Tras volver, mi mujer y yo, de nuestro magnífico viaje al Parque Nacional Kruger, nos pusimos a pensar a dónde podríamos ir en el verano de 2024. Llegamos a plantearnos seriamente volver al parque sudafricano, pero después de intercambiar pareceres decidimos no ir tan lejos y, esta vez, intentar viajar con toda la familia. Es decir, iríamos con nuestra perrita Nova, que ya está a punto de cumplir 10 años. La decisión fue rápida: visitaríamos los Alpes, ya que el trayecto en avión sería corto y, como primera experiencia para nuestra mascota, sería ideal.
Me puse de inmediato manos a la obra. Mi idea inicial, sin apenas conocimiento, era visitar todos los Alpes: franceses, italianos, austriacos, suizos… Adquirí unas guías de caminatas (las de Cicerone) y, tras una semana de indagaciones en la web, me di cuenta de que mi plan era demasiado ambicioso. Lo reduje a visitar la parte occidental: la zona de Briançon, el Valle de Aosta, Suiza y Chamonix. Dejaríamos para otra ocasión, si la experiencia nos gustaba, la parte más oriental: los Dolomitas, los Alpes Julianos y Austria.
La idea era volar a Lyon, alquilar un coche y dirigirnos a Briançon para dar la vuelta completa. Empecé a investigar en profundidad las zonas y pronto surgieron los primeros problemas. Mi plan inicial era madrugar casi todos los días, realizar una excursión exigente en solitario y, después, dedicar el resto del día a algo más ligero junto a mi mujer y nuestra perra. Por otro lado, cuando uno piensa en los Alpes, suele pensar en Suiza. Sin embargo, al buscar alojamientos que admitieran mascotas, todo me parecía carísimo. Además, muchas de las excursiones que quería hacer por mi cuenta requerían utilizar teleféricos, cuyos horarios de apertura eran demasiado tardíos para mis planes (quería comenzar a caminar a las 7 de la mañana). Por último, la zona del Valle de Aosta me atraía cada vez más, y no podía evitar dedicarle más días. Así que, al final, decidimos dejar Suiza fuera del itinerario y darle esos días adicionales al Valle de Aosta.
En septiembre ya empezamos a reservar los alojamientos para nuestro viaje en agosto del año siguiente:
4 noches en Briançon.
3 noches en Châtillon (Valle de Aosta).
3 noches en Aymavilles (Valle de Aosta).
4 noches en Chamonix.
La primera noche en Briançon sería el jueves 8 de agosto, ya que en el verano de 2023 había vuelos directos de Málaga a Lyon con Vueling, que admiten mascotas, en ese día. Sin embargo, llegó el momento y, para el verano de 2024, Vueling no había programado vuelos directos a la ciudad francesa. Así que, tras pensarlo, decidimos prescindir del avión y viajar en coche desde Almería. De este modo, también ahorrábamos en el alquiler del coche y evitábamos posibles inconvenientes con las empresas de alquiler respecto a llevar una mascota.
Por supuesto, el viaje de ida y vuelta no podría hacerse en un solo día, así que reservamos una habitación en Salt (Girona) para la ida y otra en Perpiñán para la vuelta.
Y, tras esta introducción, pasamos al viaje en sí.
Me puse de inmediato manos a la obra. Mi idea inicial, sin apenas conocimiento, era visitar todos los Alpes: franceses, italianos, austriacos, suizos… Adquirí unas guías de caminatas (las de Cicerone) y, tras una semana de indagaciones en la web, me di cuenta de que mi plan era demasiado ambicioso. Lo reduje a visitar la parte occidental: la zona de Briançon, el Valle de Aosta, Suiza y Chamonix. Dejaríamos para otra ocasión, si la experiencia nos gustaba, la parte más oriental: los Dolomitas, los Alpes Julianos y Austria.
La idea era volar a Lyon, alquilar un coche y dirigirnos a Briançon para dar la vuelta completa. Empecé a investigar en profundidad las zonas y pronto surgieron los primeros problemas. Mi plan inicial era madrugar casi todos los días, realizar una excursión exigente en solitario y, después, dedicar el resto del día a algo más ligero junto a mi mujer y nuestra perra. Por otro lado, cuando uno piensa en los Alpes, suele pensar en Suiza. Sin embargo, al buscar alojamientos que admitieran mascotas, todo me parecía carísimo. Además, muchas de las excursiones que quería hacer por mi cuenta requerían utilizar teleféricos, cuyos horarios de apertura eran demasiado tardíos para mis planes (quería comenzar a caminar a las 7 de la mañana). Por último, la zona del Valle de Aosta me atraía cada vez más, y no podía evitar dedicarle más días. Así que, al final, decidimos dejar Suiza fuera del itinerario y darle esos días adicionales al Valle de Aosta.
En septiembre ya empezamos a reservar los alojamientos para nuestro viaje en agosto del año siguiente:
4 noches en Briançon.
3 noches en Châtillon (Valle de Aosta).
3 noches en Aymavilles (Valle de Aosta).
