Ehhhh sí, lo sé, encontrar a Jon en Lanzarote se antoja harto difícil, pero oye, ¿quién sabe? Se rumorea que se ha construido una casita en la playa de Famara, donde desconecta del bullicio de la península, así que hoy lo sitúo en el mapa, y junto a Teguise serán los objetivos del día.
Es domingo, y nos recomiendan encarecidamente visitar el famoso mercado semanal de la localidad de TEGUISE, el más grande de toda la isla.
Aparcar se hace un poco complicado porque la villa es pequeña y la cierran prácticamente al tráfico, pero como fuimos pronto y la situación ahora mismo no es de mucha gente conseguimos dejar el coche en el parking que hay junto al ayuntamiento.
Los pocos pasos que damos por Teguise nos enamoran, fue la primera capital de Lanzarote y posee un casco histórico donde la cal blanca de sus viviendas resalta sobre el negro de la isla.
Como leí en un artículo, los habitantes de Lanzarote huían del mar, porque de él venían a lo largo de los siglos, todos los peligros imaginables: conquistadores, aventureros en busca de esclavos, piratas, corsarios,...así que con razón establecieron la capital alejada del mar, en el interior, protegida por cerros, en el corazón de la isla.
Más tarde, y quizá porque del mar empezaron a venir cosas buenas, se trasladó la capital a Arrecife, aprovechando la riqueza que les comenzó a proporcionar el puerto, pero Teguise ha seguido conservando todo su encanto, y sus calles siguen siendo un ejemplo de arquitectura medieval.
Las casas se fueron levantando en torno a las iglesias, respetando la orografía del terreno, así que lo que encontramos al llegar a Teguise es un entramado de callejuelas, plazoletas y caminos que como ya he dicho, nos enamoraron. Y es que parece que todo está colocado así para ello.
El mercadillo de Teguise se celebra la mañana de los domingos, y aunque ahora está en horas bajas por el número de puestos, disfrutamos mucho de él. La entrada estaba completamente controlada en cuanto al aforo, y medición de temperatura para acceder al recinto donde se celebra, que además es al aire libre.
Allí puedes encontrar desde productos ecológicos, artesanales, hasta recuerdos. Como fuimos a primera hora apenas había gente; después, cuando salimos había hasta cola para entrar. Las fotos de hecho son "post mercadillo", por eso se ve más gente.
Y como queremos huir de eso precisamente, nos vamos al cercano JARDÍN DE CACTUS. Está ubicado en Guatiza pero pertenece a Teguise igualmente.
Hemos reservado a través de internet el bono de 3 excursiones más una a elegir, y desde el propio hotel nos la han impreso, ya que debes presentar el bono en la primera que realices.
En el parking hay pocos coches y la temperatura ha subido respecto a Teguise, donde el aire azotaba con fuerza. Vamos por 25ºC.
Este parque, creado por César Manrique, tiene 5000 metros cuadrados y alberga cerca de 7200 ejemplares, casi nada!
La visita es muy cómoda, tiene pequeñas escalinatas, escondites y rincones que hacen que sea muy entretenida. Incluso puedes degustar una hamburguesa de cactus en la terraza de su bar.
Dentro del jardín el calor empezaba a ser sofocante, y cuando cogimos el coche el termómetro ya marcaba los 31ºC

Así que con esa temperatura el cuerpo y la mente piden playa. No dejamos Teguise y nos vamos a la playa que tenemos junto al hotel, la Playa de las Cucharas, una pequeña cala sin gente donde marido e hijo se estrenan con un baño.
Casi 700 metros de playa de arena blanca, jardines alrededor y multitud de tiendas y servicios hacen de esta playa la de mayor extensión de Costa Teguise.
No cuelgo fotos porque salimos en todas, era nuestra primera playa y solo deseábamos inmortalizar el momento.
Aprovechamos, además, para hacer un muñeco de nieve pero de arena, en diciembre vayamos donde vayamos llevamos nuestro kit de muñeco de nieve que conservamos del viaje a Laponia.
Comimos en el hotel y pasamos la sobremesa en las hamacas de la piscina, tomando el sol y haciendo la digestión con ayuda de unos gintonic...

Ahora sí, llegaba el momento de buscar a Jon. Venga, os hago espoiler, obviamente no le encontré, pero hubiese sido muy top.


Resguardada por el risco de mayor altura de Lanzarote, encontramos PLAYA FAMARA, conocido como el lugar donde habita el viento, y cuna de los amantes de los deportes acuáticos. A solo un kilómetro en línea recta y en días claros, se puede contemplar La Graciosa (no fue nuestro caso), y en septiembre se organiza una carrera a nado para llegar a la isla.
Durante todo el año la bandera roja ondea en esta playa, y la presencia de equipos de rescate y socorristas es constante. Es tal el viento que hace que la carretera que da acceso a la playa se encuentra cubierta por una capa de arena.
A ambos lados de la caleta encontramos dos nucleos de población, uno de ellos es el pueblo de Famara como tal, que conserva sus calles y su iglesia como antaño. En el lado opuesto está la urbanización, a la que solo puedes acceder a pie, o en coche en caso de que te alojes allí. Es curioso que está levantada en forma de media luna, tal y como crecen las vides en la zona de La Geria.
Aquí contemplamos nuestro segundo atardecer, rodeados de surfistas.
Hasta aquí nuestro día, cenamos con nuestros amigos, y nos retiramos al hotel, mañana tocaba más y la temperatura invitaba a un nuevo día de playa.