A unos 500 metros del pueblo encontramos un convento, bonito pero poco visitado. Se trata del Convento de Sant Bartomeu.
El edificio, visto por el exterior, es algo extraño, como si estuviera hecho a pedazos.

Después de ser nombrado virrey de Sicilia, Ramón de Cardona-Anglesola, el del sepulcro, hizo una petición a la Santa Sede para fundar un convento en Bellpuig. Se autorizó con una bula del famoso Papa Julio II de 24 de febrero de 1507. El lugar escogido era un solar donde ya había una ermita dedicada a San Bartolomé.
Los franciscanos construyeron una pequeña residencia pero al virrey no le hizo gracia. Quería algo más imponente. En 1535 se terminaron las obras.
Accedemos por una puerta de medio punto con un gran escudo de armas encima a la que se le ha puesto una cristalera. Para llegar a la puerta tenemos que subir cuatro escalones.
Es un edificio de planta rectangular que tiene dos claustros centrales.
El más pequeño, situado cerca la entrada, tiene dos pisos y es de estilo gótico, con arcos apuntados en la planta baja y una galería de arcos de medio punto en el primer piso. Es encantador, con una fuente central, pero carece de la espectacularidad del otro claustro.

El segundo claustro, o patio de la cisterna, tiene una galería baja con cuatro arcos apuntados por lado, con bóveda de crucería que descansa sobre contrafuertes que dan al patio. De los contrafuertes salen pináculos coronados con florones. Los cuatro pináculos de los ángulos sobresalen hasta la cornisa que cerraba inicialmente la altura del patio. La tercera galería es de orden toscano y tiene arcos rebajados sobre columnas estriadas y balaustres, más un alero de gran voladizo. Data de 1614.

La segunda galería es magnífica, con columnas retorcidas (no sé si atreverme a llamarlas salomónicas porque no lo son exactamente). Es un ejemplo único de este tipo en Catalunya.

En el centro del patio hay un pozo. Encima tiene la decoración del escudo de armas de la familia dentro de una corona de flores. Se corona con una cruz.
Ese claustro es muy bonito y bien merece una visita.
En el convento se hicieron reformas hasta finales del siglo XIX. En 1809 los franceses se apoderaron del edificio durante cuatro meses y quemaron todo lo que pudieron. De hecho, el mausoleo de Ramon de Cardona-Anglesola, que en sus orígenes estaba aquí, fue mutilado y el sarcófago, violado. Desapareció la espada que en 1510 el almirante había recibido de Julio II.
Una vez expulsados los franceses, el convento fue ocupado por los castellanos, que lo transformaron en hospital militar.
Volvieron los franciscanos pero muy brevemente, hasta la desamortización de 1835.
El convento pasó finalmente a manos de los padres paúles y fue destinado a casa-misión y seminario menor. La iglesia actual fue construida entre 1903 y 1906. Es amplia pero resulta algo fría. Destacaría el suelo y la bonita imagen de la Virgen.
La sala capitular está cubierta con dos tramos de crucería estrellada y las dos primeras claves de bóveda tienen medallones con los retratos idealizados de Ramón de Cardona-Anglesola y su mujer, fundadores del convento .

En el exterior aún se ve algún elemento renacentista de finales del siglo XVI, como una escalera monumental, la puerta para salir al jardín o algunas ventanas .
Adosada a uno de los muros del refectorio hay una fuente de estilo gótico para lavarse las manos. No se ve bien por dónde podría salir el agua pero si nos fijamos bien lo descubrimos y la pila es estrecha. Hay un relieve dos leones de gran melena por cuyas bocas salía el agua y dos animales fantásticos encima con cuerpo de águila y extremidades posteriores felinas (lo que se conoce como grifos) que custodian un escudo central donde se puede leer la inscripción "Plaza de la Constitución". En la parte superior del interior del arco hay dos querubines coronando una Virgen con el niño; debajo hay decoración vegetal y, a ambos lados, unas pequeñas capillas de tipo renacentista con las figuras de San Francisco de Asís y San Bartolomé, ciñendo por el cuello un diablo en forma de monstruo. Es de una gran delicadeza.

En el claustro grande hay una escalera de caracol de piedra con 97 escalones.
En el interior se conserva una muestra de cerámica. Pertenecen a los hallazgos hechos en el subsuelo al hacer obras para instalar la calefacción. Parece que en los siglos XVII y XVIII no se podía tirar ni romper aquellos platos que hubieran servido para ungir a los enfermos.
Dejo enlace con horarios y precios:
monuments.mhcat.cat/ ...t_bartomeu