4 noches en Chamonix.
La primera noche en Briançon sería el jueves 8 de agosto, ya que en el verano de 2023 había vuelos directos de Málaga a Lyon con Vueling, que admiten mascotas, en ese día. Sin embargo, llegó el momento y, para el verano de 2024, Vueling no había programado vuelos directos a la ciudad francesa. Así que, tras pensarlo, decidimos prescindir del avión y viajar en coche desde Almería. De este modo, también ahorrábamos en el alquiler del coche y evitábamos posibles inconvenientes con las empresas de alquiler respecto a llevar una mascota.
Por supuesto, el viaje de ida y vuelta no podría hacerse en un solo día, así que reservamos una habitación en Salt (Girona) para la ida y otra en Perpiñán para la vuelta.
Y, tras esta introducción, pasamos al viaje en sí.
Día 07/08/2024
Poco que contar. Los casi 900 kilómetros que nos separaban de nuestro destino los hicimos sin apenas percances. Paramos a mitad de camino, en un pueblo cercano a Valencia, para comer, pero tuvimos mala suerte. Prácticamente todos los bares estaban cerrados y, en el único que encontramos abierto, nos informaron de que no tenían comida porque cerraban ese día por vacaciones. Al final, nos dirigimos a Valencia capital para comer en un McDonald's. Me recordó por qué había evitado este establecimiento durante al menos una década: qué comida más mala.
Al atardecer llegamos al B&B Girona 2, el hotel que habíamos reservado.
Al atardecer llegamos al B&B Girona 2, el hotel que habíamos reservado.
Día 08/08/2024
Tras un buen descanso y un desayuno, nos disponíamos a volver a la carretera para llegar por la tarde a Briançon, ya que el trayecto era de unas seis horas. Ese era el plan, pero el destino tenía otros planes para nosotros. Para empezar, al meter las llaves del coche y girarlas para arrancar, el cuadro de mandos comenzó a brillar como una feria y el coche ni siquiera intentó arrancar. Me acordé de todo lo habido y por haber, especialmente porque hacía solo una semana que había llevado el coche a revisión.
Llamé al seguro, agradeciendo que esto nos hubiera pasado todavía en España. Enviaron una grúa, que tardó algo más de media hora en llegar. El conductor me advirtió que, si el problema era grave, podríamos quedarnos sin coche varios días debido a la falta de citas en talleres en pleno verano. Afortunadamente, resultó ser solo la batería. El gruista arrancó el coche y me recomendó ir a Norauto, que estaba cerca. Allí me cambiaron la batería, pero nos hicieron esperar una hora. Aprovechamos para visitar una tienda de animales cercana mientras esperábamos.
Finalmente, con el coche listo, nos pusimos en marcha, aunque con dos horas de retraso respecto a lo previsto. Sin embargo, los problemas no habían terminado. Ese mismo día, 8 de agosto, Puigdemont apareció en Barcelona, lo que llevó a las autoridades a organizar controles masivos, incluyendo uno en La Junquera, que nos hizo perder cuatro horas en retenciones. Si el coche no hubiera tenido problemas, habríamos cruzado la frontera antes de los controles.
Llegamos a Briançon casi a las 10 de la noche. Nuestro alojamiento, este, resultó estar muy bien, destacando especialmente el patio con vistas, que disfrutaríamos en los días siguientes.
Dominada por picos escarpados en todas direcciones y situada sobre un espolón rocoso en el corazón de cinco hermosos valles, Briançon se erige como una joya alpina casi en el extremo más meridional de la principal cadena montañosa de los Alpes. Esta ciudad, la más alta de Francia con sus 1326 metros sobre el nivel del mar, es el alma del Briançonnais, la región que lleva su nombre.
El Briançonnais es un paraíso montañoso que reúne todo lo que uno puede soñar de un entorno alpino: picos nevados que parecen tocar el cielo, valles verdes atravesados por senderos serpenteantes, pastos donde los cencerros de las vacas ponen la banda sonora, relucientes lagos alpinos habitados por truchas, una diversidad extraordinaria de flores silvestres y una red interminable de caminos perfectos para los amantes del senderismo.
No obstante, a pesar de su belleza, esta región no recibe la misma cantidad de visitantes que los Alpes del Norte, más ricos y glamorosos. Su aislamiento geográfico, al estar más lejos de autopistas y grandes centros de transporte, como Ginebra, la hace menos accesible. Además, a menudo queda eclipsada por otras zonas alpinas que, al estar dentro de parques nacionales, resultan más fáciles de promocionar. Esto es un tanto paradójico, ya que parte del Briançonnais está integrada en el Parque Nacional de Écrins, uno de los más impresionantes de Francia.
Por otro lado, el Briançonnais es un destino icónico para los amantes del ciclismo. A lo largo de los años, Briançon ha sido un punto clave del Tour de Francia, que atraviesa famosos puertos de montaña como el Col du Galibier, el Col du Lautaret o el mítico Col d’Izoard. Cada uno de estos lugares guarda historias de esfuerzo y gloria, atrayendo a ciclistas de todo el mundo que sueñan con recorrer estas rutas legendarias.
