Llegamos a nuestro último día en La Polinesia. Al día siguiente teníamos vuelo muy temprano por la mañana hacia Los Ángeles. Habíamos reservado noche en el mismo hotel que en nuestra llegada a Tahití, a fin de no necesitar transporte para ir al aeropuerto.
Decidimos pasar ese día todo el tiempo posible en Moorea y coger el ferry por la tarde, con el tiempo de devolver el coche de alquiler y marchar al hotel.
Cerca del puerto de embarque de ferrys se encuentra la Playa de Temae, que también está entre las mejores playas públicas y allí decidimos ir a pasar el día hasta la hora de embarcar.

En el trayecto fuimos viendo algo más del interior de la isla, por las carreteras que conducen al Mirador Opunohu y también paramos para comprar alguna artesanía.

La playa de Temae también tiene un extenso palmeral, con sombra garantizada para todo el mundo, y un arrecife muy próximo a la orilla. En él es en el que vivos mayor cantidad y variedad de peces. Hacia la misma orilla también se acercaban los pequeños tiburones y las rayas que habíamos visto en nuestra excursión al Banc de Sable.

Tocaba ya cambio de destino en nuestro viaje y, esta vez, también cambio radical de clima. A nuestra llegada a La Polinesia, leímos las noticias del temporal de frío y nieve que había habido en Estados Unidos. Como nuestro primer destino era el Gran Cañón del Colorado, todos los días veíamos el pronóstico del tiempo y el estado de las carreteras por la zona. No teníamos nada claro qué nos íbamos a encontrar.
Ya de vuelta a Tahití, desde la habitación del hotel tomamos nuestra última foto en La Polinesia: anochecer con la Isla de Moorea al fondo y el aeropuerto por delante.

El relato de la última etapa de este viaje alrededor del mundo, está en mi diario “El Suroeste de Estados Unidos en invierno”.
Otros relatos de mis viajes podéis leer en mi bloc, yendo a este enlace:
misespaciosnaturales.blogspot.com/