A las 6.20 salía nuestro vuelo desde Barcelona hasta Amsterdam. No sé si levantarse a las 2 de la madrugada puede considerarse madrugar, pero es la hora a la que nos sonó la alarma del móvil a penas habiendo dormido 2 horas y media... pero como ya sabréis, cuando se trata de viajar esas cosas no duelen. Nos vino a buscar mi suegro a casa en coche y nos dejó en el aeropuerto a unas horas intempestivas...


Nos presentamos en el aeropuerto a casi las 4 de la mañana, donde ya había movimiento en estas fechas. Recordamos que siempre viajamos en agosto, porque es cuando nos dan las vacaciones


Empezamos el embarque y el vuelo salió puntual a las 6,20h camino a Amsterdam. Durante el vuelo nos dieron un tentempié que sería nuestro primer contacto con los quesos made in Holland, cortesía de KLM. Un bocadillo de queso, tomate y mayonesa de tomate. Sí, lo he puesto bien. Mayonesa de tomate


Nuestro desayunó en el avión
A las 8:50, hora estipulada, llegamos al aeropuerto de Schiphol. El aeropuerto de Schiphol es muy grande, de hecho es el cuarto aeropuerto más grande de Europa respecto al tráfico de pasajeros y es el aeropuerto más bajo del mundo, concretamente se encuentra a 3 metros bajo el nivel del mar.
Después de un rato esperando la maleta, nos hacemos con ella y compramos el billete de tren para ir hacia el hotel, el Abba hotel.
Para comprar los billetes de tren, se trata de ir a las máquinas amarillas con un logo que pone NS. Son muy fáciles de localizar. En la pantalla están las instrucciones en neerlandés e inglés y es tan sencillo como ir siguiéndolas. Para pagar casi siempre hay que hacerlo con tarjeta de crédito o de débito, hay muy pocas máquinas para pagar con monedas.
Los dos billetes nos costaron 8.40€, porque a cada billete hay que sumarle un euro por sacarlo impreso en papel en las máquinas de la estación. Súper caro el viaje, teniendo en cuenta que el trayecto no llegaría ni a 10 minutos.
Para llegar a las vías del tren tuvimos que andar un buen rato por el aeropuerto siguiendo las indicaciones... de allí salen trenes que van hasta el centro de Ámsterdam y a las ciudades principales del país.

Billete de tren del aeropuerto hasta la estación de Lelylaan, donde tenemos que coger el tranvía
Si os fijáis en el billete veréis que pone "Klasse 2". Esto es porque hay billetes de primera y de segunda clase. Los de primera son mucho más caros, obviamente. Cuando cogáis el tren, simplemente fijaros que subís en uno de los vagones de segunda clase y ya está.
Cuando bajéis del tren porque ya hayáis llegado a vuestra estación es importante que volváis a validar el ticket (hagáis el check out) en los lectores habilitados para ello (veréis como lo hacen los otros pasajeros).
Volviendo a donde estábamos...
Según san google, para llegar a nuestro hotel, lo mejor era bajarse en la estación de Lelylaan -que no la central- y después coger un tranvía que nos dejaría en la misma puerta del hotel. Yo creo que hubiese sido más o menos lo mismo que bajando en Amsterdam central, pero nos dio la opción para llegar antes, y le hicimos caso. La cosa es que no nos salió mal porque fue muy fácil llegar hasta allí sin perdernos. El viaje en tren, en todo caso, es muy corto, de poco más de 10 minutos.
En pocos minutos estábamos en Lelylaan y al salir de la estación ya tuvimos que coger el paraguas. Menuda puntería!! Suerte que los teníamos a mano. Cruzamos la carretera y allí mismo teníamos la parada del tranvía. Para comprar el billete nos hicimos un lío (no podía ser todo tan fácil). Tengo que admitir que esta vez no me lo había preparado tan bien y desconocía casi todo acerca del transporte en la ciudad. Así que cuando vimos la máquina para sacar el billete de tranvía nos alarmamos un poco ...¿¿Bus?? ¿¿Metro?? Pero si yo quiero coger el tranvía!!
Bueno, pues sí, la máquina es la que pone GVB y allí podréis seleccionar si queréis un billete de 1 hora de duración, de 24 horas, de 48 horas y si no recuerdo mal incluso de 72 horas. Y podéis usarlo para coger el tranvía pero también bus y metro. Como íbamos súper perdidas pues simplemente cogimos el que era para una hora de duración... y obviamente no nos salió muy a cuenta pudiendo haber cogido el de 24 o incluso el de 48 horas, que nos hubiera compensado... Pero como nos pilló de primeras, pues tira. Total, nos costó el billete de 1 hora 3,20€ a cada una, para diez minutos que estuvimos de trayecto. El transporte en Amsterdam es caro de narices, pero funciona muy bien, especialmente el tranvía.

