Bouyerd – Mirdani – Erg Znagui
Hoy Said y yo, abandonamos campamento Bouyerd para no regresar.
Después del desayuno, preparan dos dromedarios, uno el que me acompaña desde el primer día, cargando con mis pertenencias, y si lo deseara montarlo, y en el otro se carga todo para pasar la noche en el campamento salvaje en medio de las dunas.
Son las 10 de la mañana y nos despedimos de todos en el campamento Bouyerd, nos quedan por delante 16 kilómetros de desierto.

Pasamos de largo por la meseta de Mirdani, donde algún turista bebía su te, junto a una familia bereber, acercado hasta aquí por un todo terreno.
Continuamos nuestro camino a erg Znagui, pero en el andar nos encontramos con las ruinas de las minas de M'fis, que fueran de gran importancia en el pasado gracias a las inversiones francesas, todo ello en busca de plomo y barita, principalmente, hasta que su actividad se detuvo cuando les dejó de ser rentable.

El kohl extraído aquí, también tiene otros nombres como, kujul o kul, es uno de los productos cosméticos más antiguos de la humanidad.
La pena mayor de todo esto es el gran poblado que ha sido abandonado, al carecer sus pobladores de sustento al cerrar las minas.
La extracción en las minas era a cielo abierto, con perforaciones en la roca en forma de pozo o trinchera, de donde se extraía plomo, khol y baritina y donde la mayoría de la gente en Merzouga solía pasar su vida.

Desde lo más alto, tenemos unas magníficas vistas panorámicas de todo alrededor, minas y ruinas del pueblo.
Bajando el camino desde M´fis, en esta parte, el desierto de dunas se mezcla con la hamada, en el corazón de esta área encontramos el Valle de las Tortugas, donde aún se pueden ver fósiles de tortugas de distintas medidas, que vivieron hace millones de años.
Llegado el medio día hacemos un descanso para reponer fuerzas comer y beber agua, luego de lo cual seguimos viaje hacia el erg de Znigui.
Poco a poco perdemos la Hamada, y nos adentramos en las dunas nuevamente y por ellas vamos ganando altura, a medida que transcurren los kilómetros tenemos unas vistas magnificas del erg.
En este caso las dunas se pintan con manchas verdes que son pequeños arbustos, ahora sin hojas todavía, pero que le dan otro aspecto.
Internándonos en la gran duna, y subiendo por ella muy poco a la “sombra” de un arbusto, decidimos parar, para levantar nuestro campamento, en medio de la nada.



Después de la cena, me acuesto en “mi cama”, un trozo de espuma, con una manta por encima, a la intemperie, y contemplo la gran pantalla de televisión Bereber, un cielo salpicado de innumerables estrellas.
Son las 12 de la oscura noche y vamos a dormir, yo prefiero al raso, Said dentro de la pequeña tienda, una fresca noche que por momentos tenía ráfagas de viento fuertes, pero su frescor era lo mejor.