Día 11. Sábado 31 de agosto
El amanecer de un nuevo día. En este caso, el 11º día del viaje. Hoy llegaríamos por fin a la gran metrópolis, a la gran capital. Pero antes, nuestra última visita en Kanazawa, el famoso Jardín Kenrokuen, uno de los tres "jardines perfectos" del país.
Tras desayunar algo en la habitación, la abandonamos realizando el check-out en recepción. Pedimos por favor si nos podían guardar las maletas mientras realizábamos nuestros últimos paseos por la ciudad, petición a la cual respondieron encantados. Tras ello, nos encaminamos hacia la estación de tren para hacer uso del pase JR y coger uno de los primeros autobuses, la línea Korinbo, hasta la estación de Kenrokuen Garden / Kanazawa Castle, dónde descendimos ya el día anterior, y así poder llegar a primera hora cuando aún hay poca gente y perder el menor tiempo posible.
El Kenrokuen es una gran zona verde compuesta por paseos, lagos, cascadas, miradores y por supuesto una gran variedad de plantas, cuya belleza sorprende en cualquiera de las cuatro estaciones. Nosotros seguimos una ruta más o menos curvilínea por la mayor parte del parque, siguiendo el mapa que entregan en las taquillas, dónde hay escrita también información acerca de los puntos más emblemáticos.
Tras desayunar algo en la habitación, la abandonamos realizando el check-out en recepción. Pedimos por favor si nos podían guardar las maletas mientras realizábamos nuestros últimos paseos por la ciudad, petición a la cual respondieron encantados. Tras ello, nos encaminamos hacia la estación de tren para hacer uso del pase JR y coger uno de los primeros autobuses, la línea Korinbo, hasta la estación de Kenrokuen Garden / Kanazawa Castle, dónde descendimos ya el día anterior, y así poder llegar a primera hora cuando aún hay poca gente y perder el menor tiempo posible.
El Kenrokuen es una gran zona verde compuesta por paseos, lagos, cascadas, miradores y por supuesto una gran variedad de plantas, cuya belleza sorprende en cualquiera de las cuatro estaciones. Nosotros seguimos una ruta más o menos curvilínea por la mayor parte del parque, siguiendo el mapa que entregan en las taquillas, dónde hay escrita también información acerca de los puntos más emblemáticos.
La vista del estanque central Kasumiga-ike y sus alrededores resulta una bella estampa, con la casa de té tradicional sobre las aguas y cuyo reflejo perfecto impresiona. Elementos tradicional de carácter sintoísta aparecerán en algunos puntos a lo largo del jardín, como toriis, linternas o torres de piedra imitando pagodas. Sorprenden también los enormes palos de madera que se colocan en muchos árboles para evitar que el peso acabe venciendo las ramas y éstas caigan.
Entrando al jardín sobre las 8, estuvimos paseando durante una hora y media aproximadamente, quizá un poco más. Visitamos la mayor parte del recinto, sin prisas, así que consideramos que es un tiempo de visita bastante recomendable, no mucho más será necesario siempre que no haya gran cantidad de gente. Una vez finalizado el camino por el parque, nos dirigimos de nuevo a la parada del autobús, que nos llevará de vuelta a la estación de trenes.
Al llegar, pudimos observar cómo en el exterior de la estación, alrededor del torii gigante, estaban montando una exhibición. Eran sobre las 10-10:15, y teníamos dos opciones de tren bala: el servicio Hakutaka de las 10:56 (con asientos reservados y no reservados) y el servicio Kagayaki de las 11:45 (sólo asientos reservados). El segundo de ellos es el servicio más rápido de la línea a Tokio, salvando la distancia de 450 km entre ambas en unos 155 minutos; el primero, sin embargo, realiza algunas paradas más, lo que aumenta el tiempo de viaje en unos 20 minutos más, llegando hasta los 176 minutos.
Llegamos finalmente a la conclusión de que podría interesar más el servicio Kagayaki, que nos dejaría en Tokio a las 14:20, una hora bastante razonable; además, nos permitiría tener un poco más de margen en Kanazawa. Dicho y hecho, nos dirigimos a la oficina de JR para reservar los asientos, acción que llevamos a cabo en pocos minutos. Teniendo en nuestro poder los billetes, nos dirigimos al hotel para poder recoger las maletas, regresando de nuevo a la estación.
