Día 19
Nos levantamos temprano ya que nos dijeron que pasaban a recogernos a las 6:50 h., así que, en teoría bajamos a desayunar a las 5:50 h. o eso nos creíamos nosotros, nos extraño ya que solo había una pareja desayunando, mientras comíamos algo, mire la app del tiempo para saber que tal estaría el día, marcaba sol, estupendo, pero me di cuenta que la hora que salia en la pantalla era un hora menos, les pregunté a la otra pareja que hora era y resultó que el reloj de mi móvil no se había actualizado y estaba en hora de Bolivia, nos habíamos levantado una hora antes, vaya fallo.
A las 6:50 h. nos paso a recoger el organizador del tour súper puntual, para llevarnos al muelle de embarque del Lago Titicaca, que por cierto estaba repleto de barcas para turistas, una vez a bordo, nos dieron un poco de explicación y pusieron rumbo a las islas flotantes de los Urus, es una actividad muy turística pero considero que es interesante ver su forma de vida, cómo construyen sus islas flotantes con unas plantas llamadas totoras, te enseñan sus casas, intentando, lógicamente, venderte algún recuerdo de las manualidades que hacen ellos, tened en cuenta que hay que negociar el precio siempre, pero si no compras tampoco se ponen pesados, actualmente viven exclusivamente del turismo.
Nos ofrecieron subir en un catamarán construido por ellos, también de totora, casi todo el grupo acepto subir a la embarcación, aunque hay que pagarlo a parte, nos llevaron en una lenta navegación a remo hasta una isla central, la cual dispone de bar, w.c y unas letras horteras de plástico blanco con luces que pone Titicaca para que te hagas una foto, en nuestro caso no nos la hicimos ya que ese letrero lo vimos muy fuera de lugar, son como unos baños que son unas cabinas de plástico que les ha regalado el gobierno para tenerlos contentos, que desentonan totalmente con sus construcciones, la verdad es que quedan horribles plantados allí en las islas flotantes.
Regresamos al barco principal para dirigirnos a la isla Tequile, primero pasamos por una canal rodeado de totoras hasta salir al centro del lago, la navegación se prolongo unas dos horas, es curioso pero como el lago es tan grande se producen olas por el viento igual como si estuviéramos en medio del mar. Nos explicaron que estábamos a 3.800 metros de altitud, que el lago tiene una superficie de ocho mil kilómetros cuadrados y que la profundidad máxima es de 280 metros.
Una vez llegamos a la isla Tequile teníamos por delante doscientos escalones, teniendo en cuenta que estábamos a 3.800 metros de altura, no fue una tarea fácil subirlos, pero todo el grupo lo consiguió, en la parte alta estábamos a unos 4.000 metros de altitud, desde allí dispusimos de unas fantásticas vistas del lago, tomamos un camino que nos llevó a las ruinas pre-incas, no es que haya mucho para visitar, pero siempre esta bien ver algunos vestigios de civilizaciones antiguas, en las ruinas se encuentra el Arco de Tequile.
Muy cerca de las ruinas se encontraba el restaurante Sconosciuto, situado en un excelente lugar en alto frente al lago, con unas bonitas vistas, donde comimos bastante bien, el plato principal fue trucha del mismo lago.
Como el guía tenía miedo que por la tarde se levantaran muchas más olas, marchamos enseguida tras el almuerzo. Bajamos al embarcadero cerca del pueblo, que esta vez fueron 500 escalones, pero de bajada, que es mucho más descansado.
Pasadas dos horas y media de navegación a paso de tortuga llegamos otra vez a Puno. Estábamos dudando si dar una vuelta por el centro de Puno, pero estábamos un poco cansados de tantos escalones, así que decidimos ir al hotel a descansar y tomarnos una cerveza.
Cenamos también en el hotel, en esta ocasión decidí probar el abanico de Alpaca, que tiene un sabor muy parecido a la ternera, según los lugareños dicen que ellos prefieren la ternera. Tras la cena fuimos a dormir, ya que al día siguiente teníamos la salida a la siete de la mañana para ir hacia Raqchi y subir la montaña de 7 colores o del arco iris.