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Namibia de sur a norte

Namibia de sur a norte ✏️ Diarios de Viajes de Namibia Namibia

Día 1: Salimos del aeropuerto del Prat destino Frankfurt, y de allí tomamos dirección a Johannesburgo. Pasamos la noche sobrevolando el continente africano, de punta a punta. Día 2: Tras una noche, no sabría definir si larga, breve, incomoda...
Pasionporafrica Autor:   Fecha creación:   Puntos: 2.7 (3 Votos)

Diario: NAMIBIA en camión

Puntos: 4.5 (6 Votos)  Etapas: 1  Localización:Namibia Namibia
Día 1:

Salimos del aeropuerto del Prat destino Frankfurt, y de allí tomamos dirección a Johannesburgo. Pasamos la noche sobrevolando el continente africano, de punta a punta.

Día 2:

Tras una noche, no sabría definir si larga, breve, incomoda, cómoda… aterrizamos en el aeropuerto de Johannesburgo. Es invierno en Sudáfrica, está lloviznando agua-nieve y hace mucho frío. Nos abrigamos bien para esperar nuestro próximo vuelo destino a la capital de Namibia. El aeropuerto es enorme, una pasada. La sala de fumadores es todo un lujazo de bar, muy moderno aunque bastante caro, aunque, por cierto, tienen Internet gratis dentro del bar. Nos tomamos un chocolate caliente y unos cuantos cigarritos antes de tomar el próximo vuelo.

Finalmente un avión más pequeño pero de la misma compañía South African Airwais nos conduce en unas pocas horas hasta nuestro esperado destino. Debo recomendar esta compañía porqué me pareció todo fantástico con ellos, incluso me comí la cena y la comida (con el asco que me da la comida de los aviones!!). Por la noche puedes ponerte pelis en tu pantalla particular, y hay radio, juegos, y el avión está lleno de cámaras exteriores, y puedes írtelas poniendo y ver como vuela el avión por fuera (por supuesto si es de noche solo verás las lucecitas de las alas, pero de día ves todo el paisaje en el caso de que no te toque al lado de la ventanilla)... para esas personas incapaces de pegar ojo en el avión. A parte te dan una mantita, calcetines, cepillo de dientes, almohada… y todo esto te lo puedes llevar y es muy útil para el resto del viaje.

Tras sobrevolar un paisaje marrón, con carreteras rectas y algunos matojos que nos parece todo igual, aterrizamos. Aquí en Namibia no llueve. Todo lo contrario: el día nos saluda con un sol espectacular. Pero la luz engaña: ¡hace mucho frío!
Nos dirigimos hacia nuestro modesto hotel, dónde tenemos tiempo para descansar un poco tras el largo viaje.

Por la tarde visitamos la capital. Windhoek fue construida a finales del siglo XIX para albergar la sede de la administración alemana en éste territorio. Hoy en día los bellos edificios de origen germánico conviven con enormes rascacielos de acero, anchas avenidas y modernas oficinas…
Windhoek está repleta de edificios que conmemoran el glorioso pasado colonial alemán. No obstante, una estatua o un recordatorio haciendo referencia a los miles de nativos que murieron en esos tiempos, le será imposible de encontrar a aquél que la busque. Quizás se deba al miedo que tiene el gobierno de perder la gran cantidad de turistas alemanes y sudafricanos que visitan cada año el país. Quién sabe.

A las cinco de la tarde un sol ya maduro alumbra la fachada de la Chirst Church, situada en la intersección de la calle Fidel Castro Ruz y la avenida Robert Mugabe. Por todos lados se oye gente – blancos y negros- conversando en un idioma parecido al alemán.

Lentamente observamos como va anocheciendo. Pero el atardecer en Windhoek no adopta esos colores anaranjados tan emblemáticos del resto de África. Aquí el cielo pasa directamente del azul al negro, y de repente una ola de frío y viento empieza a recorrer las grises calles de la ciudad.
Sin alejarnos demasiado de la avenida principal encontramos un emblemático restaurante turístico, obligatorio para aquél que desee probar nuevos sabores y el gusto por la carne salvaje africana. El Joe's Beer House Entre sus numerosos platos destaca uno recomendable para aquél que le guste probar de todo: la brocheta de carne de kudu, pollo, cocodrilo, avestruz y cebra. Todo acompañado de una salsa suave de queso riquísima (el kudú es para mi la mejor carne del mundo, mejor que el cocodrilo!!!). El lugar es muy bonito, y está muy bien montado (turisticamente). El inconveniente es el frío: mucho más autentico si te ponen a cenar en el patio con una gran hoguera en el centro, pero el frío es inaguantable.

Tras la cena regresamos al hotel y el guía nos habla del plan para los próximos días, nos cobra el pago local y nos quedamos unas horitas de charla en la terraza, muriéndonos de frío. Mañana nos espera un largo día de viaje.