Billete de tranvía de sólo una hora de duración. Os recomiendo comprarlo de mínimo 24 horas. Le sacaréis partido casi seguro
Diría que el billete también se puede comprar dentro del tranvía, en la parte trasera, donde hay una persona encargada de vigilar que toda la gente valide sus pases antes y después de bajar el tranvía, y que también está allí para atender y controlar en general.
Pues aquí como en el tren, y perdonad si me repito, pero mejor ser pesada

Lo mejor de todo es que el tranvía paraba justo enfrente del hotel. En la misma puerta. A penas tuvimos que transportar las maletas y menos mal porque una se nos rompió nada más salir del aeropuerto -nosotras es que tenemos la maldición de las maletas, porque en el último viaje que habíamos hecho también se estropeó una de ellas (bueno, más bien nos la estropearon..) nada más llegar al destino-.
Nuestro hotel estaba muy cerca de la Museumplein, a diez minutos andando, y a algo menos de Leidseplein. En general, la ubicación es buena, un poco alejado del centro, pero era un barrio animado, con muchos restaurantes, cafeterías, pubs... Fuimos algún día a pie hasta al centro, pero eran casi 30 minutos andando. Eso sí, con el tranvía estabas allí en un momento. Yo sí lo recomendaría, porque nos salía bastante mejor de precio que los hoteles del centro y la zona era muy buena.
Como veis, debajo mismo del hotel había un supermercado Albert Heijn. En ese tipo de supermercados hay mucha comida preparada, tipo ensaladas, bocadillos, fruta ya cortada lista para consumir, platos preparados para horno o microondas. También venden 'tapas', con diferentes tipos de quesos, salchichas, muchos tipos de pan y un largo etcétera.

Nuestro hotel y el supermercado con su globito de arco iris ya que estábamos en la semana del orgullo
Bueno, para llegar a la recepción del hotel, que estaba en un primer piso, había un tramo de escaleras, que superamos muy estoicamente con nuestra maleta escacharrada y otro maletón de 20 kilos. Como todavía no era la hora de poder hacer el check in, simplemente dejamos las maletas en un cuarto que tienen habilitado para ello, les dimos las gracias, y nos dispusimos a empezar a recorrer Amsterdam aprovechando que no llovía.
Como lo teníamos súper cerca, nos acercamos a la Museumplein, o plaza de los museos.
De camino pasamos al lado de una de las entradas a Vondelpark y vimos una iglesia, la Vondelkerk, que se encuentra en medio de una rotonda y rodeada de casas. El arquitecto fue el holandés Pierre Cuypers, que es también el autor de la estación central de Amsterdam o del Rijksmuseum, entre muchas otras.
Esta iglesia, inicialmente católica, se empezó a construir en el año 1872 y es de estilo neogótico. En 1977 se dejó de celebrar culto en ella porque el edificio empezaba a estar bastante deteriorado y fue vendida a un inversor. En el año 1980 el edificio fue comprado por una fundación que se encarga de conservar el patrimonio de Amsterdam y se llevó a cabo una restauración a fondo para evitar que fuese demolida por su mal estado de conservación

La iglesia por fuera es muy bonita, pero no entramos. Tampoco sé si normalmente está abierta...al no tratarse ya de una iglesia como tal, quizás no.

