Por diversas circunstancias, a finales de agosto tuvimos que pasar una noche en la localidad vallisoletana de Pesquera de Duero, que pertenece a la comarca de Campos de Peñafiel y que pese a contar apenas con 500 habitantes constituye un punto destacado en la producción y distribución de los vinos de la prestigiosa denominación de origen Ribera del Duero, con lo cual su entorno y su paisaje están marcados por las cepas, las bodegas y el propio río.
Situación de Pesquera de Duero en el mapa peninsular según Google Maps.
Se encuentra a 54 kilómetros de Valladolid capital, unos cincuenta minutos en coche, y a poco menos de 8 kilómetros de Peñafiel, lugar muy visitado por su famoso castillo. Pero esa es otra historia.
Nos alojamos en el Hotel Posada de Pesquera, situado en el centro del pueblo, en un edificio del siglo XVI rehabilitado. La habitación, amplia y confortable, nos costó 60 euros. Muy buena relación calidad/precio. Cuenta con un estupendo restaurante con terraza de verano, el Ambigú, donde tuvimos oportunidad de cenar y muy bien por cierto, aunque no es barato. Es muy conocido en la zona y suele ser necesario reservar con antelación para comer en fin de semana (no lo teníamos previsto y, al día siguiente, cuando lo intentamos ya estaba completo). Por la noche, después de cenar, fuimos a dar un corto paseo por Pesquera.
SENDA DEL DUERO. RUTA ENTRE PESQUERA DE DUERO Y PEÑAFIEL.
No lo teníamos previsto de antemano, pero nos fijamos en unos carteles que anunciaban la Senda del Duero, la cual aprovecha el acondicionamiento del GR-14 y cuenta con 759 kilómetros de recorrido (desde los Picos de Urbión hasta la Fregeneda, ya en la frontera con Portugal, de los que corresponden a la provincia de Valladolid 165 kilómetros divididos en siete etapas. Nuestro objetivo era más modesto, pues se trataba de hacer, en parte, un tramo de la etapa Peñafiel-Quintanilla de Onésimo, en concreto la que une Pesquera con Peñafiel, surcando la orilla de los ríos Duero y Duratón, incluyendo la desembocadura de éste último en el primero y que cuenta, además, con varios puentes y pasarelas.
Datos de la ruta:
En total son unos 8,5 kilómetros en sentido lineal, es decir, solamente la ida; así que hay añadir la vuelta. En total, unos 16 kilómetros de longitud y unas cuatro horas de duración. El recorrido es fácil, por un sendero a la orilla del río, casi todo llano, excepto alguna pequeña pendiente cuesta arriba o cuesta abajo. Si únicamente se quiere ir hasta la desembocadura del Duratón (lo que no está nada mal), habrá que reducir 2,8 kilómetros en cada sentido, es decir 5,6 kilómetros en total, una hora menos.
En el sentido que hicimos nosotros la ruta, comenzamos en Pesquera, en un parque que hay a la orilla del río Duero, donde se ha construido una espectacular pasarela de madera, que me recordó al diseño vanguardista que se lleva últimamente en algunas de las bodegas, aunque sobre todo me vinieron a la mente las de los caldos de Rioja.
Desde la pasarela contemplamos unas vistas muy bonitas de Pesquera y del propio Duero. Aquí también hay varios paneles informativos con las rutas de la zona. Por cierto, que la Senda del Duero en sentido contrario (recuerdo que estábamos haciendo solo un tramo) estaba cortada más adelante por corrimientos en el terreno.
El panel informativo nos relató algunas curiosidades del Duero en Valladolid, como que cruza la provincia de este a oeste dividiéndola en dos mitades; la margen norte la riega su principal afluente, el caudaloso Pisuerga, que necesita grandes puentes, mientras que en la sur los ríos son más numerosos pero más pequeños por lo que necesitan menos infraestructuras para cruzarlos. Algunos de los que se encuentran en la ruta son puentes medievales e históricos, otros, pasarelas modernas como la que estábamos cruzando.
Al final de la pasarela, en el inicio de la ruta, conviene tener cuidado para no tomar la pista de la derecha porque nos llevaría al mismo destino, pero cruzando el bosque sin ver el río. Hay que tomar el pequeño sendero que parte a mano izquierda, en descenso hacia el cauce, que queda a nuestra izquierda.
Pista forestal que hay que evitar y sendero paralelo al río que se debe seguir.
Al principio, pudimos ver las casas de Pesquera al otro lado del río, instaladas en un terreno alto, ya que el Duero ha excavado un suave cañón, formando un meandro que se aprecia por el giro del camino, pero que no es posible contemplar en perspectiva.
Al rodear el meandro, perdimos la vista de la población y el verdor absoluto empezó a cobrar protagonismo con excepción del azul del cielo, cuando se veía, porque allí hasta el agua era verde, verde.
He hecho unas cuantas rutas fluviales y esta no defrauda porque, aunque no presenta puntos realmente espectaculares, permite prácticamente en todo su recorrido (8 kilómetros, que no es poco) contemplar el río, yendo siempre a muy poca distancia sus orillas, evocando un paisaje muy distintos del que se suele imaginar de Castilla.
Una vegetación lujuriosa nos permitió casi en todo momento a la sombra, con lo cual apenas sufrimos el rigor de un día de verano bastante caluroso. Con lo cual, se trata de un paseo que se puede realizar en cualquier época del año, salvo que llueva mucho porque podría estar embarrado.
Con la compañía de alisos, fresnos, sauces, chopos y otras especies vegetales características de la rivera, que en algunos momentos formaban incluso un toldo sobre nuestras cabezas, llegamos a una zona en la cual el río se abrió, mostrando el cielo y pudimos contemplar el brazo de agua desde un pequeño montículo.
Unos minutos después, llegamos hasta otra pasarela, parecida a la anterior, que nos mostró la desembocadura del río Duratón (que es el que pasa por Peñafiel) en el Duero.
Es curioso el encuentro de ambos ríos, en el que se distingue fácilmente uno de otro porque las aguas del Duratón (famoso por sus fantásticas hoces a la altura de Sepúlveda) menos profundas, son menos profundas y transparentes, mientras que las del Duero tampoco aquí abandonan su intenso color verde.
Aquí hay también otro puente metálico que acoge el tráfico que antes circulaba por otro de piedra, hoy desierto y al que nos acercamos. Desde aquí, la Senda del Duero se desvía del camino que nosotros seguimos, yendo hasta Bocos, ya que, como he mencionado, el río que pasa por Peñafiel es el Duratón y no el Duero.
Ya únicamente quedaba un tercio del camino hasta llegar a Peñafiel, llevando a nuestra izquierda el cauce del Duratón, en una ruta encantadora pero menos envuelta en la vegetación que la del Duero, así que nos volvimos antes de completarla.
A lo lejos aguardaba la mole de su castillo, que también acoge el Museo del Vino. No había disponibilidad para visitarlo ese día (requiere reserva previa). Aunque no nos hubiera importado repetir, tampoco fue un desastre porque ya lo habíamos visitado en una ocasión anterior.
Una ruta bonita y relajante para un día de verano, muy fácil de seguir y sin apenas desniveles, con el único inconveniente de tener que regresar por el mismo camino de la ida. Sin embargo, si es posible escoger, las mejores épocas para hacer este recorrido duda son la primavera, para evitar las zonas de hierbas secas, y el otoño por su variedad cromática.