Hoy nos dirigimos a una de las playas emblemáticas de creta la famosa Playa de Preveli.
La verdad es con el gps te lleva a los destinos simplemente con teclear el nombre de las playas, toda una gozada.
Después de 1,30 horas de trayecto llegamos a un parking de pago (2 euros) es bastante grande por lo que el espacio no creo que sea problema.
Al bajarnos del coche, el aire era tan brutal que el coche se movia en parado. Y mi hijo empezó a temblar de miedo y a pedirnos que nos volvieramos a casa. Intenté calmarle e incluso subirle a una mochila de porteo que llevaba por si las cosas se complicaban en pleno senderismo, pero fui imposible, no paraba de llorar. Le pregunté al chico de parking si el aire que hacía en la parte superior era el mismo que en la playa o la situación mejoraba. A lo que contestó que solo era algo mejor, pero que si aquí hacía mucho aire abajo también. Le pregunté por otras playas pero al parecer la situación sería la misma. Y es que cuando el aire azota de esa manera debe ser algo generalizado.

Con mucha desazón nos metimos en el coche, y aunque podiamos haber visitado el monasterio de Preveli, ya no teníamos cuerpo. Además mi hijo se quedó dormido inmediatamente después de meterlo en el coche. Y ahora si me cuadraba que lo que le pasaba fundamentalmente es que estaba agotado de tanta paliza. Nos dio tanta pena que volvimos a Matala, aunque intentamos alguna playa cercana por si acaso, pero efectivamente era imposible estar en la playa.
De vuelta al apartamento comimos lo que ya habíamos comprado con idea de pasar el día en la playa.
Después de la siesta reparadora fuimos a la 3ª playa que tiene Matala, la Playa de kommos, igualmente indicada en el gps, pero a unos 3 km de Matala.
La playa muy larga de arena dotada de un kiosko de helados, sombrillas y hamacas, pero el día era tan desagradable que cuando se levantaba el aire la arena te hacía daño al golpear contra la piel.

Estaba claro que no era nuestro día, asi que decidimos ir a la piscina del hotel, al que teníamos acceso por ser clientes de los apartamentos del mismo dueño. Y pasamos lo que quedaba de tarde por allí. Después cenamos en un restaurante en Matala y a dormir hoy con la sensación de que cuando uno va de vacaciones no todo sale perfecto y lo mejor es asumirlo para poder seguir disfrutando.
