Brasov es una de las siete ciudades fundadas por los caballeros teutónicos en 1211, cuando fueron invitados por el rey de Hungría a establecerse en Transilvania, con el fin de ocupar tierras poco habitadas y servir de línea de defensa frente a los otomanos. Los sajones la llamaron Kronstadt, y a lo largo del Medievo creció y prosperó. Formando parte del Principado de Transilvania, se integró en el Imperio Austrohúngaro, hasta su incorporación al reino de Rumanía en 1920. Está ubicada en una zona donde la Depresión de Brasov se une a los Cárpatos, a 600 metros de altitud, a los pies del Monte Tampa (960 metros), donde existe un mirador al que se puede acceder mediante varios senderos y un teleférico.
A la entrada, pudimos ver largas filas de casas bajas de colores, con apariencia de almacenes, que, según nos comentaron, habían sido cuarteles en el pasado y que ahora han perdido su función.
Al pasar por el centro, tuvimos una primera impresión de museos y edificios administrativos de atractiva arquitectura.
La segunda ciudad más visitada de Rumanía después de Bucarest dista unos 160 kilómetros de la capital. Hay quien la considera la más bonita de Rumanía. No sé si llega a tanto, pero a mí no me defraudó.
Teníamos alojamiento en el Hotel Ambient, de cuatro estrellas, perfectamente situado, a unos pocos minutos caminando a la Piata Stafului, el corazón del casco antiguo, lo cual aproveché para moverme a mis anchas.
Habitación del hotel y plano turístico que nos entregaron en recepción.
En cuanto a los lugares para visitar, resulta imprescindible caminar por la Strada Republici (calle de la República), flanqueada por casas de colores y repleta de terrazas al anochecer, hasta la Piata Stafului o Plaza del Consejo, el lugar donde los antiguos comerciantes sajones organizaban sus mercados, de los que se conserva la Casa de los Comerciantes, cuya fachada y soportales están un poco descuidados, la verdad. De noche queda más vistosa. La plaza está presidida por el antiguo ayuntamiento, que actualmente alberga el Museo Histórico de la Ciudad, y su torre de vigilancia, llamada la Torre del Tropetista.
Desde el centro de la plaza, rodeada por bonitos edificios, se pueden contemplar parte de las antiguas murallas, sus bastiones y defensas, como la Torre Blanca y la Torre Negra; y también el Monte Tampa y su mirador, en el que aparece rotulado el nombre la ciudad en letras blancas.
Desde una de sus esquinas se accede a otro de los símbolos de la ciudad, la Iglesia Negra, construida entre 1385 y 1477, cuyo apelativo se debe a un incendio que sufrió en 1689 y que dejó sus paredes ennegrecidas. Mide 89 metros de largo y su campanario alcanza los 65 metros de altura.
Otros lugares muy interesantes y fotogénicos son la Puerta Schei, de 1827, la Puerta Ecaterinei, una de las más atractivas por su aspecto medieval, ya que data de 1559, la curiosa y la estrecha Strada Sforii, que mide solo 1,35 metros en su tramo más ancho, un poco pintarrajeada, es cierto; pero, bueno, tiene su aquel...
Son muy coquetos los parques y algunos edificios de los siglos XVIII, XIX y XX, y otras zonas del centro de las que dejo algunas fotos. Y también algunas calles e iglesias de las inmediaciones que tienen su encanto y su ambiente.
Después de cenar salí a pasear. Las fotos nocturnas agradecen la acertada iluminación, pues ayudan a disimular pintadas y desconchones donde exiten; y también favorece mucho a los edificios administrativos modernos, como el del Consejo, el del Ayuntamiento o el del Museo de Arte.
Iba sola y en ningún momento noté inseguridad, salvo, quizás, la precaución que debe extremarse al cruzar las calles, pues no faltan conductores que se "desfogan" a gusto, poniendo sus vehículos a gran velocidad con el consiguiente estruendo (también pasa en España). Sin embargo, en general, si ven peatones esperando, los rumanos suelen respetar los semáforos y los pasos de cebra.
Tanto en la calle de la República como en la Plaza Stafului había mucho ambiente, con gran cantidad de personas cenando o tomando algo en las numerosas terrazas que se extendían también por las calles adyacentes.