Día 3:

Nos levantamos pronto. Nos da tiempo de una rápida ducha de agua calentita (rápida, pues lógicamente en un país tan seco como es Namibia no están permitidas las duchas de más de media hora) y cargamos nuestro equipaje en el camión.

El paisaje que atravesamos impresiona. Kilómetros y kilómetros de carretera recta, sin una sola curva ni un solo coche que se nos cruce. La sabana amarillenta está salpicada de pequeñas acacias y algunos arbustos de mopane. Al principio todos estamos alerta, mirando por la ventana con la esperanza de que nos cruce un león por la carretera. Pero no hay leones en Namibia fuera de los parques y reservas. De vez en cuando vemos algún jabalí verrugoso o una manada de babuinos. Pero nada más.
Pasan las horas. El paisaje no ha cambiado. Los primeros ojos empiezan a cerrarse, otros siguen mirando por la ventana con la esperanza de que de repente ocurra algo, pero todo sigue siendo igual.
Finalmente el camión se detiene. “Pipi stop” dice la voz del guía. No, aun no hemos llegado, pero siempre va bien una paradita para estirar las piernas y fumar un cigarro.
Volvemos al vehículo. “Aun queda más de la mitad” ríe el guía.

Algunos se echan directamente a dormir. Yo por suerte me llevé las cartas y el parchis. Siempre encuentras a alguien del grupo que no duerme o que se despierta, y quiere jugar a las cartas. Y es otra forma de empezar a conocer a la gente con la que vamos a compartir el viaje.
Soitaire nos sonríe. Se trata de una polvorienta parada en medio de la nada, pero dónde misteriosamente hay de todo .

Namibia de sur a norte - NAMIBIA en camión (1)

Es la última oportunidad para llenar el depósito de gasolina y comprar las provisiones antes de adentrarnos en el corazón del desierto. Todo aquél que ha viajado al Namib conoce Solitaire, todo el mundo se encuentra aquí. Sin embargo no es nada del otro mundo (aunque después de kilómetros de ver sabana amarilla impresiona bastante encontrase eso allí en medio); una pequeña gasolinera, una tiendecita con recuerdos y una zona de pic-nic. Descargamos las mesas del camión y preparamos la comida, observados por un grupo de ardillas de tierra.

Acabados de comer un sándwich con lechuga y queso entramos en el parque nacional del Namib Naukluft.

Hoy nos alojamos en el Sesriem Campsite (www.namibian.org/ ...sriem.html).
Descargamos el camión en la zona que nos han adjudicado y montamos las tiendas de campaña. Cuando acabamos ya está atardeciendo. La puesta de sol es bellísima, uno se queda boquiabierto observándola. Sacamos nuestras cámaras y empezamos a disparar, casi sin pensar, la foto sale automática. La luz de África hipnotiza.

Cenamos alrededor de una hoguera. La cena es más copiosa que la comida. Nos abrigamos con el forro polar y nos sentamos alrededor del fuego, con una taza de leche caliente entre las manos, escuchando como el guía nos cuenta que plan tenemos para el día siguiente.
Nos dormimos como niños, bajo un manto negro estrellado como nunca he visto en mi vida, y con los aullidos de los chacales como telón de fondo.

Día 4:

Nos levantamos a las 5:00h. Nuestro cocinero se ha levantado antes y ya nos está preparando el desayuno. Hace muchísimo frío, y aun no ha salido el sol: el cielo está tan estrellado como lo dejamos la noche anterior. Por desgracia el baño está como a 1 km de las tiendas y tenemos que abrigarnos bien antes de salir de nuestra pequeña casa (los hombres lo tienen más fácil). Despedirse del caliente saco de dormir, haciéndonos a la idea que en el exterior estamos a bajo cero, no es nada fácil…
En una hora ya estamos todos listos, preparados para adentrarnos en el majestuoso desierto de dunas enormes y rojas.

El Namib es el desierto más antiguo del planeta, y se extiende desde Angola hasta Sudáfrica. Sus vastos mares de dunas, como las de Sossusvlei, brotan a pies del Atlántico i avanzan hasta fundirse con las planicies del interior, a más de mil metros sobre el nivel del mar.
Su origen se remonta a hace más de ochenta millones de años, pero éste desierto no ha sido siempre como lo conocemos ahora: la arena roja que acariciamos a lomos de la Duna 45 es en realidad originaria del vecino desierto del Kalahari, llevada hasta el Namib a través del curso del río Orange y la corriente atlántica de Benguela.

Las dunas más viejas son las de Sossusvlei, la zona que visitamos hoy, y también son las más rojas (las dunas más jóvenes están en la costa y aun no lucen éste color rojizo de sus primas del interior, si no que visten colores más pálidos y amarillentos).