Vondelkerk
Seguimos hacía delante y pasamos por una de las calles más exclusivas de Amsterdam, a juzgar por los precios de los escaparates de las boutiques de ropa o de las tiendas de decoración. Estas calles para gente de alto poder adquisitivo se llaman PC Hoofstraat y Van Baerlestraat. También hay casas de lo más elegantes. Para nosotras son como los museos que íbamos a ver, se mira pero no se toca


En la Museumplein es donde están los museos más famosos de la ciudad: Rikjsmuseum, Van Gogh, Stedelijk, Moco o el Museo del Diamante...
No hace tanto, delante del Rikjsmuseum estaban las letras de I Amsterdam, que ahora solo están fijas en el aeropuerto -no sé en qué parte, porque el aeropuerto es inmenso, pero nosotras no las vimos-. Además, que cuando estoy en un aeropuerto lo que más me apetece es encontrar la salida, que bastante tengo ya con mis maletas defectuosas. Se ve que las letras las quitaron de la Museumplein porque muchos ciudadanos se quejaban porque iban demasiados turistas a hacerse la foto y estaban un poco saturados del tema...Ahora las letras las tienen itinerando por otros sitios de la ciudad menos concurridos y así evitan marabuntas en sitios clave.
A mí lo de las letras ni fu ni fa. Lo que sí que vimos fue una escultura de un cerdo gigante, que estaba allí en medio del césped, y que solamente vimos ese día, porque volvimos a pasar por allí más adelante y ni rastro del cerdo. Yo creo que es porque estaba el Moco Museum ahí al lado y tienen una exposición de Bansky...

Foto desde el césped. Al fondo el Rikjsmuseum y la escultura del cerdo que os decía
En la Museumplein, además de los citados museos, también hay una gran cantidad de césped para descansar cuando el tiempo acompaña, jugar, leer... y varios chiringuitos para tomar algo, además de puestos de souvenirs llenos de láminas de arte. Es una zona muy agradable tanto para disfrutar del aire libre como para un día de cultura.
También se pueden visitar los jardines del Rikjsmuseum gratuitamente, pero no lo hicimos porque pensábamos que sólo se podía entrar si tenías entrada para el museo (nosotras íbamos a verlo más adelante) y sí se puede entrar sin pagar, aunque he leído que solamente en verano


La fuente/estanque delante del Rikjsmuseum
Cuando se finalizó la construcción del Rikjsmuseum, en el año 1885, se drenaron los campos pantanosos que lo rodeaban -antiguamente había una granja en la zona- para crear un lugar acorde al nuevo edificio y así fue como empezó a tomar forma la idea y el nombre de la plaza. También este lugar, durante el invierno, se usaba como pista de patinaje sobre hielo. Tenían una pista de 400 metros y en ella se llegaron a celebrar varios campeonato. Como nota más triste, durante la Segunda Guerra Mundial se construyeron en la plaza varios búnkers y alambres de púas. Se destruyeron todos antes de 1953.
En el año 1999 el paisajista sueco Sven-Ingvar Andersson modificó el diseño de la plaza, antiguamente pavimentada, dejándolo como lo conocemos en la actualidad, con grandes zonas de césped y el estanque.

Desde el otro, con el Concertgebouw de fondo
En un extremo de la Museumplein se encuentre la sala de conciertos Concertgebouw, considerada una de las tres mejores salas de conciertos del mundo. Este gran edificio se construyó en el año 1888, en un estilo neoclásico similar al del Rikjsmuseum. En su fachada encontramos bustos de grandes músicos como Beethoven o Bach y está coronada por una lira de oro. Es la sede la Orquesta Real del Concertgebouw, pero además de música clásica, también han tocado grandes grupos como Led Zeppelin o Pink Floyd (en los años 60/70, claro...ya nos gustaría que estos grupos fuesen eternos para seguir viéndolos en directo

Continuamos caminando dejando de lado la plaza, y nos topamos con el primer canal, el de la calle Ruysdaelkade, que obviamente nos pareció muy chulo.