Allí, nos permitimos el lujo de estar observando un poco las representaciones que habíamos observado anteriormente. Si no recuerdo mal, se trataba de unas representaciones que se llevaban a cabo en varias localidades de la prefectura de Ishikawa, de la que es capital Kanazawa. En ellas, un grupo numeroso formado por adultos y jóvenes se meten dentro de un dragón, al cual debe enfrentarse un luchador en ardua batalla.
Al llegar, pudimos observar cómo en el exterior de la estación, alrededor del torii gigante, estaban montando una exhibición. Eran sobre las 10-10:15, y teníamos dos opciones de tren bala: el servicio Hakutaka de las 10:56 (con asientos reservados y no reservados) y el servicio Kagayaki de las 11:45 (sólo asientos reservados). El segundo de ellos es el servicio más rápido de la línea a Tokio, salvando la distancia de 450 km entre ambas en unos 155 minutos; el primero, sin embargo, realiza algunas paradas más, lo que aumenta el tiempo de viaje en unos 20 minutos más, llegando hasta los 176 minutos.
Llegamos finalmente a la conclusión de que podría interesar más el servicio Kagayaki, que nos dejaría en Tokio a las 14:20, una hora bastante razonable; además, nos permitiría tener un poco más de margen en Kanazawa. Dicho y hecho, nos dirigimos a la oficina de JR para reservar los asientos, acción que llevamos a cabo en pocos minutos. Teniendo en nuestro poder los billetes, nos dirigimos al hotel para poder recoger las maletas, regresando de nuevo a la estación.
Allí, nos permitimos el lujo de estar observando un poco las representaciones que habíamos observado anteriormente. Si no recuerdo mal, se trataba de unas representaciones que se llevaban a cabo en varias localidades de la prefectura de Ishikawa, de la que es capital Kanazawa. En ellas, un grupo numeroso formado por adultos y jóvenes se meten dentro de un dragón, al cual debe enfrentarse un luchador en ardua batalla.
Un grupo considerable de locales y visitantes se agolpaban alrededor de la zona habilitada para la pelea, entre los cuales nos camuflamos durante unos minutos. Sobre las 11 de la mañana, decidimos abandonar tan animada representación para dirigirnos hacia el interior de la estación, donde realizamos una pequeña compra en un konbini situado en la misma, especialmente algún bento y comida ya hecha que nos engulliríamos durante el trayecto.
Cuando ya estábamos preparados, nos dirigimos hacia la zona de los tornos, donde en un lateral nos esperaba un oficial preparado para revisar nuestros pases. Nos preguntó qué servicio íbamos a coger, y tras decirle que el nuestro era el siguiente Kagayaki, nos pidió los billetes de los asientos reservados, para cerciorarse de que podíamos acceder a dicho tren. Una vez todo estaba correcto, subimos las escaleras hacia nuestro andén, dónde ya esperaba nuestro tren, aunque aún no era posible el acceso a su interior.
Unos 15 minutos antes de la salida, se abrieron las puertas, permitiendo el pase a su interior. Encontrados los asientos, bastante cómodos como es normal en estos trenes, nos preparamos para relajarnos durante el viaje: nos esperaban dos horas y media a bordo del shinkansen. A las 11:45, con precisión japonesa, el tren realizó su salida rumbo a Tokio.
La línea Hokuriku recorre primeramente la zona costera en las prefecturas de Ishikawa y Toyama, pudiendo avistar el mar desde algunos puntos del recorrido. Sin embargo, al llegar a la prefectura de Niigata, gira hacia el interior, pasando por la ciudad de Nagano y las cercanías de los Alpes Japoneses. Siguiendo su recorrido, finalmente atraviesa las cadenas montañosas, apareciendo en la gran planicie de Kantō, que atravesará en su llegada a la capital.
Nosotros escogimos empezar a comer al salir de Nagano, sobre la 1 de la tarde, y así llegar a Tokio ya con la comida en el estómago, perdiendo el menor tiempo posible. A las 14:20, sin falta, llegábamos a la estación central tokiota, la que mayor tráfico de trenes tiene de la capital (más de 3000 al día recorren sus vías). Aún siendo mediodía de un sábado, se notaba que había bastante trajín de personal.
