Y ahora sí, comienza la parte más entretenida del blog, el diario de viaje.
Nuestra aventura comienza el día 18 de mayo de 2019, a las 3:00 de la madrugada. Tenemos todo preparado y después de algún problemita con el taxi, tenemos una sensación agridulce al despedirnos de los peques, que por supuesto están durmiendo. Cargamos maletas en el taxi, y sobre las 4:00, salimos hacia el aeropuerto de Valencia.

Son las 4:15 cuando llegamos, todo marcha bien ya que el vuelo sale a las 6:20 dirección Amsterdam, nuestra única escala. No hay mucha cola en el mostrador de facturación, y tras pagar por las maletas y los asientos, pasamos el control de seguridad y a esperar...
El vuelo sale puntual, y a las 9:00 cómo estaba previsto llegamos a Schiphol, tenemos por delante 3:30h de escala, así que toca estirar las piernas y visitar las tiendas de la terminal antes de embarcar para un vuelo de casi 9h.

Nuestro Boeing 777-200 esta listo para despegar, y por fin llegamos a nuestros asientos que tanto quebradero de cabeza nos dieron para elegir. Tengo que decir que no tuvimos mucha suerte ya que un grupo de 10 o 15 holandeses, decidieron que la parte trasera del avión iba a ser su zona de reunión para beber y charlar...


Y por fin llegamos a Chicago, y también al control de pasaportes e inmigración. Cuando llegamos la cola era infinita, de hecho pasaron dos horas desde que llegamos a O´Hare, hasta que cogimos el metro dirección al hotel.
Nunca te acostumbras a los imponentes agentes de inmigración y su mirada desafiante. Cuando me preguntaron cuál era el motivo de mi viaje a los EE.UU. me quede en blanco, como si me estuviera preguntando en islandés. ¡Quiero pensar que fui víctima del cansancio!
Buscamos la estación de CTA, que es el transporte publico de Chicago, que incluye el metro, trenes de cercanías y autobuses. El billete desde el aeropuerto, hasta Chicago, nos costo 5$. Aunque también tenéis la opción de comprar la tarjeta Ventra y recargarla, dependiendo de los días que vayáis a pasar en la ciudad.
Cogimos la linea azul que nos llevaba directos a la estación de División donde estaba nuestro hotel, y tras un recorrido de unos 45 minutos llegábamos al Ruby Room Hotel.

Cogimos la linea azul hasta Clark/Lake, y ahí hicimos transbordo para coger la linea rosa hasta Quincy. Este seria nuestro primer contacto con el famoso The Loop, zona del metro que recorre el distrito financiero, y que como hemos visto en cientos de películas, lo hace de forma elevada.
Y por fin llegábamos a la Willis Tower o también conocida como Sears Tower. En Chicago como en Nueva York, teneis dos rascacielos, que son competencia, para poder disfrutar de las mejores vistas de la ciudad del viento.
Una es Willis Tower, y la otra es Hancock Tower. Cada blog que leía recomendaba una u otra, con sus pros y sus contras. Al final nos decidimos por el Skydeck de la Willis Tower, y al día siguiente subiríamos a la planta 96 de la Torre Hancock, para tomar una cerveza en The Signature Lounge, ya que no es necesario pagar entrada.

Para subir al Skydeck, teneis que acceder por la calle Franklin. Después de un pequeño recorrido, con información sobre el edificio, ascendereis a la planta 103, ¡en tan solo 60 segundos!.


Lo más probable es que haya cola, y algo a tener en cuenta es que dispones de 30'' para hacerte las fotos que quieras y como quieras. Los trabajadores del Skydeck, estarán encantados de haceros las fotos con vuestro móvil, a parte de la foto "oficial".


Y aquí dábamos por finalizado un día muy intenso, nuestra toma de contacto con Chicago, había sido fabulosa. Nos gustaba mucho lo poco que habíamos visto. Pero lo mejor estaba por llegar, al día siguiente la ciudad nos mostraría lo mejor, y de mano de un chicagüense.
Esperamos que os guste esta primera entrada dedicada al diario de viaje. Nos encanta recibir vuestros comentarios, así que animaros a escribir y a compartir el Blog.
"Algún día, Chicago será la ciudad más hermosa que quedará en el mundo"
FRANK LLOYD WRIGHT
viajandoeeuu.wordpress.com