Comenzamos el día con calma, tenemos adquiridas por internet entradas con visita guiada al Palau de la Musica Catalana, edificio modernista proyectado por el arquitecto barcelonés Lluís Domènech i Montaner declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Las entradas me han costado 36,00 € precio del pack familiar para 2 adultos y dos menores hasta 16 años (incluídos), a 9 € por cabeza, el primer precio que me parece razonable y que, después de la visita, hasta barato.
Tenemos la visita para las 11:30 por lo que no podemos demorarnos mucho, tomamos la L1 del metro en Santa Eulalia hasta la Plaza de Urquinaona. Tras menos de 5 minutos de paseo llegamos a la entrada del Palau.
El exterior es precioso, se puede acceder por dos calles diferentes, bien por el vestíbulo original, bien por el moderno anexo construído en el Carrer de San Pere Mes, accediendo de esta forma a la cafetería, de acceso público, al igual que el vestíbulo.
Nosotros entramos por el antiguo vestíbulo, las formas modernistas adornan todos los rincones. Preguntamos y nos indican que detrás de la cafetería tenemos que esperar la llegada de nuestro guía.
A la hora indicada llega la guía, comprueba nuestras entradas y nos da paso al salón de ensayos en donde nos proyectan un audiovisual (unos 10 minutos) que nos explica la historia del edificio y del Orfeón Catalán que tiene su sede en el mismo.
Tras el audiovisual, nos entregan unos audífonos a través de los cuales la guía nos va explicando los secretos del edificio y sus usos pasados y actuales, así como las diferentes estancias que se incluyen en la visita (escenario incluído). Dejo las fotos para no aburriros mas.
Tras finalizar la visita guiada, la guía nos indica que podemos quedarnos el tiempo que queramos, nos sentamos unos minutos en las butacas del gallinero (las que tienen mejor vista y acústica) y escuchamos como en el órgano suenan los acordes de una sinfonía (el himno de la Champions), la acústica es tremenda y la luz penetrando por el tragaluz modernista crea una atmósfera única.
Tras este momento maravilloso llega otro, disfrutar de unos cafés y unos dulces en la cafetería del Palau, otro pequeño lujo que nos damos



Salimos a la calle y ponemos rumbo a las Ramblas, siguiente parada.
Llegamos al principio de las archifamosas Ramblas, la primera parada es la fuente de Canaletas, en donde los aficionados del Barca celebran sus títulos, nos cuesta encontrarla



Seguimos Ramblas abajo, abarrotadas de turistas, pocos españoles, entre esto y las obras que estrechan algunas zonas de la calle tenemos que ir atentos para no atropellar ni ser atropellados. Pasito a pasito llegamos al Palau de la Virreina tras pasar la barroca iglesia de la Madre de Deu de Belem.
El Palau de la Virreina es un suntuoso palacio del siglo XVIII, sede del departamento de cultura de la ciudad, con exposiciones y eventos varios. Entramos para ver el edificio porque las exposiciones no nos llaman mucho la atención.
Continuamos la caminata esquivando mas y mas gente, dejamos atrás el decepcionante Mercado de la Boquería, que visitamos ayer y nos llama la atención, justo enfrente la Casa Bruno Cuadros, ecléctica casa modernista de Josep Vilaseca decorada con paraguas, abanicos y un dragón chino.
Llegados a este punto de las Ramblas vamos a hacer un impás para desviarnos y conocer un par de lugares del populoso barrio del Raval, barrio en el que se ubican las Ramblas. Una vez dejamos las Ramblas nos encontramos en un barrio en donde dominan los pequeños comercios regentados por gentes de otras culturas, en función de las calles que recorremos dominan los pakistaníes, indúes o magrebís, llegando al punto de parecer que nos hemos trasladado de pais

Superamos la plaza de San Agusti, dominada por al enorme iglesia homónima y llegamos al primer punto de interés, el antiguo Hospital de la Santa Creu de Barcelona, complejo medieval que acoge, entre otras instituciones, la Biblioteca Nacional de Cataluña. Al ser festivo no podemos ver la impresionante arquitectura gótica de sus salas de lectura. Pero si podemos acceder al complejo y disfrutar de sus jardines y de su atmósfera sosegada.
Continuamos hasta la Rambla del Raval y nos hacemos una fotito con el Gato del escultor Botero. Además aprovechamos uno de los locales de hostelería de la zona para comernos unas ricas hamburguesas, algo picantes pero sabrosas, arreglamos la comida por 33,00 €, buena inversión.
Con las fuerzas a tope tomamos dirección de las Ramblas nuevamente, nos detenemos en el Palacio Guell, que no visitamos, el exterior no es de lo que mas me gusta de Gaudí, imagino que el interior será precioso pero todo no entra en este viaje. Llegamos a las Ramblas y al poco nos volvemos a desviar, esta vez a la izquierda, para disfrutar de la Plaza Reial.
La plaza nos encanta, la armonia de los edificios con las palmeras, el espacio abierto, las farolas de Gaudí, para mi gusto la plaza más bonita de la ciudad.
Continuamos esquivando obras y turistas, ramblas abajo, siempre teniendo móviles, bolsos y carteras bien vigilados, ya que dicen que estamos en el paraíso de los carteristas. Al fondo vemos la famosa estatua de Colón, lo que nos indica que la calle está llegando a su fin.
Antes de recorrer la zona del Paseo de Colon y del puerto, nos desviamos a la derecha en donde aparece el imponente edificio de Les Drassanes Reials, antiguas atarazanas. Hasta aquí llegaba el mar y estas enormes naves góticas no eran otra cosa que los astilleros en donde se reparaban los barcos de la flota barcelonesa. El edificio es precioso y acoge el Museo del Mar, visita que nos queda pendiente para otra futura escapada a la ciudad

Esta zona de la ciudad es preciosa gracias a la combinación del mar con los espacios abiertos, con edificios grandiosos como los que acogen la Agencia Tributaria, la Junta de Obras del Puerto o el Instituto social de las fuerzas armadas.
Nos damos una vuelta por el muelle del Maremagnum y del acuario, está bien pero hay demasiada gente en la zona. Abandonamos el puerto por el Moll de Espanya y pronto nos encontramos en la plaza de Correos, al principio de la famosa Via Laietana.
Nuestro último destino del día es caminar hasta la Basílica de la Mercé, la patrona de la ciudad. Para ello cruzamos esta parte de la antigua ciudad portuaria, me parece un barrio con una arquitectura y un ambiente mediterráneo especial, probablemente la zona con mas sabor de las recorridas hasta ahora en la capital catalana. No entramos en la iglesia pero la plaza en donde se ubica es bonita, la fachada es barroca y en el exterior destaca la cupula de cerámica y la inmensa estatua de la virgen sobre la cúpula.
A David se le antoja un crepe y no vamos a dejarlo con las ganas, volvemos a la zona del puerto en donde los habíamos visto y lo degusta sentado en la escalinata de la mismisima estatua de Colon. Sólo queda volverse al apartamento, para lo que tomamos en Drassanes la línea 3 del metro, tras trasbordo con la 5 llegamos caminando al apartamento. Otro día superado. Mañana uno de los platos fuertes del viaje, la Sagrada Familia.