El desierto, en contra de lo que se suele pensar, no es un mar sin vida. El viento ha transportado plantas desde horizontes lejanos, y esto ha permitido que aquí también florezca la vida. Animales de todos los tamaños, desde las pequeñas hormigas y escarabajos, hasta enormes elefantes, se han adaptado a la vida entre dunas y han hecho de éste inhóspito desierto su hogar.

Para aquél que tenga la oportunidad, la ascensión a la mítica Duna 45 (sí, sí, aquí las dunas tienen hasta nombre) merece la pena por encima de todo. Es una ascensión durísima de 300 metros por la resvaladiza arena del desierto. Los pies se te hunden y parece que vas a sacar el estómago por la boca. La subida puede alargarse incluso una hora, pero ver el amanecer desde aquí es sobrecogedor. Tienes todo el Namib a tus pies, y lentamente el resto de dunas van iluminándose a tu alrededor adquiriendo un color todavía más rojo. Bajar de la duna es en general, mucho más fácil y rápido, y hay quién decide hacerlo corriendo, dando volteretas, o simplemente caminando por el mismo sitio dónde has subido.

El Namib es un mar de sorpresas, escondida entre enormes dunas y a unas pocas horas de caminata desde la Duna 45, una inmensa laguna sirve como abrevadero a la abundante fauna del Sossusvlei. Es estación seca y aun así el lago está repleto de aves. El Deadvlei es otra mítica zona, un poco más alejada si tu elección es recorrerla a pie, pero merece la pena igualmente.
Comemos allí mismo en pic-nic. Por la tarde regresamos al campamento y nos dirigimos hacia el Sesriem Canyon.

Con una profundidad de treinta metros y una extensión de un kilómetro, el cañón ha estado perfectamente excavado por el río Tsauchab. Si bien durante el invierno su lecho está seco, aun quedan unas pocas pozas en su interior para calmar la sed a los chacales o a la misteriosa hiena parda del desierto.
Al anochecer regresamos al campsite para pasar nuestra última noche en el Namib-Naufluft.

Día 5:

Ponemos rumbo al Atlántico. Por el camino vamos adentrándonos, de vez en cuando, de nuevo en el desierto. Las dunas del Sossusvlei no tienen nada que envidiar a éstas dunas de la costa: no son tan grandes como las del Naukluft, ni tan rojas, ni tan impresionantes.
Llegamos a Walvis Bay (es.wikipedia.org/ ...ADa_Walvis), una ciudad que vive entre el desierto y las olas del mar. Aquí paramos para comer mientras observamos como se alimentan los flamencos rosas en el mar. A lo lejos vislumbramos algo parecido a un león marino, pero es una visión demasiado fugaz para asegurarnos.

Por la tarde llegamos a Swakopmund (es.wikipedia.org/wiki/Swakopmund).
Al anochecer el buen tiempo que nos ha sonreído durante todo el día se apaga, y una espesa niebla blanca se apodera de la ciudad. Es sábado, y tras un paseo por las calles de Swakopmund regresamos al hotel, nos duchamos, y salimos a cenar. Encontramos un restaurante cerca del faro, dónde todo el mundo pide pescado. No somos los únicos turistas que hemos ido a parar a ese restaurante, y parece que los guías se llevan comisión si llevan a sus tripulantes a comer aquí, pero a pesar de todo no hay ninguna queja del restaurante, es todo muy europeo…

Al llegar al hotel algunos se van a dormir. Otros nos vamos a la discoteca del hotel a saborear una buena cerveza.

Día 6:

Tenemos día libre para disfrutar de la ciudad. Algunos se han ido a hacer quads por las dunas, otros a pescar, otros querían sobrevolar en avioneta la Costa Esqueletos, pero por desgracia el tiempo nublado no se lo ha permitido. Hay una gran variedad de actividades para elegir (www.namibia-tours-safaris.com/ ...php?lid=16) en Swakopmund. Yo personalmente escogí un safari por el mar. Conviene ir bien abrigados ya que a esas horas de la mañana hace mucho frío. Pero tuvimos muchísima suerte: vimos delfines salvajes de dos especies diferentes (el delfín mular, famoso por la película del Flipper, y una especie de delfín más oscura y de morro chafado que es endémico de éstas costas) a no más de dos metros de distancia, pelícanos, cormoranes, leones marinos (ojo con los leones marinos, que se suben al barco!!!)…

Es una buena experiencia, aunque debo reconocer que un poco estresante: perseguir a los delfines con la cámara no es nada fácil, teniendo en cuenta que no están más de un segundo en la superficie. Si os interesan las fotos de delfines olvidaros de sacar algo bueno aquí, es un crucero para disfrutar en directo, y como mucho, con la cámara de video, y por mi parte no tengo ninguna foto de los delfines – al menos ninguna que no salga borrosa Guiño -.

La mitad del grupo se fue a visitar los barrios pobres de Walvis Bay, dónde vive toda la población negra de la ciudad (los blancos alemanes y sudafricanos viven en el centro, en cambio los negros están confinados en chabolas en los límites del desierto, al otro lado de la carretera). Es una experiencia interesante y que posiblemente, también hubiese valido la pena, aunque: ojo: Les hicieron comer gusanos!!