Nuestro hotel era el Shiba Park Hotel, localizado a menos de 10 minutos a pie de la estación de Hamamatsuchō, en las líneas Yamanote y Keihin-Tōhoku, más conocida por ser el punto de partida del monorraíl al aeropuerto de Haneda. Para llegar hasta dicha estación, podemos coger cualquiera de las dos líneas en la estación central con nuestro pase JR, tardando 6 y 4 minutos respectivamente. La frecuencia de estas líneas es absurdamente alta, cada menos de 5 minutos pasan trenes en ambas, por lo que no tendremos problemas de horarios.
Llegamos sobre las 15 horas al hotel, donde procedimos a realizar el check-in sin ningún problema aparente. Además, un botones muy agradable nos acompañó hasta nuestra habitación, comentándonos todo lo que debíamos conocer acerca de la misma. Como veíamos que estaba siendo muy amable con nosotros, le pedimos recomendaciones de sitios para visitar, comprar, souvenirs, incluso los supermercados o konbini del barrio.
Tras dejar las maletas y descansar unos minutos, decidimos partir hacia la zona de Shinjuku. Desde nuestra estación, Hamamatsuchō, lo más sencillo resulta coger la línea Yamanote (anillo externo), que en unos 25 minutos nos acercará hasta la estación de Shinjuku, la más transitada del mundo con más de 3 millones de usuarios al día. Este distrito es el centro comercial y administrativo más importante de la gran metrópolis, además de hogar de una gran cantidad de tiendas de electrónica, centros comerciales, grandes rascacielos y muchos otros locales de ocio y restauración.
A unos 10 minutos de la estación podemos encontrar el Edificio del Gobierno Metropolitano, formado por dos torres gemelas en cuyos últimos pisos existen dos miradores gratuitos que ofrecen unas magníficas vistas de la ciudad desde las alturas. Cuando fuimos nosotros el observatorio de la torre norte se encontraba en renovación, por lo que solamente el sur estaba abierto al público.
Cuando ya estábamos preparados, nos dirigimos hacia la zona de los tornos, donde en un lateral nos esperaba un oficial preparado para revisar nuestros pases. Nos preguntó qué servicio íbamos a coger, y tras decirle que el nuestro era el siguiente Kagayaki, nos pidió los billetes de los asientos reservados, para cerciorarse de que podíamos acceder a dicho tren. Una vez todo estaba correcto, subimos las escaleras hacia nuestro andén, dónde ya esperaba nuestro tren, aunque aún no era posible el acceso a su interior.
Unos 15 minutos antes de la salida, se abrieron las puertas, permitiendo el pase a su interior. Encontrados los asientos, bastante cómodos como es normal en estos trenes, nos preparamos para relajarnos durante el viaje: nos esperaban dos horas y media a bordo del shinkansen. A las 11:45, con precisión japonesa, el tren realizó su salida rumbo a Tokio.
La línea Hokuriku recorre primeramente la zona costera en las prefecturas de Ishikawa y Toyama, pudiendo avistar el mar desde algunos puntos del recorrido. Sin embargo, al llegar a la prefectura de Niigata, gira hacia el interior, pasando por la ciudad de Nagano y las cercanías de los Alpes Japoneses. Siguiendo su recorrido, finalmente atraviesa las cadenas montañosas, apareciendo en la gran planicie de Kantō, que atravesará en su llegada a la capital.
Nosotros escogimos empezar a comer al salir de Nagano, sobre la 1 de la tarde, y así llegar a Tokio ya con la comida en el estómago, perdiendo el menor tiempo posible. A las 14:20, sin falta, llegábamos a la estación central tokiota, la que mayor tráfico de trenes tiene de la capital (más de 3000 al día recorren sus vías). Aún siendo mediodía de un sábado, se notaba que había bastante trajín de personal.
