Viaje realizado del 16 de marzo al 2 de abril

Típico primer día de viaje, poco o nada dormir y muchas horas hasta llegar a destino. Serían las nueve y media de la mañana cuando ya habíamos aterrizado, pasado los controles de inmigración y recogido nuestras mochilas. Nuestra idea era coger una tarjeta SIM de la compañía Viettel porque todo el mundo decía que era la que más cobertura ofrecía por todo el país, pero aún no habíamos obtenido dinero en efectivo y en el mostrador de este compañía advertían que no se podía pagar con tarjeta, al ver el siguiente mostrador en el que si podía pagarse con tarjeta de crédito me fui directo a ella, cogí un paquete que incluía número local y datos suficientes por 240.000 VND, pero no me di cuenta hasta un rato más tarde que la tarjeta era de la compañía Vinaphone, tanto tiempo sin dormir hace que las alertas internas queden inutilizadas…

El hecho de coger un paquete de datos con llamadas incluidas era porque había leído que es necesario tener un número local para utilizar GRAB, pero realmente no es así, como comprobaríamos más tarde al coger una segunda tarjeta sim, ahora ya sí de la compañía Viettel sin llamadas y por lo tanto sin número local y nos funcionó perfectamente GRAB con esa tarjeta.
Por cierto, en nuestra ciudad no hay UBER/GRAB, por lo que nunca habíamos utilizado la aplicación, pero es muy fácil e intuitiva y muchísimo más cómoda que tener que negociar con un taxi, que casi siempre van a intentar cobrarte de más. De esta manera sabes el precio que vas a pagar y casi seguro que de la manera más rápida.
Nuestra experiencia con GRAB ha sido fantástica, vinculamos la REVOLUT a la aplicación, con lo cual, pedíamos coche, normalmente máximo dos-tres minutos hasta el punto de recogida, te montabas, te dejaba donde habíamos solicitado y nos bajábamos y nos íbamos, cero problemas, fácil y rápido.
Salimos del aeropuerto, allí nos estaba esperando nuestro conductor negociado con el propio hotel y nos trasladó hasta allí, en Hoi An. En el hotel nos recibieron con un zumo fresquito de mango y mientras nos decían que nuestra habitación aún no estaba lista (necesitábamos una ducha para sacudirnos el cansancio ya!), nos explicaron cómo llegar a la ciudad, que teníamos bicicletas disponibles gratis para ello y los puntos más importantes a visitar. También nos ofrecieron reservar con ellos la excursión a My Son para esa misma tarde, pero preferíamos estar por la ciudad a nuestro aire. Lo que sí que hicimos fue reservar el traslado a Hué para dos días más tarde y finalmente nos pudieron dar la habitación lista para dejar las mochilas, pegarnos una ducha e ir a conocer la que es conocida como la ciudad más bonita de Vietnam.
Ahora sí, ya estábamos en Vietnam, el país de los dragones, donde el café es un arte, las aceras sirven como parking para motos y bicis y donde los reportajes de boda junto con los influencers/instagramers/youtubers/tiktokers, son legión.

En unos 10 minutos andando desde el hotel nos plantamos en el casco histórico de la ciudad, el mejor conservado de todo Vietnam y que es patrimonio de la humanidad. Nuestras primeras sensaciones fueron muy buenas, y la verdad es que HoiAn es un buen sitio para comenzar el viaje, ya que las calles del centro de la ciudad a partir de ciertas horas están casi cerradas al tráfico e invitan a poder pasear relajadamente.



El paseo sin rumbo nos llevó por sus típicas calles decoradas de farolillos. Alrededor todo está repleto de imitaciones, sobre todo ropa de montaña, que es muy sufrida para los mochileros y lo que más se ven es “North Face” y “Patagonia”, mucho más la primera. Aquí nos ha sorprendido que los vendedores no son tan “insistentes” como en otras partes, puedes mirar la carta que tienen a la entrada de todos los restaurantes, tranquilamente, sin que nadie te presione o te atosigue para que entres y en las tiendas igual, puedes estar mirando algo y si no preguntas o te interesas, muchas veces ni se hacen sentir.
Hasta que llegamos al rio Thu Bon, el principal eje de la ciudad, con su puente lleno de turistas, que a la noche verán pasar las lámparas de papel iluminadas, posadas por los turistas que harán un crucero nocturno por el rio para disfrutar de la puesta de sol y de las vistas de la ciudad iluminada.


