Día 6
17/06/2019
El ferry para ir a la isla de Kalsoy no se puede reservar con antelación. Si quieres llevarte el coche hay que ir al puerto de Klaksvík como mínimo una hora antes de la salida, ya que es un ferry pequeño y no caben muchos vehículos (unos 15). Anoche hice mal los cálculos a la hora de poner el despertador, y nos hemos levantado una hora más tarde de lo debido. Queríamos coger el barco que sale a las 8:00, y para eso tendríamos que haber salido a las 6:00 del apartamento, ya que hay 40 minutos de camino. Pero no pasa nada, hay otro que sale a las 10:00 y para ese si que llegaremos con tiempo de sobra.
Salimos sobre las 7:00 del apartamento. El día, tal y como decían las previsiones, es el más soleado desde que empezamos el viaje. Lo hemos estado reservando para esta excursión, ya que tener buena visibilidad (y poco viento) será un punto importante.
Vamos hacia la isla de Borðoy para llegar hasta la ciudad de Klaksvík; es la segunda localidad más poblada de las Feroe tras la capital, Tórshavn. Cuando llegamos al puerto vemos partir el ferry de las 8:00; buscamos algún punto donde comprar los tickets, pero no vemos nada. Al preguntar en una gasolinera nos dicen que los tickets se compran directamente dentro del barco. Lo único que tenemos que hacer es poner el coche a hacer cola para poder entrar de los primeros. Como no tenemos claro que se pueda pagar con tarjeta, llegamos a un cajero para sacar dinero. Cuando volvemos para hacer la cola ya hay cuatro coches esperando. Todavía falta una hora y media para las 10:00 y se está llenando de coches a gran velocidad.
Llega el ferry y se ponen a embarcar los coches que había en la cola prioritaria (me imagino que eran residentes) y después empiezan con nuestra fila. Pagamos las 200Kr., 160 por el coche y un pasajero y 40 el otro pasajero (si que se puede pagar con tarjeta). Estamos de los primeros así que entramos sin ningún problema. Después de llenar el ferry de coches como si fuera un tetris (y no todos han entrado), salimos hacia Kalsoy. El trayecto son solo 20 minutos.
La isla de Kalsoy es apodada "la flauta" por su forma delgada y por los numerosos túneles que hay en la carretera (solo hay una carretera que cruza la isla de norte a sur). Tiene una población total de unos 100 habitantes, divididos en cuatro aldeas. La idea es ir primero a Trøllanes, que está en el extremo opuesto de la isla, y es donde comienza la excursión al faro de Kallur, y a la vuelta llegar a Mikladalur para ver la estatua de Kópakonan (la mujer foca).
Hay que decir que si no se tiene coche se puede ir del puerto de Syðradalur hasta Trøllanes en un pequeño autobús (la ruta 506) que sale cuando llega el ferry (no es para nada una mala opción incluso teniendo coche; solo hay que tener en cuenta los horarios para la vuelta).
Se pueden mirar los horarios y precios de las rutas de ferrys y autobuses desde la web www.ssl.fo/en/
La carretera para llegar a Trøllanes tiene unas vistas maravillosas y unos túneles no aptos para personas claustrofóbicas. Tienen un carril (estrecho, sin iluminación) y son de doble sentido! El que tiene las escapatorias a la derecha tiene que ir dejando paso al que tiene prioridad.
Cuando llegamos a Trøllanes dejamos el coche por donde podemos (no hay mucho espacio ya que están todos los coches que llegaron a las 8.00), y después de pasar por los aseos públicos empezamos la subida al faro de Kallur.
La excursión empieza después de pasar una pequeña puerta roja, hay que ir hacia la derecha y subir la colina en diagonal, rodeando la montaña, el mar siempre debe quedar a nuestra derecha. El camino no está marcado, hay que subir por donde el sendero te sea más “cómodo”. Ayer debió estar lloviendo todo el día en la isla y el terreno está muy fangoso, lo que dificulta un poco el ascenso. Hemos hecho bien en traer los palos de trekking!
Las vistas a medida que vamos subiendo son muy bonitas, y estamos en todo momento acompañados por las ovejas. Llega un punto que, si como en nuestro caso, la visibilidad es buena, ves el faro a lo lejos y ya “solo” hay que ir hacia él.



Llegamos al faro después de unos 50 minutos caminando. Hemos ido tranquilos y haciendo paradas para hacer fotos. Realmente la excursión es bastante corta y merece mucho la pena (pero mucho mucho!). La vista que tenemos al llegar es absolutamente espectacular, nunca había visto unos acantilados así. Pero aquí no acaba la excursión (o sí, todo depende del vértigo de cada uno). Una vez en el faro hay tres puntos donde podemos dirigirnos.
El primero y más impresionante solo es recomendable hacerlo si no hace viento y no se tiene vértigo. Hay que atravesar una estrecha cresta con pendientes a ambos lados. Un resbalón aquí es sinónimo de muerte! Es uno de los motivos por el que hemos reservado el mejor día para hacer esta excursión. No hace viento y vamos cada uno con un palo, así que nos lanzamos a cruzar hasta la punta del acantilado (mejor no mirar para los lados hasta que no hayamos llegado al final, incluso si no se tiene vértigo).