Por la tarde volvemos a reunirnos todo el grupo, para comentar las experiencias del día.

Día 7:

Salimos temprano de Swakopmund, pero aun no decimos adiós a la costa. Antes nos adentramos en una de las colonias de leones marinos más grandes de la costa africana: Cape Cross. (www.smallbagbigworld.com/ ...colony.jpg )
El hedor es insoportable: una mezcla de pescado podrido-foca muerta invade el aire. Los chillidos parecen de cabras, y mires dónde mires, hay miles y miles de leones marinos durmiendo, jugando, peleando, chillando....

A nuestros pies se mueven los chacales, siempre atentos a la menor señal de vulnerabilidad. Entonces, ocurre: un chacal se acerca a una de las crías de león marino, la agarra de la cola y se la lleva corriendo a un sitio dónde poder devorarla tranquilamente. La cámara se dispara sola, en media hora ese hedor que nos ha sobrecogido en el momento de poner los pies en la playa se desvanece, ya casi hasta te acompaña. Te fundes entre la colonia, con cuidado de no sufrir el mordisco de ninguna foca enfadada, y empiezas a sacar una foto tras otra, casi sin mirar. La visita de Cape Cross es algo especial y mágico; paradójicamente desarrollándose al margen de todos los injustas matanzas que tienen lugar cada día aquí, cuando en temporada de cría se llegan a asesinar hasta a 1000 leones marinos a porrazos por día –madres y crías-, acusados injustamente de los estragos que provoca la pesca masiva y de dejar sin pescado a los mercados (como siempre, hay que echarle la culpa a los demás…). Estas matanzas están dejando las costas sin leones marinos, cada vez más amenazados (en Sudáfrica ha llegado a límites tan alarmantes que la caza de éstos animales ya está prohibida), y por consiguiente no solamente no se ha evitado que deje de diezmar el pescado, si no que además esto a llevado a una proliferación de las medusas y otros peces más grandes – que en un principio serían controlados por los leones marinos- que se comen cada vez más sardinas, y el numero de éstas sigue disminuyendo a una velocidad más grande de lo que lo hacía cuando el león marino era el verdadero rey de éstas aguas. Una paradoja injusta que va en aumento, y una vez más la demostración de lo que puede hacer el consumismo masivo al intentar conservarnos todo el pescado del mar para nosotros solitos, eliminando la competencia. Un error humano como tantos otros, que están acabando con el equilibro tan perfecto que había antes en la Tierra.

Paramos a comer en la misma línea del mar. Pero incluso allí, a un kilómetro de la colonia de Cape Cross, aun hay despojos de león marino muerto, tal vez arrastrados por el mar o por algún chacal. La verdad es que no es muy agradable estar comiendo sobre la piel seca de un león marino, mientras ves el resto de huesos a pocos metros de ti…

Al fin abandonamos el Atlántico. Recorremos en camión un terreno árido y sobrecogedor de arena negra.
El camino es largo, pero esta vez nos cuidamos de comprar patatas y chuchearías en el supermercado, para hacer más ameno el recorrido.

Antes del atardecer visitamos Twyfelfontein y sus rojas rocas repletas de grabados bosquimanos (www.phototravels.net/ ...ntein.html). Una mujer nos guía en la caminata a través del terreno pedregoso (para ese día ropa y zapatillas cómodas). Es una mujer bushman y se comunica con su compañero a través de curiosos chasquidos. Sin embargo no hay que esperar encontrar esos míticos bosquimanos que todos hemos visto en los documentales. Los bushman de Namibia han tenido que abandonar su ancestral forma de vida y adaptarse a las nuevas exigencias del gobierno, o ser expulsados de sus tierras y obligados a aislarse en los parajes más recónditos del desierto del Kalahari, en la vecina Botswana. Totalmente controlados, y actualmente en gran peligro de extinción (perdón por la expresión, pero así es).

Nos alojamos en un campamento en el mismo Twyfelfontein. Montamos las tiendas, cenamos, y aquellos más despiertos se quedan alrededor de la hoguera para charlar un poco. Otros se van a dormir.

Día 8:

Desmontamos rápidamente el campamento. Desayunamos tostadas, salchichas, cereales y café, y nos ponemos de nuevo en rumbo.
De camino visitamos el Bosque Petrificado (www.pbase.com/tcom/image/72686539 ).
Es otra de las muchas atracciones de Damaraland. Es interesante pasearse entre un “bosque” de árboles fosilizados…

Al mediodía llegamos a la reserva de Palmwag (es.wikipedia.org/wiki/Palmwag).
Comemos y nos relajamos. Algunos escogen visitar el territorio a pie. Yo y unos cuantos más decidimos alquilar un guía y un todo terreno, y hacer lo que sería nuestro primer safari en una reserva. Enormes rebaños de sprinboks se detienen al vernos pasar. Vemos orixs, kudus, un elefante, jirafas y la curiosa y amenazada cebra de montaña: un grupo de cinco adultos y una cría que nos observan desde lo alto de una ladera.

