Nos acercamos a conocer uno de los lugares más curiosos y bonitos de nuestro viaje a Japón pero antes pararemos a comer algo en la ciudad de Nikko, concretamente en un restaurante familiar, pequeño pero con comida casera, rica y barata, se trata de "Cafetería Fufata" pero si lo buscáis en Google con este nombre no os aparecerá, buscarlo por "695 Imaichi" y os sale. Dejamos el coche aparcado delante de la tienda de encurtidos y especias "Umesawa Umetaro Shoten" y nos vamos andando al restaurante que está a dos calles. Lo busqué en Google y vi que tenía buenas valoraciones y decimos ir a probar, fue todo un acierto



Tomamos un plato de arroz, otro de carne con arroz y unas gyozas, todo muy rico y gran cantidad, nos costó 11,23 euros todo.




Volvemos a por el coche y de camino nos encontramos estos coches tan coquetos, uno de ellos lleva en la antena una abeja, jajajaja, el autobús escolar lleva de copiloto un peluche gigante, me encanta el lado infantil que tiene este país, parece que viven en una infancia continua




Otra alcantarilla ilustrada con un personaje infantil.

Ahora si nos vamos a conocer un lugar curioso. Cuando vi las fotos por internet, me llamó mucho la atención y quise incluirlo en nuestras ruta ya que nos pillaba de paso dirección al hotel, se trata de "Kanmangafuchi Abyss". Se encuentra a tan solo 32km (45 minutos) de nuestra anterior visita "Heiwa Kannon". Os dejo mapa de la zona cogido de la página "Vikingess Voyages".

El desfiladero se encuentra en la famosa ciudad de Nikko, muy cerca del Jardín Botánico. La ciudad está rodeada de naturaleza y es un destino popular para quienes desean visitar los famosos templos de la zona, también lo es para quienes quieran disfrutan del senderismo. Si se dispone de poco tiempo o vas de paso como nosotras, puedes disfrutar de este bello paraje a orillas del río, una joya escondida y poco visitada por turistas como pudimos comprobar. Dejamos el coche junto al Parque Kanman, es pequeño pero gratuito y con baños públicos, la entrada al desfiladero también es gratuita aunque vi en internet que se pagaba 2,45 euros de entrada, en nuestro caso no pagamos nada ni vimos taquilla para ello, supongo que en temporada alta lo mismo si cobran


Continuamos por esta pista de tierra rodeada de preciosos árboles con colores otoñales.




Cruzamos la puerta de madera que da acceso al mal llamado abismo, ya que es un desfiladero o garganta junto al río Daiya que va produciendo rápidos y piscinas naturales de verdadera belleza por la claridad del agua, y por la espesa arboleda que se inclina sobre el río, la cual gran parte pertenece al ya mencionado Jardín Botánico que se encuentra en la otra orilla y al cual no puedes acceder desde este punto.


Continuando por el sendero se puede ver una pequeña cascada en la orilla del Jardín Botánico.


Este desfiladero se creó por una erupción del cercano Monte Nantai hace unos 7000 años. El Abismo de Kanmangafuchi también es conocido por sus 70 estatuas de piedra colocadas en fila. A este grupo de estatuas de Jizo también se les llama “Bake Jizo” (Fantasmas Jizo), “Narabi Jizo” (Jizo en fila) o “Hyaku Jizo” (Cien Jizo). Dicen que las estatuas juegan a esconderse según pasas para que no puedas contarlas



Las estatuas aunque parezcan todas iguales, no lo son, cada una tiene unos rasgos faciales diferentes, son preciosas y al estar cubiertas en su gran mayoría de musgo, tienen un encanto especial.


Junto al río se puede ver el Pabellón Reihikaku que alberga un pequeño altar de piedra que se utilizaba antiguamente para realizar el ritual del fuego de goma. En dicho ritual se quemaban trozos de papel o madera donde se escribían oraciones para entregárselas a Fudo Myoo, una de las deidades guardianas del culto budista Vajrayāna o budismo esotérico. En 1902, una gran inundación destruyó el pabellón original y la estatua de dos metros de altura de Fudo Myoo que se encontraba en la otra orilla del río. En 1654, el monje Kokai se quedó aquí orando por la paz en el reino. En 1971 se reconstruyó el pabellón que hoy día podemos ver en el mismo lugar.