El primer canal que pisamos en Amsterdam
Subimos por esa calle hasta la altura del Albert Cuypmarkt, el mercado callejero más grande del país y de buena parte de Europa. Lo recorrimos entero, haciendo una parada en un puesto donde vendían pollos, bocadillos, alitas... El puesto se llamaba Benny's y pedimos unos bocadillos de pollo con queso fundido que estaban de muerte. Creo que cada bocadillo nos costó 3.5€, así que no es caro. Nos los tomamos con una coca cola allí en el mismo puesto, que tenía un par de mesas cubiertas. Y menos mal porque estaba empezando a llover otra vez.
Después del avituallamiento continuamos paseando paraguas en mano. En un momento se abrió el cielo y empezó a caer una tromba tremenda, menos mal que nos pudimos socorrer debajo de un puesto que tenía solamente la lona puesta...suponemos que por el día que hacía algunas tiendas no estaban exponiendo el género y aprovechamos esa ausencia para refugiarnos nosotras debajo del toldo. De vez en cuando la chica de la tienda de al lado venía con un palo para levantar la lona...de todo el agua que se estuvo acumulando en poco menos de diez minuts.

El mercado después de la lluvia. Tuvimos que resguardarnos debajo de una de las lonas porque empezó a caer un agüacero majo
El mercado se ve relativamente rápido y hay puestos de todo tipo: quesos, frutas y verduras, pescado, comida de todo tipo... stroopwafels, patatas fritas, el típico haring (arenque)... Pero no todo son comestibles, también hay muchas tiendas de ropa, joyería, artesanía, flores y plantas, etc. Bueno, pensándolo bien, nosotras lo vimos rápido porque ni somos de visitar muchos mercados ni nos acompañaba el tiempo, pero si os hace un día majo y os gusta, os vais a estar un buen rato seguro...Si tenéis que elegir entre algún mercado este no os va defraudar ni por cantidad de puestos ni por variedad

El mercado como tal se originó en el año 1904 después de que el ayuntamiento pusiera orden a la situación. En sus inicios, en la zona se ponían diferentes vendedores callejeros sin ningún tipo de orden, con lo cual a partir del siglo XX, las autoridades tuvieron que intervenir para que no se sembrara el caos entre los distintos comerciantes que se agrupaban en la zona, porque había mucha competencia entre los comerciantes y muchas veces se saboteaban entre ellos para quedarse con los mejores sitios donde plantar su puesto. Inicialmente, el mercado se celebraba solamente los sábados, pero debido a la concurrencia de los compradores y al número de comerciantes, se amplió a seis días semanales, hasta el día de hoy.
El nombre se debe a un pintor holandés del siglo XVII, Albert Cuyp. La calle donde está ubicado recibe el mismo nombre.
Durante la Segunda Guerra Mundial hubo muchas bajas, porque gran parte de los mercaderes eran judíos...y entre muchas otras cosas, tampoco les estaba permitido ir

Yo creo que ese día seguro que no estaban todos los puestos en activo por el mal tiempo que hacía y además había poca gente paseando, pero me imagino que esto cambiará mucho un día que haga relativamente buen tiempo.

El súper bocata que nos comimos...


En el barrio donde se ubica el mercado -De Pijp- vivieron gran cantidad de artistas y estudiantes en el siglo XIX. Por eso se empezó a llamar al barrio 'Barrio Latino' por su paralelismo con el de París. Actualmente es un barrio donde viven personas de distintas nacionalidades y por eso hay cantidad de restaurantes de comida de diferentes partes del mundo.
Un homenaje a uno de estos artistas, además del propio a Albert Cuyp, es el que le hicieron al cantante neerlandés André Hazes en forma de estatua, que si no me equivoco, está al final de todo del mismo mercado. Yo no había oído hablar de este señor en mi vida, ni siquiera me sonaba el nombre -tampoco es que yo sea una eminencia en cultura musical que digamos...


Seguimos paseando por el barrio -Pijp-, y como seguía lloviendo decidimos meternos en una cafetería. Casualmente, pasamos por delante de unos ventanales donde había unas señoras comiéndose un pedazo de tarta que tenía una pinta... Obviamente tuvimos que volver hacia atrás para entrar en ese paraíso de pasteles con manteles de colores y una decoración un punto hortera pero graciosa. La cafetería se llamaba 'De taart van m'n tante' (sí, como para acordarse) y tenían distintos tipos de tartas, pero cogimos la de manzana porque nos parecía que era la más típica de allí. Así que con un té y un trozo de tarta nos estábamos comiendo el postre-merienda a eso de las dos de la tarde. Qué pronto nos acostumbramos a los horarios norteños, especialmente cuando hay dulces de por medio. Nos costaron los dos tes y el trozo de tarta 10,50€.

