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Es sencillo llegar a estos tres pueblos que, además, están bastante próximos entre sí.
Cogemos el autobús (parada acera contraria al cine en Vielha) y bajamos en Casarilh. El pueblo queda dividido en dos partes, separadas por la carretera. Vamos primero a la inferior. Allí hay una fuente y algo más abajo, girando a la izquierda, la iglesia.
Tiene un interesante casco urbano donde podemos ver algunas casas del siglo XVII con bonitas ventanas renacentistas. En la calle Major hay un restaurante y creo que en esta villa también se elabora cerveza artesanal. Antiguamente Casarilh tenía una iglesia románica, época de la que data un Cristo restaurado recientemente y que puede verse en el Museo Etnográfico de Vielha. La iglesia de Sant Tomàs data del siglo XII pero fue restaurada y modificada con el paso de los siglos y ya no se percibe su estilo románico. A partir de una nave románica, el edificio se amplió por la parte norte con una construcción moderna que se convierte en una nave lateral. El ábside semicircular que encabeza la nave románica está incluido en un cuerpo de edificio cuadrangular que hace las funciones de sacristía.
Santo Tomás de Casarilh presenta un campanario de torre con cubierta típica piramidal, construido en el siglo XVIII, época a la que pertenecen las inscripciones del dintel de entrada al templo y de entrada a la torre. De su época renacentista destaca la pila bautismal sostenida por un pedestal románico, un notable Cristo románico de los siglos XII-XVII. Nos fue imposible ver el interior porque estaba cerrada.
Cerca del portal del campanario encontramos una interesante lápida sepulcral empotrada de la época paleocristiana. Está realizada en mármol blanco con un bello anagrama de Cristo o crismón flanqueado a la derecha por una cruz griega y a la izquierda por una roseta o estrella de cuatro pétalos o puntas. Ambos elementos, la cruz y la estrella, tienen una larga tradición desde época paleocristiana y visigoda.
Después de ver la iglesia, volvemos a cruzar la carretera y subimos a la otra parte de la villa, la alta, para tomar la ruta que, después de un cómodo paseo, nos lleva a Escunhau.
Al llegar al pueblo nos sorprende la bonita iglesia de Sant Pèir. De la estructura románica de la nave, siglos XI y XII, solo se conserva el aparejo de mampostería y la bóveda de medio punto. No pudimos verlo. Permanece cerrada.
La portada de Sant Pèir d’Escunhau, magnífica, se estructura a partir de tres arcos en degradación y dos archivoltas sostenidas por columnas. En el centro del tímpano se encuentra esculpida la figura del Cristo. Por sus trazos, se identifica con los que perduran en los nártexs (pórticos o vestíbulos que en las antiguas basílicas cristianas se reservaban a los catecúmenos -personas que se instruyen antes de ser bautizadas- y a ciertos penitentes) de Sant Miquèu de Vielha y Sant Martí de Gausac.
El resto de la portada está decorada con diferentes elementos escultóricos como capiteles con representaciones antropomórficas; el ajedrezado, recurso decorativo muy recurrente en las iglesias aranesas, y el dintel que corona el cuerpo arquitectónico de la portada, compuesto por un crismón flanqueado por dos estrellas de ocho puntas cercadas.
Para ver bien la fachada tenemos que acceder por la puerta de reja que lleva al pequeño cementerio, donde un gato paseaba entre tumbas buscando ratones.
La pila bautismal tiene decoraciones que la asemejan a las de Gausac y Casau. Se trata de una ornamentación que alterna los motivos vegetales y geométricos con representaciones figurativas de marcada simbología, su traza es acusadamente lineal y su ejecución podría ser del transcurso de los siglos XII y XIII.
La estructura interior de la iglesia, sustentada sobre nervaduras y bóvedas de crucería, es gótica. También lo es la ventana exterior, ubicada en el encabezamiento del muro de mediodía. Entre los siglos XVII y XVIII se adosa en la iglesia su actual torre campanario.
