Como de costumbre en todos nuestros viajes, madrugamos. La mayoría de los cinco sitios que tenemos previsto visitar con los pases que compramos ayer, abren a las ocho. Así que después de coger fuerzas con un desayuno más que correcto, nos volvemos a ir caminando hasta la ciudad vieja, en un paseo de no más de 10 minutos.
Hoy disfrutamos más a estas horas de la ciudad, apenas hay turismo y como prácticamente todos los negocios están enfocados a ello, muchos aún no han abierto, por lo que podemos disfrutar de la fusión de épocas y estilos vietnamitas, chinos y japoneses.

Nuestras visitas fueron:
*La Asamblea PhucKien o casa comunal de Fujian, el más famoso y más antiguo de los salones de reuniones de los comerciantes chinos y dedicado Thien Hau, la diosa del mar. Consta de un templo, un santuario y un patio arbolado con multitud de figuras de animales como peces, dragones, tortugas.
A nosotros nos gustó y lo tuvimos para nosotros solos, cuando ya nos íbamos empezaban a venir grupos de turistas con sus guías.



*Sala de Asambleas Cantonesa de Quang Dong. De arquitectura china, dicen que es uno de los edificios más bonitos de la ciudad. Nos gustó bastante.


*La Casa Tan Ky. Una de las más famosas y visitadas. Casita alargada de madera, al estilo de las casas “tubo” vietnamitas, construida por una familia china bajo los principios del “ying” y del “yang”, es la más antigua de la ciudad. Se ve rápido, nos gustó.

*Más tarde pasamos por delante del Templo Ba Mu, que está abierto todo el día y su visita es gratuita. Fue uno de los monumentos más importantes de Hoi An y actualmente sólo queda la puerta de entrada al templo, que junto con el estanque que tiene delante, la convierten en uno de los lugares más fotografiados y demandados por los instagramers. No lleva mucho tiempo y está bonito el sitio.


*Nos dirigimos ahora a la capilla de la familia Tran, construida por tres arquitectos diferentes, chino, japonés y vietnamita. A nosotros no nos dijo nada, no nos convencieron las tiendas de souvenirs del interior de la casa, para nosotros prescindible.

Nos quedaba una última visita que aprovechar y con los antecedentes previos, concluimos que nos gustaban más los templos que las casas tradicionales, así que nos metimos en uno de los muchos templos en el que había muchos locales rezando y dimos por finalizada la visita. Lo cierto es que todos los lugares a visitar se encuentran muy cerca los unos de los otros y las visitas no llevan mucho tiempo, así que a media mañana, ya habíamos terminado de ver todo lo que teníamos programado.
Bajamos el ritmo y nos sentamos en una terraza cualquiera a ver la vida pasar mientras probamos algo nuevo, esta vez serán un café de coco y un café con sal. El café con coco estaba bueno, pero el café con sal era otro nivel, estaba espectacular. De este último me hice adicto, que cosa más buena!.
Curioseamos por el mercado mientras hacemos las primeras compras y nos sorprende lo relativamente limpio que está todo, a nosotros nos pareció que en los mercado de Tailandia o incluso de Perú, olían mucho más fuerte.
Seguimos caminando sin rumbo alguno hasta que nos volvemos a encontrar con el puente japonés, sus cuatrocientos años de historia y docenas de personas, buscando el mejor ángulo y luciendo la mejor de sus sonrisas para la foto perfecta.


Ya va siendo hora de volver a probar la gastronomía vietnamita y no se nos ocurre mejor sitio que repetir en el “Morning Glory”. Hoy pedimos crepes saladas de harina de arroz al vapor, noodles con cerdo y los increíbles rollitos de primavera, fritos y rellenos de marisco. Volvimos a quedar muy satisfechos, con un precio un poco inferior al de la comida de ayer. A partir de este día, empezamos a pedir una cerveza grande para compartir y cuando la terminábamos nos pedíamos otra, en vez de pedirnos las dos a la vez, no están muy frías y se calientan rápido.
Nos volvimos caminando al hotel, pedimos unas bicicletas en recepción pusimos en el GPS, campos de arroz y a seguir las indicaciones. Es verdad que esta ciudad es ideal para ir en bicicleta y además rápidamente dejamos atrás lo más urbano y salimos a carreteras más comarcales, no hay mucha circulación y suelen ser muy respetuosos con los ciclistas. El tiempo es ideal y los paisajes no están nada mal. Merece mucho la pena el paseo.


Regresamos hasta el hotel, ducha y vuelta para la ciudad a tomarnos unas cervezas, pasear de nuevo por la ciudad iluminada viendo el ambiente que nunca falta en el rio y cenar en Bánh mi Phuong unos deliciosos bocadillos (dicen que los mejores de la ciudad) con dos cervezas por menos de cuatro euros.

Con esto nos despedimos de Hoi An, mañana por la mañana pronto nos desplazamos a Hue.