Merendando a las 2 de la tarde...
Después de disfrutar del estupendo dulce nos volvimos a poner en marcha, igual que la lluvia que no quería darnos tregua. Pasamos justo por delante de la Heineken Experience, que nosotras no íbamos a visitar porque no nos llamaba la atención. Además tampoco es una cerveza que nos guste demasiado. Ya habíamos visitado hace años la Guiness Storehouse de Dublín y no nos convenció del todo. Así que teníamos bastante claro que no íbamos a entrar.
Aún así, por si os interesa, os dejo un poco de información, ya que se trata de una atracción bastante frecuentada en las visitas a la ciudad y puede que sea de vuestro interés.
En la visita al museo Heineken os explicarán la historia de esta cerveza que empezó a elaborarse en una pequeña cervecería de la ciudad en el año 1863, antiguamente ubicada en el mismo lugar donde se encuentra el actual museo. La cerveza tuvo mucho éxito y como ya sabéis terminó haciéndose mundialmente famosa. En el año 1988 la fábrica cerró porque la demanda de cerveza era tan grande que en este espacio no podía llevarse a cabo. Por eso se decidió habilitar este espacio, las antiguas fábricas, como un museo, en el año 1991.

Todas las atracciones de Amsterdam se visten para la semana del orgullo
Durante el recorrido explican, a través de proyecciones, el proceso de elaboración de la cerveza, qué ingredientes lleva o cómo servirla para tomarla de la mejor forma. Durante el recorrido se ven algunos espacios conservados de la antigua fábrica, como parte de las antiguas destilerías, con alguna degustación que otra. También hacen mucho hincapié en la marca y la publicidad. Finalmente te invitan a un par de cervezas.
La visita dura una hora y media y tienen una app gratis para el móvil con información de la visita en varios idiomas, entre ellos español. Durante el recorrido podéis encontraros con guías pero las explicaciones son en inglés.
Se puede visitar con niños pequeños, pero evidentemente a ellos en vez de a un par de cervezas, los invitan a un par de refrescos




Seguimos andando en línea recta, siguiendo el canal Singelgracht, hasta llegar al Rikjsmuseum, esta vez a la parte de atrás. Nuestra intención era volver al hotel, ya que era casi la hora del check in, para subir las maletas y darnos una ducha, ya que por la tarde teníamos la visita a la casa de Anne Frank.

Uno de los canales de la ciudad, el Singelgracht

Rikjsmuseum

Que canales tan verdes

De camino nos metimos por Vondelpark, pero fue una visita muy fugaz.
Vondelpark es el parque más grande de la ciudad con sus 470.000m2. Debido a sus dimensiones tiene varias entradas y para recorrerlo entero casi es mejor hacerlo en bicicleta. Como os podéis imaginar es el gran pulmón verde de la ciudad, con enormes zonas de césped, donde los locales aprovechan el buen tiempo para tomar el sol, leer, hacer deporte -tienen zonas de césped para jugar a futbol, zonas para patinar e incluso un lugar donde alquilar los patines-...
También cuenta con estanques, fuentes y arboledas donde encontramos diversidad de flora y fauna (ardillas). Hay una zona que es únicamente de rosales y hay un montón de especies de rosas. Cuenta también con áreas de juego infantil. También nos encontramos a lo largo del parque con algunas cafeterías y terrazas, para los que no lleven el picnic a cuestas


Como veis, es un lugar perfecto para disfrutar en familia. Tan importante es este parque para los ciudadanos de Amsterdam que en el año 1996 fue declarado 'Monumento Nacional'. Cuando el parque se innauguró, en 1865, fue bautizado con el nombre de 'Nieuwe Park' -Parque Nuevo-. La gente lo empezó a llamar 'Vondelpark' porque poco después de su innaguración se instaló en medio del parque una estatua en homenaje a Joos van den Vondel, un escritor neerlandés del siglo XVII. Y ahora el parque es conocido por su nombre popular.

De lo poco que vimos en Vondelpark...

