Hoy teníamos el día más relajado de la semana. En principio solo íbamos a realizar la ruta por el Bosque de Hormas, una ruta que sale del cementerio de Riaño y que pasa por una zona de reserva para la cual has de solicitar un permiso a la Junta de Castilla y León y enviarlo al correo parqueregional.rianoymampodre@jcyl.es
La mañana se volvió a levantar con bruma. Tras un desayuno tranquilo decidimos realizar la ruta de los miradores de Picos de Europa que el año pasado hice con mi mujer podéis verla aquí Sin embargo la misma fue un fracaso ya que toda la mañana hubo o niebla o nubes por la zona y los miradores tenían las vistas muy reducidas. Ni en el Pandetrave, ni en el Tombo, ni en el Portón.
Volvimos a Riaño (donde la niebla ya no existía y había un sol espléndido) y tratamos de meternos en alguno de los restaurantes para comer cachopo, pero estaba todo reservado y acabamos en Boca de Huérgano, en el bar de la pensión Crescente, comiendo un menú del día norteño de los que tienen sustancia y acabas como los leones tras darse un festín.
Así, con el estómago lleno, volvimos al camping para coger las mochilas y dirigirnos al cementerio a realizar la excursión. La misma es de unos 14 kms y 600 metros de desnivel, semicircular, donde recomiendo llevar el track porque hubo unas cuantas veces que perdimos el camino.
Empezamos pasadas las 4 de la tarde y llegamos a las 9 de la noche. Como he comentado hay que aparcar el coche en el cementerio y seguir una pista que desciende hacia un entrante del pantano de Riaño (hay otra que asciende, pero es por la que volveremos). Tras un breve y suave descenso llegamos a una angosta y larga pradera por donde corre el río Hormas. Seguimos más de 3,5 kms por una camino ancho y bien definido (en un cruce de pistas vamos por la de la derecha), sin apenas ganar altura, con tramos donde el sol te hace sudar la gota gorda, siempre con el río a la derecha hasta llegar a un cruce donde deberemos tomar el camino de la izquierda. Ese sendero nos lleva en un santiamén a ver un refugio a nuestra derecha, el Refugio de la Salsa, antesala de la pradería del mismo nombre. Y ahí empezaron nuestros problemas. Había que cruzarla, ascendiendo, pero luego no había camino claro por el cual debíamos seguir y nos metimos en el bosque sin camino definido y con una pendiente de aúpa. En ese momento se nos cruzó raudamente un animal que tras acercarnos pudimos ver que era un corzo joven.
Por la pista inicial. Llegamos a la pradera de la Salsa
Seguimos ascendiendo, a veces por caminos de animales, muchas otras campo a través, hasta llegar a Cueto Rey. Empiezan a aparecer robles de proporciones gigantescas y seguimos guiándonos por el track hasta que al fin encontramos la vereda que ya sin pérdida nos lleva a Prado del Rey, destino final de la excursión.
Ascendiendo por donde pillamos a Cueto Rey. Primeros robles importantes
Una vez encontramos la vereda es cuando estamos en el verdadero Bosque de Hormas, donde robles centenarios son acompañados de buenas hayas y abedules, refugio de bastantes animales (te venden que del oso y hasta del urogallo)
Roble del Bosque de Hormas
Conforme ganamos altura salimos del bosque para ya entre serbales llegar a Prado del Rey, una magnífica pradera alpina (a unos 1650 metros de altitud) que nos dio la bienvenida con una osamenta que parecía de un perro con algunos restos de excrementos con pelo, que parecían obra de lobos.
Destino final: Prado del Rey
Tras descansar un poco, descendemos por el mismo camino hasta Cueto Rey y, en vez de seguir por la Salsa nos dirigimos a la derecha por un camino que divisamos a lo lejos y que nos introduce en otro bosque. A veces el camino es claro, luego desaparece y vamos campo a través, medio siguiendo el track, hasta recuperar el camino y llegar a Los Valdeloseros donde ya vemos pistas forestales, la cual cogemos y que nos llevarán directamente al punto de partida, tras andar como unos 3 kms por ella, eso sí, con algún incidente vaquero.
