Comenzamos el día visitando Montreuil-Bellay. Aparcamos al otro lado del río y así, al acercarnos, contemplamos la estampa del castillo en lo alto de la colina sobre el río Thouet. Subimos hacia allí por entre las casas más pegadas a la muralla y que llevan a un parquecito a la orilla del río donde encontramos unos aseos públicos que nos vinieron muy bien. Desde allí, seguimos subiendo hasta llegar al castillo, que, si bien estaba abierto, tan solo visitamos por fuera.

De camino a nuestro siguiente destino, nos desviamos brevemente para ver el Château de Brézé.
Nuestro siguiente punto clave fue Fontevraud, donde dimos una vuelta por las muy bien conservadas casas construidas en torno a la Abadía e intentamos ver lo máximo posible desde fuera, hasta el punto de que incluso callejeamos buscando un punto más elevado y acabamos en el monte más cercano.

Continuamos nuestra ruta hacia Souzay-Champigny, donde visitamos las caves que nos parecieron chulísimas con tanta construcción subterránea diferente (y fresquitas en pleno mes de agosto) y el château de la reina Marguerite d'Anjou.

En nuestra siguiente parada, Turquant, descubrimos bodegas excavadas también en la roca y hasta un hotel. Muy pintoresco. También había una galería de arte y fuimos viendo las obras de artista diseminadas por todo el paseo que hicimos desde abajo, donde aparcamos el coche, hasta lo alto del promontorio, siguiendo los paneles informativos que explican las tradiciones de la zona, entre ellas las "pommes tapées".

Nuestra siguiente destino no estaba nada lejos, y es que visitamos el pueblo de al lado: Montsoreau.
Con su castillo al borde del río Loira y un pequeño casco urbano medieval.

De nuevo remontando el río y en el pueblo de al lado, hallamos nuestra siguiente parada: Candes.Saint-Martin, donde llegamos justo a tiempo para visitar su inconfundible iglesia fortificada: la Église-Collegiale de Saint-Martin. Desde allí, bajamos por las preciosísimas calles hasta el panorama sobre el río y el valle.
Por último, ese día dormiríamos en Chinon, adonde tocaba ya dirigirse. Aparcamos en un aparcamiento público al lado del río y, al ser verano, los días eran largos y nos dio todavía tiempo a pasear varias veces por sus calles medievales y quedarnos admirados de la silueta tan única de su castillo. Miráramos donde miráramos había un edificio que te transportaba a la Edad Media o una calle tremendamente fotogénica.