Cerca de la Vondelkerk nos encontramos con uno de los edificios 'históricos' del parque. Hablamos del Vondelparkpaviljoen, un pabellón del siglo XIX, que fue donde se ubicó en los años setenta el museo de cine de Amsterdam, hasta que en el año 2011 fue trasladado al moderno edificio EYE Amsterdam, en la otra punta de la ciudad.
El Vondelparkpaviljoen fue diseñado por el arquitecto Willem Hamer y empezó a construirse en el año 1874 en estilo renacentista italiano como punto de encuentro de la clase acomodada de la ciudad, que venían a este parque a pasear, a montar a caballo...
Durante la Segunda Guerra Mundial los alemanes ocuparon el pabellón. El edificio tuvo que arreglarse y restaurarse después de la guerra y a partir de 1947 se usó para eventos internacionales como elegantes cenas, obras de teatro y otros eventos importantes como el Festival de Holanda del que fue sede durante mucho tiempo. A partir de 1972 y hasta 2011 se ubicó aquí el museo del cine e incluso contaba con dos pequeños cines, pero se terminó trasladando al nuevo edificio por falta de espacio.
Hoy en día el pabellón alberga un elegante restaurante -Vondelpark3- y bajo sus fabulosas arcadas se coloca la terraza donde tomar algo tranquilamente. Actualmente también es el laboratorio de la emisora AVROTOS, un lugar donde se ofrecen espacios de creación y experimentación a los jóvenes estudiantes y emprendedores. También alberga algunos estudios de radio y televisión y una amplia agenda cultural.

La foto es un poco para salir del paso, pero bueno, al menos se ve un poco la decoración

Para la ocasión, estaba todo vestido con un millón de globos y una espectacular alfombra con la bandera del orgullo gay colocada en una des las escaleras. Escenario ideal para sacarse unas fotos

Nosotras pensábamos dedicar el último día que íbamos a pasar en Amsterdam para conocer mejor Vondelpark, porque nos quedaba muy cerca del hotel y queríamos aprovechar para dejar las cosas en el hotel hasta la tarde, que teníamos el vuelo de regreso. Pero al final el tiempo no nos acompañó en absoluto, así que tuvimos que optar por hacer otra cosa y a penas pudimos conocer el parque...

En unos minutos estábamos en nuestro hotel, haciendo el check in con una muchacha que hablaba castellano y que estaba encantada de practicarlo con nosotras. Nos dio la llave de la habitación que nos habían adjudicado, que era la 81, y se dispuso a acompañarnos. La muchacha abrió la primera puerta que llevaba a las habitaciones y nos dio la bienvenida a Amsterdam mientras nos señalaba las estrechísimas y empinadísimas escaleras que tuve que subir medio escalando con la maleta de 20 kilos. A punto estuve de decirle que me dejara usar la polea esa que tenían en la fachada del edificio... pero la chica ya había huido hacia su guarida en la recepción. Fue muy divertido descubrir sobre la marcha que la 81 estaba ni más ni menos que en el tercer y último piso.
Nos instalamos y la verdad es que no pudimos evitar echarnos una siesta, ya que esa noche no habíamos dormido a penas. Después nos pegamos una ducha y nos fuimos a patear Amsterdam.
Fuimos andando por el barrio de Jordaan. Se trata de un barrio fundado en el siglo XVII y que en sus orígenes era humilde, pues en él se encontraban las casas de los obreros que trabajaban en los distintos gremios. La cosa ha cambiado bastante en la actualidad. Actualmente en él hay boutiques, galerías de arte, tiendas de antigüedades, restaurantes y cafeterías, etc.
Sinceramente, no le presté mucha atención a los nombres de los canales por los que fuimos pasando, sólo paséabamos e iba echando fotografías cuando nos apetecía. El barrio se veía un lugar muy tranquilo, alejado de los canales del centro, mucho más bulliciosos y bordeando el canal casas altas y estrechas con ventanas a pie de calle, a veces inclinadas hacia un lado, otras veces inclinadas hacia delante.

Yo quiero vivir en esas embarcaciones...

Los canales aquí eran más estrechos y menos concurridos por las embarcaciones. Y en muchos de ellos había barcos reconvertidos en casas flotantes, que daban mucha envidia

También tiene mucho encanto pasear por las estrechas callejuelas que no dan a los canales, donde reina el silencio y la tranquilidad de esas callecitas más laberínticas y resguardadas de Jordaan. Difícil de creer que calles tan silenciosas estén tan cerca del bullicio del centro de la ciudad...
Uno de los canales a destacar en este barrio es el canal Brouwersgracht, el canal de los cerveceros.

