Amanecemos en nuestro apartamento con un día soleado, nuestro plan consiste en recoger nuestro equipaje y recorrer los 258 kms que nos separan de nuestro alojamiento en Croacia (mas o menos 3 horas de coche), para que la jornada no sea únicamente "de viaje" y para conocer un poquito más la zona por la que nos movemos, programamos una paradita en Trieste, ciudad italiana fronteriza, la que dicen "la menos italiana de las ciudades de Italia".
Pensabamos que teníamos que dejar el apartamento a las 11 a.m, pero a las 10 a.m llaman a la puerta. Es un empleado de la empresa que viene a limpiar el apartamento, parece ser que la hora de check out era a las 10, le digo que en 15 minutos estamos fuera. Ya casi estábamos listos pero nos ha venido bien el apuro, así la niña termina de arreglarse en 5 minutos, en caso contrario hubiesemos tenido que esperar una hora




Nos despedimos de un lugar en el que hemos estado muy a gusto y ponemos el gps rumbo a Trieste. Antes de llegar a la ciudad paramos en el famoso Castillo de Miramare y aparcamos en el parking habilitado. A lo lejos el cielo está muy negro y retumban los truenos.
El castillo es visitable pero el interior no es lo mas destacado, pero si su ubicación y sus preciosos jardines junto al mar. La visita del exterior y de los jardines es gratuíta



Triestre está cerquita, en menos de 20 minutos hemos dejado el coche en el parking de San Giusto, lo recomiendo, está céntrico, el precio es el normal y tiene un ascensor que te sube hasta lo alto de la colina de San Giusto (Duomo, castillo...) sin tener que chuparte las cuestas de subida. Está indicado en el interior.
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Nada más salir del parking estás justo enfrente al Duomo, un lugar agradable desde el que se tienen bonitas vistas de la ciudad. Tenemos buscada una pizzeria muy cercana para comer, pero vemos que cierra en unos minutos. Decidimos ir igual, al llegar vemos gente comiendo en la terraza pero parece que ya no sirven más comidas. Preguntamos y en 5 minutos salimos con un par de pizzas que degustaremos con vistas en la Piazza della Catedralle.
Después de comer nos tomamos unos cafes en uno de los puestos ambulantes que hay en la misma plaza, un lugar muy agradable.
Con las necesidades básicas cubiertas damos por comenzada la visita turística a la ciudad fronteriza empezando por el Duomo. La Catedral de San Giusto es pequeña, de orígen románico, fruto de la unión de dos basílicas previas, pero realmente preciosa. Merece la pena entrar y admirar sus mosaicos de estilo bizantino.
Después de dar una vuelta por los alrededores nos dirigimos hacia la parte baja de la ciudad, pasando antes por las ruínas del Teatro Romano que creo que merecerían un mejor trato.
En unos minutos estamos en la Piazza Unità d'Italia, Enorme plaza rodeada por majestuosos edificios y cafeterías, con vistas al mar. Esta parte de la ciudad tiene aspecto de capital centroeuropea, me recuerda a Viena, con calles rectilíneas repletas de palacios y edificios de finales del S.XIX.
Si hace apenas hora y media la lluvia nos empapó, ahora el sol calienta con fuerza, la tormenta se ha alejado y con ella la humedad de nuestra ropa. Disfrutamos mucho el pequeño paseo, vamos sin rumbo fijo por una ciudad que parece viva, con gente de aquí para allá, de paseo, de compras, llenando las terrazas. Pasamos por la Piazza Guiseppe Verdi y la de la Bolsa, entre grandiosos edificios y elegantes tiendas.
Callejeando a la sombra de los grandes edificios llegamos a la Piazza del Ponte Rosso, justo al lado del Canal Grande.
Al fondo está la iglesia de Sant'Antonio Taumaturgo y sobresaliendo sobre los edificios las cúpulas de templo serbo-ortodoxo della Santissima Trinità, nuestro siguiente destino y última visita del día. Se trata de una bonita iglesia ortodoxa . Construida sobre otra más antigua que fué mandada derribar e mediados del XIX.
Terminada la visita nos volvemos a buscar el coche, pero antes vemos un supermercado y paramos para comprar comida para la cena, nuestros desayunos en Croacia y para el día siguiente (comida o cena según convenga). A las 17:45 arrancamos con destino a Croacia, en un trayecto que nos llevará aproximadamente hora y media (104 kms). Decir que Trieste nos ha ofrecido más de lo esperado, pese al remojón inicial, nos encontramos con una ciudad ribereña, elegante, cosmopolita y con mucha vida.
Seguimos el GPS y las señales que nos indican la frontera con Eslovenia, pais que hace frontera con Italia y por el que circularemos apenas 20 kms, aún así paramos en la primera gasolinera eslovena a comprar la viñeta que nos permitirá circular por las autopistas eslovenas (16 € para una semana), aunque sólamente sean 20 kms, al regreso, circularemos mas por carreteras eslovenas.
Cerca de la frontera, el indicativo de Croacia aparece pintado en el asfalto en los desvios que debemos de tomar y en los carteles HR. Entramos en carreteras croatas, domina el verde de los bosques, que en las zonas pobladas alternan con cultivos de olivos y algunos viñedos. Hacemos una corta parada para avisar de nuestra llegada, cuando encontramos el apartamento la anfitriona nos recibe, nos da las indicaciones necesarias y se marcha, vive a unos metros y nos dice que la llamemos si tenemos cualquier problema.
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El apartamento está en una finca privada cerrada con dos construcciones separadas, en cada una de ellas un apartamento, con parking, zona verde con hamacas, barbacoa y lavadero exterior para hacer parrilladas. Consta de cocina - comedor con un sofá cama, habitación para dos huéspedes mas y baño. 404,00 € por cuatro noches.
Aunque todavía son las ocho, decidimos descansar y preparar la cena, para, a la mañana siguiente, empezar con energia nuestra pequeña aventura croata.