Nuestro tercer día en Rumanía comenzó saliendo de Brasov y dirigiéndonos hacia el noreste. Pasaríamos por el Lago Rojo y las Gargantas de Bicaz, para terminar la jornada en la ciudad de Pietra Neamt, lo que suponía unos 247 kilómetros, con el siguiente perfil en Google Maps.
DE CAMINO HACIA EL LAGO ROJO.
Los 184 kilómetros que hicimos desde Brasov hasta el Lago Rojo supusieron más de tres horas, ya que hay tramos cortados o con obras y las carreteras son muy viradas y estrechas al transitar, sobre todo al final, por zonas de montaña que deparaban, eso sí, unos paisajes de lo más bucólico, con sus ríos y sus campos verdes. Y también alguna que otra sorpresilla en forma de coloridos monasterios.
Como curiosidad, decir que pasamos por algunas poblaciones de importantes minorías húngaras, en una de las cuales el campo de fútbol y el polideportivo han sido financiados por el Gobierno de Hungría. Según nos explicaron, en Rumanía cuando una minoría superan el veinticinco por ciento de los residentes, los carteles públicos están impresos tanto en rumano como en el idioma de dicha minoria. Y así lo pudimos comprobar.
Como para mí lo que contemplo por el camino, si me gusta, es casi tan importante como los lugares concretos que voy a visitar, en esta etapa voy a "pasarme" con las fotos para darle protagonismo a aquello que me iba llamando la atención, aunque no le pueda poner nombre ni ubicarlo exactamente.
Sé que mucha gente no le da importancia a los trayectos intermedios, algunos incluso se duermen en los coches, y no digamos en los autobuses. No es que lo critique, ojala pudiera hacerlo yo a veces. Pero soy incapaz de dormirme en un vehículo en marcha, con lo cual me entretengo fijándome en todo y haciendo fotografías; así los trayectos largos se me hacen más livianos.
A menudo, lo que veo es anodino y no merece demasiado la pena, algo que, afortudamente, no sucedió en muchos de los tramos de esta ruta por Rumanía .
Atravesamos pueblos y ciudades, vimos iglesias y monasterios, vacas pastando en los campos, camiones de colmenas, las casitas de campo... Ahí va una muestra de lo que más me llamó la atención.
Y, poco a poco, nos fuimos aproximando a la zona montañosa, donde empezaron a cobrar importancia los bosques.
EL LAGO ROJO.
Iniciando el ascenso hacia el Lago Rojo, la carretera empeoró y se notaban mucho los baches. Situado a una altitud de 980 metros, el lago tiene un tamaño de 90 hectáreas y una profundidad máxima de 10 metros. Pertenece al Parque Nacional de la Garganta del Bicaz-Hasmas y representa la puerta de entrada a su desfiladero desde Transilvania. Existe una pequeña infraestructura turística, con restaurantes, hoteles y embarcadero; también es posible realizar actividades de senderismo.
El lago se formó en 1837 al desprenderse una ladera del Monte Ghilcos, provocando varias muertes. Sus aguas no son rojas, sino más bien verdes y su nombre se debe a que los ríos y arroyos que en él desembocan atraviesan terrenos en los que abunda el óxido de hierro.
Aparte de su aspecto idílico, lo que más llama la atención es el Bosque de Árboles Petrificados, que se formó al inundarse un bosque que había en la zona antes de producirse el derrumbe y cuyas puntas superiores quedaron sin cubrir por las aguas y que se pueden apreciar perfectamente desde sus orillas.
Aparte del río cristalino, también vimos una escultura de madera que representa a Esteban III de Moldavia, conocido como Esteban el Grande, príncipe que reinó desde 1457 a 1594.