Nos topamos de frente con el puente-pagoda japonés, que unía los barrios japonés y chino de la ciudad y que sin duda el símbolo más representativo de la ciudad, lo cruzamos sin detenernos demasiado, ya que estaba abarrotado de gente y de tiktokers buscando la foto perfecta. Nuestra hambre ya apretaba, pero antes necesitábamos cambiar dinero, así que curioseamos en dos o tres sitios que tenían carteles a la vista con el cambio, y cambiamos en el más favorable, que coincidía con uno de los lugares que llevábamos apuntados. Desde aquí nos fuimos en busca del famoso restaurante “morning glory”.


Era nuestra primera toma de contacto con la gastronomía vietnamita y queríamos “asegurar”. La verdad es que estaba lleno de occidentales, pero comimos muy, muy bien. Pedimos tres platos para compartir y dos cervezas grandes, pagamos 435.000 DONGS (Fue la comida más cara de todo el viaje por Vietnam.), y quedamos conformes porque la comida estaba buenísima y fue suficiente, el sitio es bonito y el personal muy agradable. Como iríamos comprobando a lo largo del viaje, la gastronomía vietnamita está riquísima y es otro de los alicientes que ofrece este destino. Ojo, que este día, fue el que más caro comimos en todo nuestro viaje por Vietnam y fue poco más de 15€.
Tan a gusto nos quedamos, que al día siguiente repetiríamos.

Después de comer nos aprovisionamos de agua y nos volvimos para hotel a descansar y un rato más tarde regresamos otra vez andando a la ciudad vieja para verla iluminada.

Paseamos por el centro de la ciudad que a estas horas está cerrada al tráfico, pero por la que siempre circula alguna moto o bicitaxi. Todo son tiendas de souvenirs, imitaciones, agencias que ofrecen transportes, excursiones, restaurantes, y aprovechamos para compraren uno de los once quioscos amarillos que hay repartidos por el casco viejo, la entrada combinada que te da derecho a entrar en cinco de las atracciones turísticas de la ciudad, nos costaron las dos entradas 280.000 DONGS, y son válidas para tres días. Las usaríamos al día siguiente.

Caminamos por la ciudad, nos perdimos por alguna de sus calles, evitando las multitudes, curioseamos por el mercado callejero y volvimos a dar al río, que empezaba a cobrar vida propia.



Para cenar nos apetecían los Bahn Mi, los famosos bocadillos vietnamitas y los probamos en un restaurante un poco alejados de todo el gentío. La verdad es que no nos defraudaron, a nosotros nos gustaron, jugosos, sabrosos y baratos.
Empezaba a pesar el cansancio y decidimos dar por finalizado el día, no sin antes probar nuestros primeros eggs coffee y nos encantaron. El primer contacto con la gastronomía local estaba superando nuestras expectativas, todo muy rico y barato.

La ciudad de Hoi An es bonita, no se puede negar, con el río, los canales, edificios coloniales, las linternas de colores que iluminan la ciudad, el puente japonés, la mezcla de las diferentes culturas que allí convivieron, pero para mi gusto, tiene ese punto de artificialidad, en el que todo son tiendas, restaurantes, hoteles, a mí estas ciudades me parecen decorados al aire libre y le restan encanto, otro punto negativo es la masificación que hay en Hoi An.

El Hotel Ivy Villa, hotel con todas las comodidades, bien cuidado, con un personal muy amable y dispuesto a ayudar en todo lo que necesites, con buenos colchones y almohadas. Te dejan como es costumbre en Vietnam una botella de agua por persona y día. Está muy bien situado a unos 10 minutos andando o un par de ellos en bicicleta de la ciudad vieja. El desayuno más que correcto. Muy recomendable.