Al atardecer el 4x4 de safari se detiene en medio de la sabana. Sacamos una mesa, cervezas y embutidos, mientras bebemos, comemos y reímos en medio de la sabana africana, y en el horizonte el sol va ocultándose lentamente.

La noche es inquieta: el elefante que vimos durante la tarde se pasea entre nuestras tiendas, es una mala hora para ir al baño…

Día 9:

Viajamos hacia el norte del país entre saltos y botes –la carretera no es que se a muy buena, y hay los primeros lesionados-.

Llegamos a Opwo, dónde llenamos el depósito de gasolina y compramos provisiones en el supermercado. Mujeres himbas y hereros esperan el la entrada para vender sus típicas pulseras, en el pasado fabricadas de hueso; hoy en día debido al inmenso afloramiento del turismo ya las hacen de pvc. Éstas pulseras son únicas de éste lugar de África, así que se recomienda, a aquél interesado en ellas, comprarlas aquí pues no las encontrará en ningún otro lugar. El precio rara vez sube de los dos dólares namibios (poco más de un euro). Son bastante resistentes y aunque el color se desgasta con los años, parecen ser irrompibles (las mías llevan ya unos añitos en mi muñeca, y sin sacármelas nunca no tienen ni un solo rasguño).

Tras la breve visita a Opwo, seguimos rumbo al norte, hasta nuestro siguiente destino: Epupa Falls.
Para mi éste fue uno de los lugares más bellos y más recomendables del viaje, junto las dunas del Sossusvlei. Llegamos justos para montar las tiendas al lado del río Kunene (resafrica.net/epupa-camp/ ), y explorar las cataratas – al lado del campamento – antes que se pusiera el sol. Subimos una pequeña montaña, frente las cataratas, desde la cual se puede vislumbrar todo lo largo y ancho ( medio kilómetro) del río hasta las peladas montañas de Angola. Toda esa belleza, mezclada con la luz roja del atardecer y los niños himba a bajo conduciendo los rebaños de cabras hasta el poblado. Si tenéis oportunidad de ver éstas cataratas, escoged la puesta del sol, por lo menos en el invierno austral –nuestro verano-, cuando la luz anaranjada se refleja de frente en las aguas que caen a 37 metros de alto. Sin duda la hora en la que las cataratas están más bellas.

Por la noche, el rugido de las cataratas no calla. Uno tiene que aprender a dormirse con ese espectacular sonido de fondo. Por suerte, lo bueno es que aquí la temperatura es bastante más agradable que en el sur…

Día 10:

Desayunamos. Ésta mañana nos espera una larga caminata para ir al encuentro de los himba. Nos presentan al guía nativo, un hombre de unos 30 i pico (o eso aparenta) que va descalzo. Visitaremos un poblado que conoce él, y está cerca –dice -. Hay que saber interpretar el “idioma” de los africanos. Nunca especifican la distancia o el tiempo, y si lo hacen, siempre hay errores grandes. Para un africano, el término “cerca” es diferente que para un europeo que está acostumbrado a ir a la vuelta de la esquina con el coche.

Empezamos la caminata por un camino que hay al lado del río. A los 30 minutos ya casi no nos queda agua en la cantimplora. Se nos cruza una serpiente que huye asustada al vernos acercarnos. Las palmeras están repletas de inseparables i algunos monos.

Al cabo de una hora llegamos a un hospital –o algo parecido-. Se trata de un pequeño bungalow escondido entre los árboles dónde no parece haber nadie. Seguimos andando. Ya no hay agua, y hace mucho calor. De vez en cuando se nos cruza algún rebaño de vacas que pastan sin dueño por allí. Es todo muy verde, comparado con la Namibia que hemos recorrido hasta ahora, y el clima norteño también se hace notar. Llegamos a una zona de árboles más frondosos dónde hay 3 hombres armados, el guía sigue adelante sin mirar. Entre nosotros nos preguntamos si es esa la frontera con Angola, y si hemos andado tanto que ya estamos dentro del país. Los 3 guardias – o lo que sean –nos observan con detenimiento mientras nos alejamos, bordeando una ladera. Salimos del linde del río para salir a campo abierto, una zona más seca con pocos árboles. El sol aprieta más!! Se nos cruza un hombre y el guía le pide sus zapatillas, parece que ya se conocen, y el otro hombre le presta sus zapatos. Seguimos andando, sudando, y sin agua, maldiciendo al guía por habernos dicho que el poblado estaba cerca, y por no haber cogido más agua.