Una vez hemos llegado… el momento es épico. Sin duda, unos de los mejores momentos viajeros (y no viajeros) de mi vida. Los acantilados llenos de aves, el faro, el contraste de colores, las vistas a las islas vecinas. No tengo palabras para describirlo (las fotos no hacen justicia!). Y encima estamos prácticamente solos en este lado, solo hay un chico que parece fotógrafo haciendo algunas fotos.


Un rato después llega una mujer feroesa que se ofrece a hacernos algunas fotos. Nos comenta que es guía, ha venido acompañando a unos chicos italianos y su marido está preparando la cena para recibirlos a cenar en su casa. Por lo visto es algo típico en las islas. Recibir a turistas para cenar en una casa tradicional feroesa y charlar sobre sus costumbres y demás. Nos dice que si queremos podemos ir una noche nosotros, pero con mi nivel de inglés no creo que pudiéramos intercambiar demasiada información y ya solo nos queda un día en las islas… mejor lo dejaremos pasar.
Después de estar una hora en esa parte del acantilado, decidimos volver a cruzar hacia el faro para ir a otro de los puntos que ofrece la excursión. Desde el faro, dejando atrás el estrecho que acabamos de cruzar, a la izquierda tenemos un camino que es bastante menos peligroso y también tiene unas vistas impresionantes. Aquí nos volvemos a encontrar a la guía feroesa y se vuelve a ofrecer a hacernos fotos; qué mujer más amable! Después de tomar algunas fotos nos volvemos para ir al último punto que nos queda por ver. Siguiendo hacia el faro, dejándolo a la derecha, podemos subir por la montaña hasta donde consideremos oportuno para tener otra vista de la zona. Realmente una vez vistos los otros dos puntos, este es el menos interesante. Pero no nos vamos a ir sin haber visto todo lo que se puede ver de un lugar tan maravilloso.




Ahora sí, nos damos por satisfechos (y mucho), y emprendemos el camino de vuelta a Trøllanes.
Son las 15:00 de la tarde y el ferry que queremos coger sale a las 16:30, nos queda tiempo de sobra para ir a Mikladalur a ver la Kópakonan. Desde Trøllanes hasta Mikladalur hay unos 5Km. Llegamos al pueblo, dejamos el coche en un pequeño parking que hay justo antes de empezar la bajada a la estatua, donde también hay baños públicos (este tema lo tienen muy bien cubierto en las Feroe; no hemos visto pueblo, por muy diminuto que sea, donde no haya aseos).
Bajamos hasta llegar a la estatua de bronce y acero inoxidable de 2,5 metros de alto. Está situada en un entorno privilegiado, junto a una cascada que cae desde el pueblo y con la isla de Kunoy al fondo.


La leyenda de Kópakonan (la mujer foca) es uno de los cuentos populares más conocidos de las Islas Feroe. Un hombre joven se dirigió a la orilla en la Duodécima Noche, cuando, como dice la leyenda, las focas bajan a tierra para arrojar sus pieles y bailar y divertirse a la luz de la luna, regresando al mar antes del amanecer. Sin embargo, el hombre robó la piel de una de las mujeres foca, evitando que regresara al mar. La obligó a casarse con él y tuvo varios hijos con ella. Sin embargo, un día mientras el hombre estaba fuera, la mujer encontró la llave del cofre donde su piel estuvo oculta durante muchos años. Ella regresó a su interior y se transformó de nuevo en la foca que siempre fue, regresando para reunirse con su verdadero esposo foca y sus dos cachorros en las frías aguas del Atlántico Norte.
Un día los hombres de Mikladalur hicieron planes para ir a cazar focas. La noche de antes, la mujer foca se le apareció en sueños al hombre de Mikladalur. Le dijo que si se iba de caza, que no matara al macho que habría frente a la cueva, que era su marido. Y que debían tener piedad con sus dos foquitas, que estaban más adentro en la cueva, porque eran sus hijos. Incluso le dijo al hombre cómo eran y cómo se parecían. Pero el hombre no hizo caso y junto a los demás, mataron a todas las focas de la cueva. Como recompensa, el hombre recibió al macho y las aletas posteriores y anteriores de las foquitas. Cocinó todo esto para cenar aquella noche. Cuando sacó la carne de la olla, se escuchó un tremendo golpe en la puerta y la mujer foca entró convertida en un terrible troll. Ella lloró junto a la olla y gritó amenazando:
“Aquí está la cabeza de mi pareja, la mano de Hárekur y el pie de Fridrikkur. Te has tomado la revancha y ahora la revancha visitará a cada hombre de Mikladalur. Algunos morirán ahogados, otros caerán de los acantilados, y así continuará hasta que mueran tantos como los brazos que se necesitan para rodear la isla de Kalsoy”.
Cuando pronunció estas palabras, desapareció con un gran estruendo de truenos y nunca volvió a ser vista. Pero todavía hoy, desgraciadamente, de vez en cuando sucede que los hombres de la aldea de Mikladalur se ahogan en el mar o caen desde las cimas de los acantilados; por lo tanto, se debe temer que el número de víctimas no sea lo suficientemente grande como para que todos los muertos vinculen las manos alrededor de toda la isla de Kalsoy.
Después de ver la Kópakonan, nos dirigimos al parking para coger el coche e irnos a coger el ferry de vuelta. Aquí es cuando tenemos el susto del viaje.