Desde el punto de vista geográfico, el Briançonnais se organiza en torno a cinco valles principales, nombrados según los ríos que los atraviesan, y que se extienden como los radios de una rueda con Briançon en el centro. Al norte se encuentra el idílico Valle de Clarée, con su belleza pintoresca. Girando en sentido horario, encontramos las montañas menos transitadas de los valles de Cerveyrette y Ayes, al este. Al sur, el poderoso Valle de Durance domina el paisaje, acompañado por tres afluentes menos conocidos pero igualmente encantadores: el Fournel, el tranquilo Freissinières y el Valle de Vallouise, este último considerado la joya de la corona. Al oeste, el amplio Valle de Guisane completa este magnífico panorama. Finalmente, hacia el noreste, cerca de Montgenèvre, se extienden montañas coronadas por antiguos fuertes y con vistas que se pierden más allá de la frontera italiana.
Cada rincón del Briançonnais guarda un encanto único, esperando ser explorado.
Llamé al seguro, agradeciendo que esto nos hubiera pasado todavía en España. Enviaron una grúa, que tardó algo más de media hora en llegar. El conductor me advirtió que, si el problema era grave, podríamos quedarnos sin coche varios días debido a la falta de citas en talleres en pleno verano. Afortunadamente, resultó ser solo la batería. El gruista arrancó el coche y me recomendó ir a Norauto, que estaba cerca. Allí me cambiaron la batería, pero nos hicieron esperar una hora. Aprovechamos para visitar una tienda de animales cercana mientras esperábamos.
Finalmente, con el coche listo, nos pusimos en marcha, aunque con dos horas de retraso respecto a lo previsto. Sin embargo, los problemas no habían terminado. Ese mismo día, 8 de agosto, Puigdemont apareció en Barcelona, lo que llevó a las autoridades a organizar controles masivos, incluyendo uno en La Junquera, que nos hizo perder cuatro horas en retenciones. Si el coche no hubiera tenido problemas, habríamos cruzado la frontera antes de los controles.
Llegamos a Briançon casi a las 10 de la noche. Nuestro alojamiento, este, resultó estar muy bien, destacando especialmente el patio con vistas, que disfrutaríamos en los días siguientes.
Dominada por picos escarpados en todas direcciones y situada sobre un espolón rocoso en el corazón de cinco hermosos valles, Briançon se erige como una joya alpina casi en el extremo más meridional de la principal cadena montañosa de los Alpes. Esta ciudad, la más alta de Francia con sus 1326 metros sobre el nivel del mar, es el alma del Briançonnais, la región que lleva su nombre.
El Briançonnais es un paraíso montañoso que reúne todo lo que uno puede soñar de un entorno alpino: picos nevados que parecen tocar el cielo, valles verdes atravesados por senderos serpenteantes, pastos donde los cencerros de las vacas ponen la banda sonora, relucientes lagos alpinos habitados por truchas, una diversidad extraordinaria de flores silvestres y una red interminable de caminos perfectos para los amantes del senderismo.
No obstante, a pesar de su belleza, esta región no recibe la misma cantidad de visitantes que los Alpes del Norte, más ricos y glamorosos. Su aislamiento geográfico, al estar más lejos de autopistas y grandes centros de transporte, como Ginebra, la hace menos accesible. Además, a menudo queda eclipsada por otras zonas alpinas que, al estar dentro de parques nacionales, resultan más fáciles de promocionar. Esto es un tanto paradójico, ya que parte del Briançonnais está integrada en el Parque Nacional de Écrins, uno de los más impresionantes de Francia.
Por otro lado, el Briançonnais es un destino icónico para los amantes del ciclismo. A lo largo de los años, Briançon ha sido un punto clave del Tour de Francia, que atraviesa famosos puertos de montaña como el Col du Galibier, el Col du Lautaret o el mítico Col d’Izoard. Cada uno de estos lugares guarda historias de esfuerzo y gloria, atrayendo a ciclistas de todo el mundo que sueñan con recorrer estas rutas legendarias.
Desde el punto de vista geográfico, el Briançonnais se organiza en torno a cinco valles principales, nombrados según los ríos que los atraviesan, y que se extienden como los radios de una rueda con Briançon en el centro. Al norte se encuentra el idílico Valle de Clarée, con su belleza pintoresca. Girando en sentido horario, encontramos las montañas menos transitadas de los valles de Cerveyrette y Ayes, al este. Al sur, el poderoso Valle de Durance domina el paisaje, acompañado por tres afluentes menos conocidos pero igualmente encantadores: el Fournel, el tranquilo Freissinières y el Valle de Vallouise, este último considerado la joya de la corona. Al oeste, el amplio Valle de Guisane completa este magnífico panorama. Finalmente, hacia el noreste, cerca de Montgenèvre, se extienden montañas coronadas por antiguos fuertes y con vistas que se pierden más allá de la frontera italiana.
Cada rincón del Briançonnais guarda un encanto único, esperando ser explorado.