Camino nuevo tras Cueto Rey. La pista dominada por las vacas
Ya en el coche, rápido para el camping a ducharse y cenar en el restaurante antes de que cierre, que es bastante tarde.
La mañana se volvió a levantar con bruma. Tras un desayuno tranquilo decidimos realizar la ruta de los miradores de Picos de Europa que el año pasado hice con mi mujer podéis verla aquí Sin embargo la misma fue un fracaso ya que toda la mañana hubo o niebla o nubes por la zona y los miradores tenían las vistas muy reducidas. Ni en el Pandetrave, ni en el Tombo, ni en el Portón.
Volvimos a Riaño (donde la niebla ya no existía y había un sol espléndido) y tratamos de meternos en alguno de los restaurantes para comer cachopo, pero estaba todo reservado y acabamos en Boca de Huérgano, en el bar de la pensión Crescente, comiendo un menú del día norteño de los que tienen sustancia y acabas como los leones tras darse un festín.
Así, con el estómago lleno, volvimos al camping para coger las mochilas y dirigirnos al cementerio a realizar la excursión. La misma es de unos 14 kms y 600 metros de desnivel, semicircular, donde recomiendo llevar el track porque hubo unas cuantas veces que perdimos el camino.
Empezamos pasadas las 4 de la tarde y llegamos a las 9 de la noche. Como he comentado hay que aparcar el coche en el cementerio y seguir una pista que desciende hacia un entrante del pantano de Riaño (hay otra que asciende, pero es por la que volveremos). Tras un breve y suave descenso llegamos a una angosta y larga pradera por donde corre el río Hormas. Seguimos más de 3,5 kms por una camino ancho y bien definido (en un cruce de pistas vamos por la de la derecha), sin apenas ganar altura, con tramos donde el sol te hace sudar la gota gorda, siempre con el río a la derecha hasta llegar a un cruce donde deberemos tomar el camino de la izquierda. Ese sendero nos lleva en un santiamén a ver un refugio a nuestra derecha, el Refugio de la Salsa, antesala de la pradería del mismo nombre. Y ahí empezaron nuestros problemas. Había que cruzarla, ascendiendo, pero luego no había camino claro por el cual debíamos seguir y nos metimos en el bosque sin camino definido y con una pendiente de aúpa. En ese momento se nos cruzó raudamente un animal que tras acercarnos pudimos ver que era un corzo joven.
Por la pista inicial. Llegamos a la pradera de la Salsa
Seguimos ascendiendo, a veces por caminos de animales, muchas otras campo a través, hasta llegar a Cueto Rey. Empiezan a aparecer robles de proporciones gigantescas y seguimos guiándonos por el track hasta que al fin encontramos la vereda que ya sin pérdida nos lleva a Prado del Rey, destino final de la excursión.
Ascendiendo por donde pillamos a Cueto Rey. Primeros robles importantes
Una vez encontramos la vereda es cuando estamos en el verdadero Bosque de Hormas, donde robles centenarios son acompañados de buenas hayas y abedules, refugio de bastantes animales (te venden que del oso y hasta del urogallo)
Roble del Bosque de Hormas
Conforme ganamos altura salimos del bosque para ya entre serbales llegar a Prado del Rey, una magnífica pradera alpina (a unos 1650 metros de altitud) que nos dio la bienvenida con una osamenta que parecía de un perro con algunos restos de excrementos con pelo, que parecían obra de lobos.
Destino final: Prado del Rey
Tras descansar un poco, descendemos por el mismo camino hasta Cueto Rey y, en vez de seguir por la Salsa nos dirigimos a la derecha por un camino que divisamos a lo lejos y que nos introduce en otro bosque. A veces el camino es claro, luego desaparece y vamos campo a través, medio siguiendo el track, hasta recuperar el camino y llegar a Los Valdeloseros donde ya vemos pistas forestales, la cual cogemos y que nos llevarán directamente al punto de partida, tras andar como unos 3 kms por ella, eso sí, con algún incidente vaquero.
Camino nuevo tras Cueto Rey. La pista dominada por las vacas
Ya en el coche, rápido para el camping a ducharse y cenar en el restaurante antes de que cierre, que es bastante tarde.