Aprovechando que tenemos días de sobras en Nápoles, hemos decidido visitar la famosa costa amalfitana, que se encuentra a varios kilómetros más al suroeste, más allá del Vesubio.

Las opciones para visitar estas bonitas localidades costeras son: o bien alquilando un coche (con la conducción temeraria de los Napolitanos queda descartado



Nosotros elegimos una excursión en crucero a través de esta web que nos recoge bien prontito muy cerca del hotel y nos lleva al muelle de Torre del Greco.
Aquí embarcamos en un cómodo ferry en el que una guía nos irá contando (en italiano, en inglés y también en castellano) las curiosidades de las distintas localidades por las que navegaremos.
Las vistas son espectaculares y el día es soleado y cálido.

Pasamos cerca de Capri y de Sorrento, observamos múltiples torres medievales de vigilancia que habitan toda la costa y hacemos la primera parada en la localidad de Amalfi.
Como todas las poblaciones de la costa, tiene sus casitas ubicadas en una vertical casi imposible, siguiendo la orografía de la roca escarpada, y es terriblemente turística. No quiero imaginar esto en verano.

Tenemos un par de horas para comer y pasear. Para no perder tiempo sentados en un restaurante, cogemos dos tradicionales bocadillos para llevar en una tienda y nos los tomamos en un banco del paseo marítimo.
Luego entramos en la Catedral, que tiene un bonito claustro, aunque lo mejor del edificio sea su fachada de estilo morisco.
Y a continuación seguimos caminando hacia arriba, cogemos todos los callejones que nos alejan del centro y de repente estamos solos en un laberinto de callejuelas estrechas y blancas que nos recuerda Mikonos pero sin estar todo tan cuidado, aquí se nota que vive gente. Es más auténtico esto.

A la hora establecida volvemos a embarcar para dirigirnos a la otra localidad que visitaremos hoy, Positano.
Si Amalfi nos ha parecido turística, esto es Disneyland. Pero con la mejor connotación posible, es precioso.

Como no, subimos y subimos para conseguir unas bonitas vistas de las casitas de colores con la costa escarpada detrás.
En Positano disponemos de menos tiempo, y parece ser que hay menos callejuelas secundarias solitarias.
Y finalmente, hoy el trayecto de regreso es una hora antes de lo normal, porque ayer fue el cambio de hora y no se puede navegar a oscuras.
Así que por una parte perdemos una hora de excursión, pero por otra, nuestro trayecto de regreso está iluminado por una luz baja que crea sombras cautivadoras hasta que se pone el sol en un mar igual de naranja que el cielo.


Por 85€ por persona quizás es un lujo, pero acabamos muy satisfechos.
Como ya es tradición, rematamos el día con un aperol en los Quartieri Spagnoli y posteriormente una buena cena en un muy recomendable restaurante cercano al hotel.