Cuánta paz
Sin dejar de pasear llegamos a la Westerkerk, iglesia protestante de estilo renacentista que se terminó de construir entre 1620 y 1631 por encargo del ayuntamiento de Amsterdam y así dotar a la ciudad, en crecimiento, de más iglesias de culto protestante. De todas las iglesias protestantes de Amsterdam no fue la primera en construirse pero sí fue la que tuvo la nave más grande e incluso durante un breve tiempo fue la más grande del mundo. Su interior es bastante austero y se cubre con una bóveda de cañón hecha de madera. En esta iglesia se enterró en algún punto al pintor Rembrandt, en una fosa común, ya que murió arruinado y no pudo costearse un entierro privado. Y es que hay que decir que Rembrandt tuvo que mudarse al barrio de Jordaan donde también vivían muchos artistas y vender su enorme casa en el barrio Judío (donde actualmente se encuentra el museo Rembrandt y que visitamos más adelante).

Canal Prinsengracht y Westkerk al fondo...
De la Westerkerk destaca su impresionante órgano de 1686 y especialmente la alta torre de 85 metros que la convierten en la torre de iglesia más alta de toda la ciudad, con sus tres cuerpos. Desde fuera llaman la atención la corona imperial que se encuentra en la punta de la torre y sus colores azules, rojos y amarillo. Maximiliano I, que fue coronado emperador en el año 1508 dio a Amsterdam el derecho de usar la corona en el escudo de armas de la ciudad en agradecimiento a su apoyo en algunas contiendas.

Westkerk y su impresionante torre de 85 metros
La autoría del carrillón, de 1658, pertenece a los hermanos Hemony, quienes fueron los creadores de este instrumento junto con la colaboración de Jacob van Eyck. Cuando murieron se llevaron su secreto a la tumba y no fue hasta el siglo XIX cuando se consiguieron campanas que sonaran con la misma pureza y afinación...

Las campanas sólo dejaron de sonar durante la Segunda Guerra mundial, cuando fueron retiradas para evitar que se fundieran y se usaran como armamento.
La Westerkerk se encuentra en el canal Prinsengracth, al lado de la casa de Ana Frank. Ambas se encuentran en el límite entre el barrio de Jordaan y el centro. A la iglesia no entramos, sólamente la vimos por fuera porque estaba cerrada creo que por reformas, pero se puede entrar y se pueden hacer visitas guiadas para subir a la torre. El acceso a la iglesia es gratis, pero la subida vale 7.5€ y va incluido un guía, aunque sólo en inglés.
Con motivo del Pride también tenía una larga bandera gay desplegada en la torre. Alucinante que incluso en las iglesias ondearan las banderas

Justo en uno de los laterales de la Westkerk está una pequeña estatua de Ana Frank, con su fecha de nacimiento y muerte, en honor a la pequeña niña que vivió encerrada en una de las casas colindantes durante dos años, junto a su familia y cuatro personas más, hasta que fueron descubiertos por los nazis y deportados a un campo de concentración y exterminio. Y es que la casa donde se ocultaban está prácticamente pegada a la iglesia y la niña hace referencia, en su diario, a la música de las campanas de la torre.

La pequeña Ana Frank
En la plaza de Westermarket se encuentra el Homomonument -monumento conmemorativo a todos los homosexuales que han sido perseguidos debido a su orientación sexual-, en forma de plataforma triangular sobre el canal Keizersgracht. En la misma plaza había un escenario y también varios puestos de comida, debido a la fiesta del orgullo y cómo no, muchísimo ambiente.
Estuvimos paseando un poco por la zona hasta que se hizo la hora de entrar en Anne Frank Huis. Para entrar hay que comprar la entrada con antelación por internet, eligiendo un día y una hora. Se pueden comprar desde dos meses antes de la visita y si no tenéis muchos días para elegir yo lo haría con la máxima antelación posible porque se pone a petar. Al momento diría que es imposible encontrar entradas.