Desde el pabellón hay unas vistas preciosas al río Daiya y todo el desfiladero.



Llegamos a la zona donde se encuentran los Jizos en fila, hay algunos que les falta algunas partes del cuerpo e incluso hay algunos pedestales que ya no están las figuras, pero la mayoría se conservan estupendamente y todos tienen entre sus manos monedas que van dejando los visitantes.



Las estatuas llevan gorros rojos tejidos que han sido colocados allí por padres preocupados por sus hijos o que esperan un bebé con la esperanza de que tengan un bienestar en sus vidas.






Pasados los Jizos seguimos caminando hasta la central eléctrica que se empezó a construir el día 1 de mayo de 1918.





Damos una vuelta por la zona pero no vimos nada interesante y volvemos sobre nuestros pasos disfrutando del famoso Momiji otoñal.





Preciosas vistas del Pabellón Reihikaku rodeado de extensa vegetación.




Pasamos de nuevo por delante de las estatuas y estaba una señora pintando un Jizo, nos pusimos al lado a observar y después le pedí que si me dibujaba uno en mi libreta de sellos, así lo hizo muy amable, mi amiga quería otro y ya dijo que no, era abusar demasiado, jajajaja. Estuvimos hablando un rato con ella, muy simpática. Así quedó el dibujo.



Vamos finalizando la visita de este bello lugar que pudimos disfrutar prácticamente solas y con mucha paz, que es lo que se respira en el ambiente y con el sonido del agua de fondo






Nos despedimos de las estatuas con el debido respeto para que nos proteja y nos vamos al parking a por el coche para continuar ruta



Dejamos atrás el santuario sintoísta y nos dirigimos a nuestro alojamiento pero al pasar por el Lago Chuzenji, hacemos una breve parada para hacer fotos y ver los alrededores. Paramos el coche en el arcén un momento y bajamos a la zona del puerto.




Se pueden ver barcos de paseo o barquitas con forma de cisnes a pedales muy coloridos.



Junto a estos árboles tan bonitos, había 3/4 fotógrafos con sus respectivos modelos haciendo fotos, y no es para menos, que color!!!



La zona es muy bonita para pasear junto al lago. Cerca tenía previsto ver unas cascadas pero por no entretenernos mucho para que no se nos hiciera de noche no fuimos a verla, una pena porque estaban muy cerca, pero se que luego nos enrollamos y nos dan las uvas, jajajaja, lo dejo para la próxima ocasión.



Me encanta la decoración de las tapas de las alcantarillas, están pintadas en todas las ciudades con el monumento más famoso del lugar, flores, muñecos, etc.

Ponemos rumbo al hotel y de camino vemos este precioso atardecer. Paré en un lateral de la carretera para fotografiarlo pero con tantos árboles no pude sacarlo mejor, pero como muestra vale, jajajaja.


Nos quedan 220km desde el lago hasta nuestro hotel en Matsumoto, Carmen ya va dando cabezadas, jajajaja. Llegamos al hotel que nos indica el GPS a las 22:30h de la noche, resulta que no era este, entra Carmen a preguntar a recepción y nos mandan al nuestro, resulta que tienen nombres parecidos y el GPS nos mandó a este. Vamos al que nos indican y nada de nada, allí no hay ningún hotel, volvemos al mismo del principio y entro yo a preguntar y otra vez me dicen lo mismo, me lo marcan en un mapa, volvemos a ir y nos lleva al mismo sitio de antes, preguntamos a gente de la zona y nadie nos sabía indicar, volvemos por tercera vez al hotel primero y otra vez nos indican al mismo sitio, resulta que ahora el GPS si nos lleva bien, a la tercera va la vencida


La habitación estaba bien, un poco pequeña pero con todo lo necesario y limpia, el baño lo mismo, lo malo la dichosa moqueta que no la aguanto





Después bajamos a recepción a comer algo y tomar café que era gratuito pero ya tenían las máquinas apagadas, nos comimos lo que habíamos comprado en el súper, un kokura Ampan, un calamar grande rebozado y frito que estaba muy rico, un café latte y limón para beber. Después nos vamos a descansar que el día ha sido largo, una ducha, me pongo a ver las fotos del día y borro las repetidas o borrosas y me duermo sobre las 2h de la madrugada, vaya paliza