Al fin, llegamos. Un pequeño cercado de madera de no más de un metro de alto encierra un pequeño poblado formado con casas de paja, perros, cabras y himbas. Estamos ante los últimos nativos de Namibia que aun conservan su modo de vida ancestral. Como agradecimiento de que nos dejen visitarlos, les llevamos harina y azúcar, y globos a los niños (nunca chucherías ni dinero, pues las chuches les provocan caries –en un país dónde no tendrían ningún acceso al dentista- y el dinero posiblemente favorecería la creación de mafias como ya las hay en otros países, como la India). El jefe de la tribu nos saluda con un baile típico espiritual. A los hombres se les permite la poligamia, pero nunca con mujeres de la misma tribu. Las mujeres son las encargadas de todo el trabajo del hogar, y los niños de pastorear las cabras. Los hombres no hacen nada, y se pasan el día sentados, charlando. Quizás esto sea una reminiscencia de los tiempos de cazadores, cuando los hombres eran los encargados de cazar. Ahora los hombres son los dueños de las cabras, pero los que las cuidan son sus hijos: no hay trabajo para ellos.

Los himba visten con poca ropa, pero usan muchos ornamentos. Las mujeres se tiñen el cuerpo con una mezcla de barro rojo y otras sustancias que les dan ese color tan característico. Una vez tienen la primera menstruación, la mujer himba nunca se vuelve a lavar con agua.

Después de varias horas conociendo a los himbas, de explorar su hogar y corretear con sus niños, ponemos rumbo al campamento por el mismo camino por el que hemos venido, bajo ese sol abrasador… y sin agua. Ha sido una experiencia alucinante, incluso un niño se echó a llorar al vernos ya que nunca había visto gente tan “blanca”. Sencillamente una experiencia, que a pesar de la larga caminata de 4 horas (casi dos de ida, y dos de vuelta), ha merecido la pena.

Comemos en el campamento. Por la tarde viene un chico a ofrecernos toda una lista de actividades extras que podemos hacer. Nos ponemos de acuerdo todo el grupo para realizar la excursión para ver cocodrilos. Recorremos el río arriba por el mismo camino que por la mañana recorrimos para ver a los himba. Nos encontramos con otro grupo de españoles haciendo la misma excursión, y que dicen venir de la agencia Planeta Azul. Al cabo de unos 20 minutos vemos lo que es nuestro primer cocodrilo salvaje muy, muy lejos, en la otra orilla del río. El enorme reptil dormita al sol, y luego, de repente, se sumerge en las aguas del Kunene.

No ha sido una tarde muy fructífera en cuanto cocodrilos, pero por lo menos ha habido risas.

Día 11:

Nos despedimos del Kunene y partimos de nuevo hacia el sur, hacia Kamanjab (www.cheetahpark.com/history.htm ).
Llegamos allí por la tarde, con el tiempo justo para comer y ver el espectáculo de la alimentación de los 30 y pico guepardos de la granja.

La granja pertenece al descendiente de un colón alemán y a su mujer portuguesa, a su bebé y su perro. Los guepardos viven en un recinto cerrado y se han acostumbrado a la gente, olvidando con los años lo que significaba ser salvajes. En estas tierras, no obstante, es peligroso andarse vagabundeando. Los granjeros alemanes y sudafricanos disparan a las fieras, si es que aun quedan, que se acercan a sus reses. Por ello el guepardo de Namibia casi ya ha sido extinguido, y solo puede encontrase en algunas reservas o en granjas controladas como la de Kamanjab.

En una camioneta descapotable empieza el falso safari por la granja. El territorio es relativamente grande para que los animales puedan corretear, aunque estén enjaulados en un mundo que antes era suyo, y que ahora ya no existe.

Aunque es triste el destino de los guepardos en Namibia, aquél amante de éstos felinos disfrutará como un niño en ésta granja.

Día 12:

Por la mañana conocemos a los guepardos mansos de Kamanjab. Paseamos con ellos y nos hacemos fotos acariciándolos.

Recogemos las tiendas de campaña y nos ponemos rumbo al quizás más esperado destino: Etosha.
Comemos por el camino, al lado de la alambrada de Etosha, y luego entramos en el parque. Para más información de Etosha: es.wikipedia.org/ ...nal_Etosha
Paramos un momento en Okakuejo para estirar las piernas (dentro del parque, sin contar las zonas d e acampada, está prohibido bajar de los vehículos). Al cabo de media hora volvemos al camión y seguimos la ruta hacia nuestro lugar de acampada, en el Halali (namibiahotels.net/ ...MAodrgWiWQ ).

Tras plantar las tiendas en el Halali, realizamos un safari. Nos sorprende la gran cantidad de animales que hay: elefantes, jirafas, cebras, sprinboks, impalas, topis, avutardas, gallinas de Guinea… todos ellos embellecidos por la inmensidad de la sabana amarilla y por una puesta de sol que nos anuncia que pronto anochecerá, y debemos regresar al campamento.

