Esta fue la primera de las rutas de senderismo que realizamos durante nuestras vacaciones en el Valle de Arán, en agosto de este año, el segundo con pandemia. El viaje completo lo narraré próximamente en un diario propio. Y, realmente, el aperitivo mereció mucho la pena.
Para hacer este recorrido hay ir hasta el lugar que se conoce como Bassa d’Oles, donde se encuentra uno de los pocos lagos de la zona accesibles en coche. Por ese motivo, está muy frecuentado por familias en verano, ya que cuenta también con un área de picnic. Creo recordar que en determinadas fechas se corta la carretera si el aparcamiento está lleno, pero no estoy segura. No fue nuestro caso, ya que fuimos relativamente temprano y como el día se presentaba algo gris no había demasiada concurrencia.
SITUACIÓN DEL MONCORBISÓN EN EL MAPA PENINSULAR SEGÚN GOOGLE MAPS.
Junto al lago hay un centro medioambiental, donde también se informa sobre rutas y senderos. El más sencillo es uno que se adentra en el bosque y rodea el estanque. Según leí, tiene unos 8 kilómetros y se completa en tres horas y media. No sé más.
LA RUTA.
Desde Vielha hasta Bassa d’Oles hay 8,6 kilómetros, que se recorren en poco más de un cuarto de hora tomando la carretera hacia Gausac para ascender después por una virada pista asfaltada de montaña. No tiene pérdida. Está todo muy bien señalizado. Pongo el itinerario según GoogleMaps.
Enseguida vimos el cartel de nuestro sendero, que ya sabiamos que está quivocado, pues los 2,9 kilómetros (solo ida) no se completan en 2 horas 40 minutos, como allí figura, sino en una hora menos, tiempo que aparece ya correcto en otro cartel unos metros más adelante. Sin embargo, no hay que dejarse engañar por su corta longitud, pues la subida se las trae. En definitiva, los datos oficiales serían: 6 kilómetros en total, con unas tres horas de andadura de ida y vuelta por el mismo camino. En cuanto a su grado de dificultad, carece de escollos técnicos reseñables, pero el ascenso es duro porque algunos tramos presentan un desnivel muy pronunciado.
NUESTRA RUTA.
Estos son los datos que figuran en mi copia local de wikiloc, junto con el perfil del recorrido.
- Longitud: 5,47 kilómetros.
- Duración: 4 horas 14 minutos (con muchas paradas)
- Desnivel: 566 metros. Altitud mínima, 1.595 metros; altitud máxima: 2.165 metros.
- Tipo de recorrido: ida y vuelta por el mismo camino.
- Grado de dificultad: fácil por el trazado, moderado por el desnivel.
Aunque conviene llevar un plano o, mejor aún, un track descargado en el móvil, toda la ruta está bien señalizada. A través de campos verdes, nos internamos en el bosque por una senda ancha y fácil al comienzo, si bien no faltaban algunos fuertes repechos, un anticipo de lo que nos aguardaba más adelante. Llegamos a un claro con unas vistas fantásticas de los picos que cierran el valle, donde primero giramos a la derecha y luego a la izquierda, encarando ya nuestro objetivo final.
A partir de entonces tuvimos el Moncorbison casi todo el tiempo ante nuestros ojos. ¡Madre mía! ¡Qué alto se veía, sobre todo teniendo en cuenta la corta longitud de la ruta! En la distancia, parecía haber dos cimas paralelas, aunque luego resultó que están seguidas y primero hay que afrontar la de la derecha, convertida en un primer y extraordinario mirador, y luego la de la izquierda, que es el Moncorbison.
Al principio, el sendero traza algunas lazadas cortas, facilitando un poco la ascensión, pero pronto tuvimos que afrontar una especie de escalera sin peldaños que casi nos quitó el resuello. En fin, era cuestión de tomárselo con calma. Por fortuna, no costaba pararse a descansar con la excusa de tomar fotos de las fantásticas vistas que se nos ofrecían, cada vez más espectaculares, a nuestro alrededor.
Aunque en el cielo había muchas nubes, el día era claro, mucho más de lo que reflejan las fotos, y nos permitía disfrutar perfectamente de la panorámicas. ¡Y qué panorámicas!
Nos encontrábamos rodeados por una maraña de picos de todo tipo y elevación, mientras Vielha y el resto del valle en dirección a Baqueira se abría ante nuestros pies. Y el lago de Bassa d’Oles se nos mostraba casi como una charca desde aquella altura.
Tras descansar unos minutos, afrontamos el muro final. ¡Ufff, qué cuesta! En algún punto resultaba complicado incluso mantener la verticalidad del propio cuerpo. En fin, quizás soy un poco exagerada, pero esa es la sensación que me dio mientras lo estaba sufriendo.
Una vez coronada la cima, que no es un pico en sí sino una especie de explanada donde hay una caseta y una antena, sentimos que todo el esfuerzo había valido la pena: ¡Qué maravilla! Y es que teníamos una vista en 360 grado de las montañas del Alt Pirineu, los lados occidentales y orientales del Valle, el Macizo de la Maladeta, los picos del Parque Nacional de Aigüestortes y Lago de San Mauricio, el Bosets, el Salvaguardia…
Ni sé explicarlo bien ni las fotos hacen justicia al panorama, panoramas, más bien; lo que sí está claro es que las vistas que teníamos delante –debajo, mejor dicho- nos quitaron el aliento casi tanto como la propia subida. De las mejores vistas que se pueden contemplar en el Valle de Arán, lo que ya es decir.
Había bastante gente haciendo la ruta, aunque en ningún momento sentimos el agobio de otros lugares, a lo que me referiré en otras etapas. Quizás con el cielo azul, el contraste hubiese vuelto más nítidos los perfiles de los picos, pero también lo disfrutamos de una manera diferente sin los fuertes reflejos del sol.
Sabíamos que existe una alternativa circular, pero no lo teníamos muy claro y no quisimos complicarnos, así que, completamos el itinerario habitual, volviendo por el mismo sendero que habíamos traído, que nos devolvió al lago de Bassa d’Oles, y en una de sus orillas tomamos nuestros bocadillos. Pese a que la subida había sido dura, nos había gustado muchísimo la excursión.
Allí decidimos que, en vista de la lluvia prevista para el día siguiente, aprovecharíamos la tarde yendo hasta el pueblo de Bausen para hacer otra ruta de senderismo, la del Bosque de Carlac. Parecía corta (5 kilómetros y dos horas de duración) y teníamos toda la tarde por delante, así que, previamente, paramos a tomar un café en el Parador de Vielha. Pero esa historia la reservo para otra etapa.