Este día salimos de Viena para visitar la Abadía de Melk. Melk esta como a una hora de Viena, pero se puede ir muy cómodamente en tren. Para grupos como el nuestro de 4 personas, hay un billete que se llama einfach-raus ticket que te deja coger todos los trenes regionales en fin de semana a buen precio, pero hay que mirar bien qué trenes están incluidos y cuales no. Nosotros cogimos un tren sin transbordo desde la estación Wien Mitte sobre las 10:30 ( en la web o app de OBB estan todos los horarios).
Hasta ahora no he cometado mcuhos sobre el clima, pero todos los días que pasamos en Viena y Budapest hemos pasado muchísimo calor, no se si nos pilló una ola de calor o el verano allí es siempre así. El problema es que no están muy preparados y no hay aire acondicionado en muchos sitios. En los palacios, en el tranvía, esta abadía... hemos pasado mucho calor.
Melk es un pueblecito muy típico con todas las casitas muy cuidadas, con muchas tienditas y la abadía está en un alto y es muy grande.

No tiene nada que ver con las abadías oscuras y con gruesos muros de piedra que podemos tener en España, es barroca y es todo como muy lujoso. La famosa biblioteca me decepcionó un poco, pero la iglesia barroca toda llena de dorados es espectacular. También tiene una escalera de caracol que es impresionante y super fotogénica.

Desde aquí hasta el Danubio hay un paseo de uno 20 mundos por un bosque y allí se cogen los tickets para el crucero por el Danubio. Yo había mirado para alquilar bicis y hacer un trayecto en bici por la orilla del Danubio hasta Spitz, pero ese día hacia como 35 ° y estábamos sudando muchísimo, así que no nos pareció un buen día para la bici. En primavera o un día de menos calor debe ser chulo pedalear hasta Spitz y luego coger el barco.
Nosotros cogimos el barco a las 13:50 y cuando subimos ya iba lleno, así qie nos tocó una zona sin techo a pleno sol. Las vistas del Danubio y los pueblecitos por los que pasa son muy bonitos, hay castillos en ruinas, viñedos... pero estábamos pasándolo mal por el calor y el sol. Pregunté si podíamos bajar en Spitz a comer y coger el siguiente barco con el mismo billete y me dijeron qie si, así que eso hicimos. Apenas vimos Spitz, comimos muy bien en un restaurante al lado del río ( salchichas, hamburguesa y cordón bleu) y ya un poco repuestos cogimos el siguiente barco. No tuvimos tiempo de pedir postre porque casi no llegamos al barco, así que si se hace esta parada no hay que perder mucho tiempo visitando el pueblo o eligiendo donde comer.
Este segundo barco iba más vacío y pudimos sentarnos dentro con aire aconcionado. En esta zona son típicos los postres de albaricoque y el marilenkuchen (bizcocho de albaricoque) que me pedí en el barco estaba espectacular, el mejor postre de Viena, mejor que la famosa tarta sacher. Luego salimos a los bancos de fuera y disfrutamos un montón del resto del trayecto, que era como una hora hasta Krems, viendo pueblecitos con sus pequeñas iglesias, algún castillo y también castilos en ruinas, gente navegando en sus barquitos o bañándose en la orilla. Aquí una foto de la vista de un castillo desde el barco.

Fue un acierto parar en Spitz, porque comimos bien y este segundo tramo lo hicimos sin tanto calor.
En Krems otra vez nos tocó caminar un buen rato desde donde para el barco hasta la estación de tren. No vimos nada de Krems, pero parece bastante grande, porque fuimos directos a la estación para no tener que esperar mucho al tren. Los billetes no llevan la hora, pero en la app de OBB vienen los horarios y llegamos justos, si no cogíamos este nos hubiera tocado esperar una hora.
Este tren volvía a otra estación, Franz Joseph, y desde ahí tuvimos que coger dos tranvías hasta el apartamento.