En cada campamento de Etosha hay una charca con un mirado desde dónde se puede fotografiar los animales, día y noche, sin que ellos te perciban. Después de la cena (tortilla de patatas que hemos preparado nosotros mismos) vamos a la charca del Halali (www.bugbog.com/ ...ctures.jpg ), que está algo apartada del campamento. Para llegar hay que pasar por un camino oscuro (por la noche) que, la verdad, da un poco de miedo. El mirador está lleno de pequeñas ratas que corretean entre las rocas, a nuestros pies, y una serpiente asoma la cabeza a menos de un metro de nosotros para intentar cazar alguna. En éste momento, en la charca del Halali se encuentran tres rinocerontes negros apaciguando la sed. Iremos a dormir, el frío, las ratas, y la serpiente nos ponen algo nerviosos, pero no antes de ver algunos chacales, un búho y un gato salvaje, que ésta noche acompañan a los rinocerontes en la charca.


Día 12:

Seguimos en Etosha, pero cambiamos de campamento. Hoy nos vamos hacia el Namutoni (www.namibian.org/ ...utoni.html ), otro de los 3 grandes campamentos del parque. Por la mañana hacemos un safari y conocemos el Etosha Pan, vemos una manada de jóvenes leones machos, un rinoceronte negro en pleno día, y la gran sorpresa: una bella leoparda que exhibe sus motas con las primeras luces del sol.

Regresamos al Namutoni para comer y explorar su charca (www.pbase.com/saraf/image/87943497 ) –más grande que la del Halali- de día. La charca está repleta de cebras, ñues, sprinboks, orixs y pajaros. Todos apaciguando la sed y hundiendo sus patas en el medio metro de profundidad de la charca.

Por la tarda realizamos otro safari tan prolífico como el de la mañana: vemos más leones, en este caso una manada entera con sus hembras, machos y cachorros. Pasamos toda la tarde con la manada, viendo como juegan, beben y se alimentan. Al anochecer nos mostramos reacios a separarnos de ellos, pero las reglas del parque son estrictas, y debemos regresar al campamento. De todas formas esa tarde siempre estará presente en nuestras mentes, y agradeceremos a esos leones el permitirnos pasar toda la tarde a su lado, en ese hermoso lugar que es Etosha. Esa es una de las cosas que mas me gustan de Etosha: el trafico insoportable de 4x4 que puedes encontrar, por ejemplo, en una reserva de Kenya o Tanzania, aquí es insignificante incluso en temporada alta, y te permite pasar toda la tarde, si así lo deseas, con un grupo de animales sin formar ninguna cola de coches detrás de ti. Esa tarde con los leones estábamos prácticamente solos: nuestro camión y otro coche al lado de un grupo de alemanes que se fueron pronto.

La hora de preparar la cena es algo movidita: a pesar de las vallas los chacales entran como quieren en el campamento y se pasean como perros entre nosotros, esperando rapiñar alguna sobra, o algún trozo de pollo que caiga de la mesa. Son animales muy confiados que no temen a los humanos y hay que andarse con ojos con ellos porqué a pesar de su dulce aspecto no son perritos y pueden ser muy agresivos. Al fin y al cabo, este es su territorio.

Esa noche fue inquieta, no solo porqué los chacales peleaban a pocos metros de la tienda y de vez en cuando la golpeaban, si no porqué cuesta bastante dormirse cuando necesitas ir al baño y oyes una hiena a pocos metros de ti. Tal vez la hiena estuviese al otro lado de las vallas del campamento, pero si los chacales han encontrado la forma de entrar, ¿quién dice que las hienas no?

Día 13:

Último día de safari en Etosha. Regresamos a la charca en la que el día anterior estaba la manada de leones, pero nuestros amigos han desaparecido. Hoy solo hay un chacal solitario cazando palomas. Lo damos por perdido, Etosha es grande y nuestros leones pueden estar en cualquier sitio. Sin duda ayer ya llenamos nuestro cupo de leones, y hoy no vemos ninguno.

Nos despedimos del parque con gran pesar, para mi uno de los parques más bellos de África: sus praderas amarillas, su enorme y blanco pan que se extiende hasta allí dónde alcanza la vista, sus animales llenos de polvo blanco recorriendo kilómetros cada día para apaciguar su sed… Etosha tiene una imagen muy característica, y luego, cuando vez cualquier foto del lugar, la reconoces al instante: las charcas rocosas y redondas llenas de animales a su alrededor.

Pasamos la última noche en el campamento de Namutoni.

Día 14:

Con gran pesar, pero con la vista al frente, recogemos el campamento. Aun nos da tiempo de sacar las últimas fotos en el waterhole del Namutoni antes de partir.
Subimos al camión, y nos dirigimos al este.
Pasaremos los dos últimos días de Namibia en un agradable campamento a las orillas del río que más tarde forma el delta del Okavanago: en Ngepi.