Nos montamos en el coche, yo estoy distraída poniendo la música, mi marido arranca el coche, no ve que justo delante hay un desnivel bastante grande y avanza, al ser un coche alto salta por encima de un tablón que hay indicando el desnivel, nos quedamos con una rueda al aire y el fondo del coche clavado en el tablón. El coche no va ni para adelante ni para atrás. Estamos atrapados en el sitio más aislado que hemos estado nunca. En todo el rato que hemos estado en el pueblo no nos hemos cruzado con nadie. Mi marido sale a llamar a todas las puertas de las casas, a ver si alguien nos puede ayudar. Yo me quedo al lado del coche por si pasa alguien. En teoría en el pueblo viven 24 personas, pero no sale nadie.
Después de un rato aparece una señora a lo lejos y le hago señas para que me vea, cuando ve el coche y mi estado de nervios me dice que tranquila, que no sabe inglés (ya somos dos) pero nos va a ayudar. Coge el móvil y empieza a hacer llamadas. Al poco rato llegan dos hombres, hablan entre ellos, no sabemos que dicen, pero parece que no saben muy bien como pueden ayudarnos. No puedo dejar de pensar en que el último ferry sale a las 18:50, y si estas personas no nos pueden ayudar no se como vamos a sacar el coche de ahí, ni si aunque lo saquen quedará muy dañado. De pronto uno de ellos se va, parece que han tenido una idea y va a traer algo. En este momento aparecen una pareja de turistas ingleses que tienen su coche aparcado al lado del nuestro y también intentan ayudarnos. Nos dicen que al aparcar estuvieron comentando entre ellos que ese desnivel no se veía bien desde dentro del coche y que podía ser peligroso. Al rato vuelve el hombre que se había ido, con una especie de portapalets. Consigue subir un poco la rueda, no es lo suficiente para poder sacar el coche pero hacemos un intento.
Mi marido se mete en el coche y da marcha atrás, mientras los otros tres hombres empujan el coche hacia arriba y… SÍIIIIIIIIII! El coche sale! Miramos el bajo del coche y parece que no tiene nada! Increible! No paramos de dar las gracias a todos, con abrazos incluidos! No me lo creo! Después de despedirnos, nos vamos al puerto, llegamos con tiempo para coger el ferry de las 17:35.
Llegamos a Klaksvik y como hace una tarde estupenda pensamos en ir a Sornfelli, a ver si esta vez hay suerte y la niebla no lo tapa todo. Y... sí! Llegamos hasta arriba y hay buena visibilidad. Aparcamos el coche en la gran explanada que hay y nos ponemos a hacer algunas fotos. Después de unos minutos vemos como llegan rápidamente nubes que lo empiezan a cubrir todo. Hemos llegado justo a tiempo! La pena es que no nos da tiempo a subir el último tramo que no se puede hacer en coche antes de que las nubes lo tapen todo. La visita ha sido breve pero satisfactoria. A la 3ª va la vencida!



Son las 20:00h, nos vamos al apartamento a cenar. No teníamos intención de volver a salir hoy, pero pensamos que aunque hayan salido algunas nubes puede ser nuestra última oportunidad para ver una puesta de sol en las Feroe, así que sobre las 22:30 volvemos a salir del apartamento en busca de algún punto cercano donde poder ver el atardecer. Nos vamos al puente que une las islas de Streymoy y Eysturoy; las vistas por la zona son muy bonitas, aunque han salido bastantes nubes que impiden ver completamente la puesta de sol. Ha merecido la pena acercarnos hasta aquí.

Ahora sí, nos vamos a descansar después de un día ajetreado, un día que hubiera sido absolutamente perfecto de no ser por el incidente en Mikladalur.