Las colas para entrar a la casa de Ana Frank, aunque se entra por turnos y no hay que esperar. Desde fuera todo es un edificio nuevo...No me imaginaba que la casa estaría ahí dentro.
Cierran bastante tarde -a las 22h- teniendo en cuenta que en Amsterdam lo cierran todo muy pronto (a las 17 o 18h). Nosotros habíamos elegido una hora tardía, teníamos reservado el horario de las 19.45-20.00. A las 19.45 nos pusimos en la cola, y a las 20.00 empezamos a entrar todos.
Dentro hay guardarropas -gratuito- y también te dan de forma gratuita una audioguia en tu idioma que te va explicando la historia punto por punto, por cada sala por donde se va pasando. La entrada cuesta 11€ cogiéndola por internet, y bajo mi punto de vista no es cara contando las clavadas que te meten en otros sitios en Amsterdam (el ejemplo más flagrante Madame Tussauds, cuya entrada normal cuesta casi 25€. Sé que son cosas incomparables pero...). Además, la visita a la casa museo vale totalmente la pena bajo mi punto de vista (sé que hay opiniones de todo tipo). Dentro no se pueden hacer fotografías.
Antes de entrar a la casa de atrás -la casa donde se escondían todos, que eran parte de las oficinas del padre de Ana, Otto Frank - pasamos por distintas salas, donde hay fotografías, proyecciones, etc., donde explican a qué se dedicaba la familia, que se habían mudado a Amsterdam, porque allí había más tolerancia y cómo se empezaron a torcer las cosas cuando fueron invadidos por los nazis... Cuando la situación se volvió insostenible para los judios y para la familia de Ana en particular fue cuando sus padres tomaron la decisión de esconderse en la 'casa', que era básicamente un escondite que hicieron en el local comercial del padre. Durante su encierro fueron tres empleadas de Otto las que proporcionaban alimento y ropa a la familia sin que nadie se enterase.
En fila se va recorriendo toda la 'casa de atrás', cuya entrada estaba escondida por una estantería de madera que hacía de puerta y que hoy en día aún sigue allí. Cuando te metes dentro todo se vuelve más estrecho y oscuro a tu alrededor y a más de uno se nos pone un nudo en la garganta. Las ventanas están tapadas con tupidas cortinas negras, porque nadie podía saber que estaban allí. Sólo se atrevían a asomarse de noche y a duras penas.
La habitación de Ana conserva las fotografías que ella pegaba en las paredes, para hacer su cuarto un poco más alegre. También hay en las paredes marcas a lápiz de cómo iban creciendo las niñas. En esa casa de reducidas dimensiones vivieron ocho personas: Ana, su hermana y sus padres, el matrimonio Van Pels con su hijo, conocidos de la familia, y un amigo, Fritz Pfeffer. Pasaron allí más de dos años escondidos hasta ser descubiertos por la Gestapo en agosto de 1944 y enviados a campos de concentración... Fue durante todo este tiempo de encierro cuando Ana plasmó sus vivencias y pensamientos escribiéndolos, lo que le ayudaba a soportar la durísima experiencia y que más tarde recogería en un diario.
Durante el recorrido ves toda la casa y escuchas trozos del fragmento de los diarios que iba escribiendo Ana, y que un amigo de la família logró guardar hasta que el padre regresó del campo de concentración y se los pudo entregar a él -fue el único superviviente de la familia-. El diario original está expuesto al final del recorrido, en la sala del diario.
La visita es durilla, pero me gustó mucho y la recomiendo a todo el mundo (excepto a niños muy pequeños por motivos obvios). No se pueden hacer fotografías en el museo, a nada. A tener en cuenta que hay bastantes escaleras y son estrechas y empinadas.



Después de la visita ya era bastante tarde y como era bastante justo para cenar en la mayoría de sitios de Amsterdan simplemente entramos en un Albert Heijn que había allí al lado -y que por cierto, estaba a puntito de cerrar- y compramos sushi, una ensalada, y por supuesto queso, que nos comimos en el hotel. Por cierto, llegamos dando un paseo de casi media hora por los canales, para ir abriendo todavía más el apetito.

La súper cena...por poneros alguna foto

Cenamos y nos fuimos a dormir que serían las once de la noche, estábamos reventadas ese día.