El pueblo tiene interesantes muestras de arquitectura popular. La más importante la encontramos al final de la empinada calle, ya llegando a la carretera. Se trata de Ço de Perejoan, la más antigua de Val d’Aran, construida el año 1393 y declarada Bien de Interés Cultural. En la fachada podremos admirar sus ventanas renacentistas, con un antiguo portal con dovelas protegido por una aspillera con un escudo de 1393. Debajo encontramos dos pájaros enfrentados por el pico. Debemos fijarnos bien porque la casa ha sido restaurada y pocas cosas delatan su antigüedad.
En Escunhau hay alojamientos turísticos y restaurantes.
Aunque podríamos haber tomado alguna de las sendas peatonales, decidimos seguir camino por carretera para llegar a Betrén.
Este pueblo está prácticamente pegado a Vielha. A la entrada del pueblo desde Escunhau puede visitarse la iglesia de Sant Estèue (San Esteban) del siglo XIV. El ábside se abre a una plaza donde encontramos una fuente y un hotel de los varios que hay en la población. Las primeras referencias históricas de la iglesia de Sant Estèue de Betren datan del siglo XIV, en los preludios del arte gótico. No obstante, hay algunas evidencias del siglo XIII (románico).
La cabecera de la iglesia tiene tres ábsides poligonales, de cinco caras la central y de tres los laterales. Allí se encuentran las ventanas que van alternando los arcos de medio punto con los ojivales. Por encima del ábside central destaca una ventana gótica, flanqueada por otras dos ventanas aspilleras de estilo románico. Junto a la ventana gótica vemos dos figuras, una a caballo y otra a pie, que parecen superpuestas. ¿Un San Martín ofreciendo parte de su capa al pobre, quizás?.
La portada de acceso, el punto más destacado de la iglesia, se abre en el muro norte, a la calle Major. Encontramos el Juicio Final con la representación de los condenados contrapuestos a los escogidos. Una escena que, en la parte superior, está presidida por la Virgen con el niño en la falda. Debemos fijarnos bien en los personajes; son muy curiosos. La calidad de la fachada es excepcional.
Encima del muro de poniente se encuentra un campanario de espadaña de dos pisos. En su interior se descubre una pila de agua bendita, posiblemente de los siglos XVI-XVII, sostenida por una columna de base románica. Tampoco pudimos verla por dentro. Permanece cerrada.
Originariamente la parroquia de la población era la iglesia de San Sernilh, de la que sólo queda el campanario en pie. San Saturnino, o lo que es lo mismo, Sernilh, es objeto de una fiesta importante en la localidad el 30 de noviembre. Ya vemos alzarse la torre al final de la calle y el muro parece cerrarnos el paso.
Del edificio se conservan las bases de sus muros perimetrales, aunque lo mejor conservado es su esbelta torre de campanario, añadida en el siglo XVI, que tiene planta cuadrada y está coronada por una cubierta piramidal, algo muy típico en las iglesias del valle.
Parece ser que el templo estaba formado por dos naves paralelas e independientes tan solo comunicadas por una puerta.
La nave del lado de mediodía era larga y estrecha y era e origen románico, probablemente del siglo XI. En sus muros se pueden observar los restos de cuatro pilares adosados al muro sur, donde probablemente se apoyaban los arcos fajones que sustentaban la nave. También se entrevé la base del campanario románico, adosado al muro sur.
En los siglos XIV primero y XVIII posteriormente el templo fue reformado. En una de estas reformas fue cuando se adosó la segunda nave en el lado norte de la románica. Actualmente las dos naves están hundidas y el solar se utiliza como cementerio.
En el muro norte, en una ventana, encontramos un bloque de piedra rectangular, se trata de un friso reaprovechado, muy parecido al de Sant Pier de Escunhau, seguramente esculpido en el siglo XII. Está decorado con tres círculos de izquierda a derecha los dibujos de su interior son: son un crismón, una flor de la vida y una cruz griega.
Adosada al muro de entrada hay una pequeña fuente y algunos maceteros llenos de flores.
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