Nuestro hotel era el Shiba Park Hotel, localizado a menos de 10 minutos a pie de la estación de Hamamatsuchō, en las líneas Yamanote y Keihin-Tōhoku, más conocida por ser el punto de partida del monorraíl al aeropuerto de Haneda. Para llegar hasta dicha estación, podemos coger cualquiera de las dos líneas en la estación central con nuestro pase JR, tardando 6 y 4 minutos respectivamente. La frecuencia de estas líneas es absurdamente alta, cada menos de 5 minutos pasan trenes en ambas, por lo que no tendremos problemas de horarios.
Llegamos sobre las 15 horas al hotel, donde procedimos a realizar el check-in sin ningún problema aparente. Además, un botones muy agradable nos acompañó hasta nuestra habitación, comentándonos todo lo que debíamos conocer acerca de la misma. Como veíamos que estaba siendo muy amable con nosotros, le pedimos recomendaciones de sitios para visitar, comprar, souvenirs, incluso los supermercados o konbini del barrio.
Tras dejar las maletas y descansar unos minutos, decidimos partir hacia la zona de Shinjuku. Desde nuestra estación, Hamamatsuchō, lo más sencillo resulta coger la línea Yamanote (anillo externo), que en unos 25 minutos nos acercará hasta la estación de Shinjuku, la más transitada del mundo con más de 3 millones de usuarios al día. Este distrito es el centro comercial y administrativo más importante de la gran metrópolis, además de hogar de una gran cantidad de tiendas de electrónica, centros comerciales, grandes rascacielos y muchos otros locales de ocio y restauración.
A unos 10 minutos de la estación podemos encontrar el Edificio del Gobierno Metropolitano, formado por dos torres gemelas en cuyos últimos pisos existen dos miradores gratuitos que ofrecen unas magníficas vistas de la ciudad desde las alturas. Cuando fuimos nosotros el observatorio de la torre norte se encontraba en renovación, por lo que solamente el sur estaba abierto al público.
Se nota que es de los pocos miradores situados en rascacielos que está exento de pago, pues nos encontramos una considerable cola para poder acceder a él y al cual pudimos acceder tras unos 10-15 minutos esperando. Desde allí podremos observar una vista en primer lugar del barrio y la zona cercana a la estación de tren de Shinjuku, para más tarde pasar a intuir la zona de Shibuya, el parque Yoyogi, la torres de Tokio y Skytree o la zona de Maranouchi y la estación central. Curiosamente, también pudimos tener nuestro único contacto visual con el Monte Fuji en todo el viaje, cuya silueta se intuía entre las nubes que cubrían el cielo (en la siguiente imagen, aparece la ladera derecha hacia el centro de la imagen, un poco a la derecha).
Tras unos 20 minutos de deleite con las vistas, cogimos el ascensor para bajar hasta el hall del edificio. Sin embargo, en la primera planta había una pequeña exposición de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos, que se debían celebrar en la capital nipona el verano de 2020, y en la cual nos entretuvimos unos 5-10 minutos.
Empezaba a anochecer, así que decidimos acercarnos hasta la zona de Akihabara. Desde Shinjuku tomamos un tren de la línea Chūō (rapid service), que en 9 minutos nos dejó en la estación de Ochanomizu, desde la cual podemos bajar por la calle pegada al viaducto del tren (dónde encontramos un restaurante con nombre El chateo del puente) hasta un puente situado justo debajo del viaducto, que atravesaremos para llegar al barrio de Akihabara, meca de la tecnología, los videojuegos, el manga y el anime en Japón.
La tarde del sábado nos permitió observar cómo el barrio estaba repleto de gente, tanto locales como visitantes, en busca de experiencias de todo tipo. Los neones colmaban los edificios en las avenidas principales, con una iluminación semejante a la que encontramos en el canal Dōtonbori en Osaka. Personas disfrazadas de todo tipo de personajes, especialmente camareras, aparecían por cualquier esquina para ofrecerte acudir a su local. Centros comerciales y tiendas de electrónica con varios pisos se hallaban por doquier.
Empezaba a anochecer, así que decidimos acercarnos hasta la zona de Akihabara. Desde Shinjuku tomamos un tren de la línea Chūō (rapid service), que en 9 minutos nos dejó en la estación de Ochanomizu, desde la cual podemos bajar por la calle pegada al viaducto del tren (dónde encontramos un restaurante con nombre El chateo del puente) hasta un puente situado justo debajo del viaducto, que atravesaremos para llegar al barrio de Akihabara, meca de la tecnología, los videojuegos, el manga y el anime en Japón.