Acampamos en el Ngepi Camp (www.ngepicamp.com/ . Para aquellos que añoren la comodidad, el camping cuenta con algunos “bungalows” situados encima de los árboles, con excelentes vistas del río. Pero el precio de uno de éstos es más caro que la acampada.

Me pareció éste un campamento muy gracioso, todo él está hecho “en plan de risa”, y la verdad es que el terreno dónde está instalado, y todo él, es muy bonito. Tiene una piscina natural (aunque nadie se baña, el agua está muy fría), en la orilla del río. De hecho, la piscina consiste en un cercado en el río. Hay hipopótamos, cocodrilos… y puedes tener la sensación de nadar con ellos dentro de esta pequeña piscina. El bar es muy agradable y por la noche se suele llenar de gente con ganas de fiesta, bebiendo amarula y bailando las mismas canciones del verano que se escuchan aquí. En el campamento no hay apenas electricidad, y hay que hacer cola para enchufar baterías y demás utensilios. Los baños, sin luz ni espejos, son simples casitas de paja, descubiertas por el techo, y con un palo que hace de puerta y se cruza si esta ocupado. Lógicamente los “bungalows” si que cuentan con baños privados.

A pesar de alguno de éstos inconvenientes, el campamento de Ngepi me encantó, tal vez por el humor con el que está construido. Hay que ir para verlo.

Día 15:


Visitamos un poblado de los alrededores del kavando, con sus vacas y sus niños moliendo el grano para hacer cerveza.
Decimos adiós a Namibia, antes de adentrarnos en nuestro siguiente destino: Botswana.
Pero eso ya lo contaré otro día…



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Semperffidelis  semperffidelis  07/12/2013 22:05
Me ha encantado el diario de viaje.
Muchas gracias, 5* estrellas.
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Fecha: Lun Mar 13, 2023 01:59 pm    Título: Re: Viajar a Namibia por Libre o con Agencia Local



Spainsun pudiste leer mis itinerarios y agencias? a ver si te sonaba alguna!
por otro lado, el 4x4 automatico o manual?

creo que es justo lo que dices, que compensa la agencia por los descuentos que tienen.

os sigo contando, gracias!
gulliverzgz
Gulliverzgz
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Fecha: Lun Mar 13, 2023 02:03 pm    Título: Re: Viajar a Namibia por Libre o con Agencia Local

Si no estas acostumbrado a usar 4x4, entonces automático, te será mucho más fácil.
El itinerario, apresurado, pero bueno, vais pocos días, así que aunque rápido, veis lo más interesante. Agencias yo no alqukle ninguna de namibia, así que no te puedo ayudar. Y si compensa, es lo que te dije, haz números con una cosa y otra y ve si te compensa.
spainsun
Spainsun
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Fecha: Lun Mar 13, 2023 02:23 pm    Título: Re: Viajar a Namibia por Libre o con Agencia Local

Los itinerarios son similares.
WINDHOEK a mi no me gusta para dormir. Si llegas temprano te puedes largar a medio día.

Yo Kalahari no lo hice. Creo que te compensaría suprimirlo y dedicar un día mas en Etosha. Pero eso ya es tu gusto.

Echa un ojo a mi ruta. Son aproximadamente los mismos días.
cangrejonoise
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21-03-2023
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Fecha: Mar Mar 21, 2023 11:51 am    Título: Re: Viajar a Namibia por Libre o con Agencia Local

Hola!

Igual que Laugueser, estamos mirando de ir a Namibia pronto. Unos 14 días.
Estábamos también mirando agencias para lodges + 4x4.
La verdad que la agencia Chameleon nos hace buena pinta (pero por lo que veo, nadie confirma). Proponen este itinerario: 1. Windhoek 2. Kalahari 3. Sossusvlei 4. Sossusvlei 5. Swakopmund 6. Swakopmund 7. Erongo mountains 8. Palmwag 9. Palmwag 10. Ethosa west 11. Ethosa south - Okaukuejo 12. Ethosa south - Okaukuejo 13. Waterberg 2400€. Incluye 4x4, desayuno y cena, no comidas y no vuelos. Quería saber vuestra...  Leer más ...
LAUGUESER
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04-10-2022
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Fecha: Lun Jul 10, 2023 09:59 pm    Título: Re: Viajar a Namibia por Libre o con Agencia Local

Hola a todos!! Se acerca nuestra luna de miel a Namibia y nos morimos de ganas!!! Os quiero compartir algunas de las actividades que nos recomiendan, para que por favor, me déis vuestra opinión y me digáis si las habéis hecho. Nos parecen en general bastante caras!! Toda ayuda es bienvenidaaaa y toda recomendación!!!!! Amistad Regarding the activities: - In Sesriem, you can visit the dunes by yourself, it does not really require a guide and for the excursión you can book directly at the lodge or in advance with us. You can also do balloon flight, the flight lasts about an...  Leer más ...
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