Hoy ya sabíamos cómo funcionaba todo y nos levantamos a las 5 de la mañana para volver a impregnarnos de la magia de los globos aerostáticos.
Elegimos una montaña cerca del centro. Casi no encontramos aparcamiento y eso que era bastante temprano. Había mucha gente sentadas a lo largo del camino. Todos ellos equipados con mantas e incluso comida. A esa hora no había ningún globo, eso nos extrañó. Al poco vimos llegar unas cuantas furgonetas pero hablaron entre ellas y se volvieron a ir. En ese momento la gente que estaba cercana a nosotros comenzó a marcharse. Para nosotros no soplaba nada de viento como para que no volaran los globos, pero ellos eran los expertos.

Así que nos levantamos y fuimos hasta el coche para marcharnos al hostal.
Descansamos un par de horas para luego levantarnos a desayunar. Hoy el día era muy light, lo utilizaríamos para ver lo que nos había quedado de los días anteriores. Recogimos la cabaña y pusimos las mochilas en el coche.
Antes de nada fuimos a la estación de autobuses donde poder comprar el ticket para ir esa misma noche hasta Pamukkale. Nos costó unos 11€ por persona.
Ticket en mano comenzábamos el día.
Nuestra primera parada fue en Pasabag donde están las chimeneas de hadas más famosas del país.

Es increíble pensar con las piedras se han sostenido en las alturas con el paso de los años y las inclemencias del tiempo. Además el entorno que lo rodea es verdaderamente precioso.

Por el camino hicimos varias paradas en columpios que estaban en medio de la nada o simplemente porque nos gustaba el paisaje.
Mientras circulábamos con el coche, pasamos por una parte donde habían muchos coches aparcados y por supuesto paramos, para ver de qué se trataba. Nos encontrábamos ante las chimeneas de hadas gemelas de Urgup. Las acompañaba un agradable paseo de madera y un pequeño mercado donde compramos algunos souvenir para llevar a España.

Por la tarde, regresamos al centro, donde devolvimos el coche para que lo revisaran. Al decirnos que estaba todo bien, fuimos a merendar en una cafetería cerca de la estación de autobuses. Aprovechamos también para cambiarnos de ropa y ponernos algo cómodo y abrigado para el camino.
A las 8 de la noche, cuando salía nuestro autobús, subimos y nos acomodamos, pues nos quedaban 10 horas por delante.