La tarde del sábado nos permitió observar cómo el barrio estaba repleto de gente, tanto locales como visitantes, en busca de experiencias de todo tipo. Los neones colmaban los edificios en las avenidas principales, con una iluminación semejante a la que encontramos en el canal Dōtonbori en Osaka. Personas disfrazadas de todo tipo de personajes, especialmente camareras, aparecían por cualquier esquina para ofrecerte acudir a su local. Centros comerciales y tiendas de electrónica con varios pisos se hallaban por doquier.
Nosotros entramos al famoso Don Quijote, una franquicia con grandes tiendas repartidas a lo largo de la geografía japonesa, y en cuyo interior puede hallarse productos de todo tipo. Cualquiera cosa que pueda imaginarse es probable que se encuentre allí.
Nos encontramos con varios grupos de españoles, a los que preguntamos cuáles eran los productos típicos que solía comprar la gente en estas cadenas: nos respondieron que, principalmente, artículos de cosmética (en especial femenina), siendo la japonesa bastante famosa y de gran calidad. Decidimos apuntarnos los productos para realizar dichas comprar durante las próximas jornadas en otros centros que encontráramos o nos viniera mejor en la ruta.
Tras salir del Don Quijote, nos dirigimos a la estación de Shimbashi con las líneas Yamanote o Keihin-Tōhoku en unos 8 minutos. La razón de acercarnos hasta esta estación es porque en las inmediaciones de la estación se encuentra el edificio sede de la cadena de televisión Nippon TV, donde se sitúa el reloj de Hayao Miyazaki, un reloj que da las horas en ciertos momentos del día con una pequeña representación con música y objetos animados, en este caso a las 20:00 h. Se trata de una "atracción" bastante recomendable, tanto para los seguidores de la animación japonesa, especialmente para los de Miyazaki y Studio Ghibli como servidor (ya que el reloj se asemeja al famoso castillo ambulante de Howl), como para los que no lo son.
Una vez finalizada la pequeña representación, que dura unos 4 minutos, procedimos la marcha para regresar al hotel, del cual nos separaba una distancia de poco más de 1 km, lo que significaba unos 15-20 minutos. Tras llegar al hotel, tocaba descansar de una tarde de iniciación en la gran urbe tokiota. Mañana nos tocaba otro madrugón para visitar la ciudad costera de Kamakura, sede de varios templos y santuarios.
Nos encontramos con varios grupos de españoles, a los que preguntamos cuáles eran los productos típicos que solía comprar la gente en estas cadenas: nos respondieron que, principalmente, artículos de cosmética (en especial femenina), siendo la japonesa bastante famosa y de gran calidad. Decidimos apuntarnos los productos para realizar dichas comprar durante las próximas jornadas en otros centros que encontráramos o nos viniera mejor en la ruta.
Tras salir del Don Quijote, nos dirigimos a la estación de Shimbashi con las líneas Yamanote o Keihin-Tōhoku en unos 8 minutos. La razón de acercarnos hasta esta estación es porque en las inmediaciones de la estación se encuentra el edificio sede de la cadena de televisión Nippon TV, donde se sitúa el reloj de Hayao Miyazaki, un reloj que da las horas en ciertos momentos del día con una pequeña representación con música y objetos animados, en este caso a las 20:00 h. Se trata de una "atracción" bastante recomendable, tanto para los seguidores de la animación japonesa, especialmente para los de Miyazaki y Studio Ghibli como servidor (ya que el reloj se asemeja al famoso castillo ambulante de Howl), como para los que no lo son.
Una vez finalizada la pequeña representación, que dura unos 4 minutos, procedimos la marcha para regresar al hotel, del cual nos separaba una distancia de poco más de 1 km, lo que significaba unos 15-20 minutos. Tras llegar al hotel, tocaba descansar de una tarde de iniciación en la gran urbe tokiota. Mañana nos tocaba otro madrugón para visitar la ciudad costera de Kamakura, sede de varios templos y santuarios.