DIA 4. PENÍNSULA DE COROMANDEL
La cama de la campervan es super cómoda pero el jet lag nos juega una mala pasada y a las 7 cuando suena el despertador, llevamos un par de horas despiertos. En nuestro primer desayuno, tardamos un poco en organizarnos ya que en la caravana todo está colocado en plan tetris, y para montar las tablas de la mesa tienes que desmontar la cama, girar los asientos siguiendo una secuencia, igual que fregar los platos y al final, volver a poner las cosas en su sitio. Todo tiene su lugar exacto. Por suerto, la logística se irá agilizando a medida que pasan los días, y al final, será un trabajo totalmente sincronizado y más ágil.

Nos ponemos en marcha sobre las 8’30 hacia la Península de Coromandel por una carretera estrecha y con muchas curvas, que bordea la costa y el estuario del río Thames. Sí, literalmente bordeando, porque durante una buena parte del recorrido la carretera está a ras de agua o a pocos centímetros. Llueve, para, sale el sol, el cielo se tapa.. Y así estará toda la mañana.
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Cualquier rincón es digno de hacer fotos y paramos a menudo entre Thames y Coromandel Town. A pesar de ser la capital de la región, apenas tiene 2000 habitantes. Aprovechamos que ya no llueve para pasear por el pueblo, lleno de edificios históricos de la época del oro, que transformó la zona. De hecho, en 1870 había más de 100 hoteles y 70 minas de oro!. Hoy día, la mayoría de tiendas son de artesanía pero están casi todas cerradas. Cosas de la temporada baja. Sacamos dinero en metálico en el Kiwi Bank, ( leímos en el foro que tenía el mejor cambio ) y continuamos.

Cruzamos la península por la SH25. Estamos maravillados por esos paisajes y Mercury Bay es una de las más bonitas. Aprovechando que ha parado de llover, paramos en las playas de Whitianga para comer.

Aparcamos al lado de una pareja que están cocinando una enorme olla de mejillones al vapor. Debe ser una tradición, a juzgar por los abundantes viveros del estuario y los puntos de venta en la carretera. Llevamos pocas horas de viaje pero somos conscientes que los kiwis conducen muy rápido, y en las curvas, ellos van a su aire, ni se apartan ni se preocupan que hayan otros coches además del suyo...
