INTRODUCCIÓN
Grecia es una visita anual casi obligada desde que conocí este país en 2008. Tenía todo preparado para nuestro viaje en septiembre de 2022 a las islas Espóradas, cuando la cancelación de un vuelo de Volotea, a un mes del viaje, me llevó a tener que cambiar los planes. Disponía de 9 días en fechas muy concretas y no me quería resistir a viajar a Grecia una vez más, por lo que, tras mucho buscar, unos vuelos de Iberia directos entre Madrid y Heraklion, me dieron la solución.
Creta era una isla que siempre había dejado para más adelante, por su gran tamaño y que consideraba que no tenía la facilidad para ser recorrida con una niña pequeña como otros archipiélagos. Pero parece ser que el destino quiso que este fuera el momento y puso estos vuelos ante nosotras para que nos lanzáramos. Y así fue.
Rápidamente me puse a investigar sobre Creta, esa gran isla griega plagada de historia por cada uno de sus rincones, esa isla de aguas cristalinas y playas situadas entre el top del mundo, esa isla conocida especialmente por su gastronomía. Y todo lo que leía me encantaba. ¿Cómo no se me había ocurrido hacer este viaje antes?
Reconozco que al principio me costó cambiar el chip pues Creta es diferente a las pequeñas islas de archipiélagos como el de las Cícladas. No tiene el encanto en sus pequeños pueblos blancos y es difícil encontrar hoteles con tanto detalle, pero enseguida descubrí que ofrece otras muchas cosas. Lo que no imaginaba era que fuera a atraparme como finalmente lo hizo.