Hoy es nuestro quinto y último día en Florencia, y sí, todavía nos quedan cosas por ver. Y no, no será el David de Michelangelo.

¿Que no tiene perdón de dios ir a Florencia y no ir a la Galleria dell’Accademia?

Bueno, somos conscientes del inconmensurable valor de las obras que contiene, pero quizás nos apetecía visitar algo menos concurrido. Al fin y al cabo, a cierta edad las muchedumbres agobian.

Muy cerca de la Accademia está el Monasterio de San Marco, en el que vivió Fra Angelico.
Se puede visitar el Claustro y una sala expositiva con obras del beato artista.
Y lo que nos encanta está en la planta superior.

Se puede entrar a las antiguas celdas de los monjes, cada una con su pintura de Crucifixiones, Vírgenes y Ángeles.
Destaca la celda de Cosimo di Medici, en formato dúplex, porque él era VIP, y la de Savonarola, el infame monje radical que acabó ejecutado.
La visita nos ocupa algo más de dos horas.

Comemos en una modesta trattoria cercana, menos mal que estamos un poco alejados del centro, y es pronto y no hay gente todavía, porque un Sábado Santo, todo el casco antiguo de Florencia debe estar a reventar.

Y para corroborarlo, cómo no, regresamos al Ponte Vecchio,

Seguimos paseando, recorriendo todas las calles que ya empezamos a conocernos de memoria.
A media tarde debemos regresar al hotel a recoger las maletas.
Para ir del centro de Florencia al aeropuerto usaremos el tranvía. Se coge justo al lado de la estación de tren.
Con mucha frecuencia y un precio más que aceptable, es una fantástica opción de transporte.

Y aquí finaliza nuestro viaje artístico cultural y simplemente de mucho disfrutar del encanto de las callejuelas medievales, de los rincones históricos, de las esquinas atrapadas en el pasado.

Gracias al lector por su tiempo y como siempre, a Roger por las fotos.
