Museo de Rubens, así que pusimos rumbo hacia allí no sin antes pasear brevemente por la famosa calle Mier. Esta gran avenida peatonal conecta el centro con la Estación de Trenes de Amberes. Es la primera calle que vemos la mayoría de los turistas que llegamos por este medio. La calle alberga las más importantes firmas comerciales, pero también algún edificio interesante como el Palacio del Mier y el Rascacielos Boerentoren.

El Palacio del Mier fue sede del gremio de cerveceros de la ciudad antes de que Napoleón la convirtiese en residencia real. Con la derrota de Napoléon el edificio pasa a ser residencia de mandatarios extranjeros. Actualmente puede visitarse y alberga una cafetería y una de las chocolaterías más importantes de Amberes.

Por su parte, el Rascacielos Boerentoren o torre de los campesinos se construyó en plena crisis económica del 29 para dinamizar la economía local. Hasta 1959 fue el rascacielos más grande de Europa. Su nombre se debe a que fue encargada por el gremio de agricultores. La torre tiene 97 metros y también se conoce la torre KBC ya que es propiedad de este banco.

Muy cerca del Palacio está la Casa Museo de Rubens. Aunque los orígenes de Rubens están en Alemania, a muy temprana edad regresa a Amberes tras la muerte de su padre. En esta casa Rubens se establece e instala su taller en el cual podemos ver actualmente algunas de sus obras más importantes. Cuando el pintor muere, la casa pasa por diversos propietarios, como diplomáticos, que reforman la casa pero mantienen su estilo. En 1946 se inauguró el museo.

La visita se hace amena y cuentas con una audioguía en castellano que te explica tanto las obras que vas viendo como aspectos de la vida del pintor y de la propia casa en la que vivió.

El acceso es caro, son 10€ aunque si se tiene tiempo merece la pena. Tras la visita como no habíamos comido aprovechamos para tomar una merienda/cena en un restaurante junto al museo. El restaurante se llama The Bistro y comimos bastante bien aunque es un poco caro. Los postres son muy recomendables.

Cuando salimos de comer ya era tarde y se nos había hecho de noche. Aprovechamos para pasear por la calle Mier de nuevo hasta el río Escalda para poder ver y disfrutar de los mercadillos y como no, comernos un buen gofre.

El mercadillo de navidad de Amberes se instala en dos localizaciones. Por un lado en la Grote Markt donde se instalan los típicos puestos con comida y artesanía y también se puede ver un gran árbol iluminado al estilo del que vimos el día anterior en Bruselas.

La Grote Markt iluminada, con el árbol de navidad y los puestos es digna de ver y nos gustó bastante, aunque no sea de los mercadillos más grandes. La otra localización es junto al río Escalda, donde se instalan además de los puestos una gran noria. En estos puestos es donde vimos que se juntan más los lugareños en grupos para tomar algo alrededor de hogueras improvisadas. Un buen ambiente aunque junto al río hacía bastante frío.

Después de nuestra visita a los mercadillos dimos por finalizada la estancia en Amberes y para ello volvimos a la estación de trenes del siglo XIX con un maravilloso techo acristalado y una gran cúpula en el vestíbulo principal.

La zona de la estación tiene más atractivos, aquí se localiza el Barrio Judío y las joyerías proliferan por doquier. Junto a la estación también se encuentra el zoo de Amberes, que cuando nosotros fuimos albergaba una colorida exposición sobre China. Es otro punto que yendo con niños puede ser altamente recomendable en vuestra visita.

Amberes nos pareció una gran ciudad con algunos atractivos de primer nivel que se merecen sin duda una visita. En mi opinión la ciudad se puede ver en algo más de medio día, lo principal claro esta, pero si se tiene un día entero es perfecto para conocer la ciudad y visitar algún museo de los muchos que tiene. Su mercadillo de navidad siendo bonito, no nos gustó más que el de Bruselas aunque la Grote Markt iluminada por la noche con el árbol es un plus.

El día no dio para más, vuelta a Lovaina pensando que nuestra escapada se terminaba, ya solo nos quedaba una breve visita a Malinas antes de coger el avión de regreso a España.