Nuestro penúltimo día lo disfrutamos con más calma; para empezar no madrugamos y desayunamos como todos los días en nuestro pequeño apartamento unos deliciosos croasanes.
Después de pasear nuevamente por los Jardines de Luxemburgo y el Barrio Latino, intentar ver si la Sorbona o su capilla eran visitables, cosa que nunca descubrimos, y buscar la Plaza del Odeón (sin pena ni gloria), almorzamos en un japonés de tantos que hay por allí, Sushi Odeón (9, Rue Danton). Nos llamó mucho la atención la cantidad de ofertas de menús que tienen, muy baratos.
Por la tarde, una visita pendiente: Montmartre y su basílica, a la que poco a poco nos habíamos ido acercando en las vistas aéreas de la ciudad. Con la línea 12 de metro llegamos a Calaincourt y caminando encontramos el cabaret más antiguo, el “Lapin Agile” (22, Rue de Saules). Subiendo esa “cuestita”, llegamos a la Place du Tertre, abarrotada, nos comimos unos helados bajo el sofocante sol de agosto y llegamos, por fin, al Sacre Coeur.
Después de pasear nuevamente por los Jardines de Luxemburgo y el Barrio Latino, intentar ver si la Sorbona o su capilla eran visitables, cosa que nunca descubrimos, y buscar la Plaza del Odeón (sin pena ni gloria), almorzamos en un japonés de tantos que hay por allí, Sushi Odeón (9, Rue Danton). Nos llamó mucho la atención la cantidad de ofertas de menús que tienen, muy baratos.
Por la tarde, una visita pendiente: Montmartre y su basílica, a la que poco a poco nos habíamos ido acercando en las vistas aéreas de la ciudad. Con la línea 12 de metro llegamos a Calaincourt y caminando encontramos el cabaret más antiguo, el “Lapin Agile” (22, Rue de Saules). Subiendo esa “cuestita”, llegamos a la Place du Tertre, abarrotada, nos comimos unos helados bajo el sofocante sol de agosto y llegamos, por fin, al Sacre Coeur.
Imponente.
Por 5€ cada uno, después de visitarla por dentro, bajamos a la cripta, donde destaca la Capilla de la Piedad, y subimos a la cúpula. No había apenas nadie, no sabemos si porque eran ya las 19.00 pasadas o porque no es habitual subir aquí (la verdad es que en el foro no leí esta visita). Es una pena lo descuidado que está este monumento arriba: pintadas, suciedad, basura, caca de paloma a mansalva…
En la explanada de enfrente había muy buen ambiente: cantantes profesionales, vendedores de cerveza, gente sentada en el césped, otros como nosotros disfrutando de las vistas… Ahora era la otra parte de la ciudad la que se veía muy pequeñita; el Pompidou apenas se distinguía por sus colores.
Por 5€ cada uno, después de visitarla por dentro, bajamos a la cripta, donde destaca la Capilla de la Piedad, y subimos a la cúpula. No había apenas nadie, no sabemos si porque eran ya las 19.00 pasadas o porque no es habitual subir aquí (la verdad es que en el foro no leí esta visita). Es una pena lo descuidado que está este monumento arriba: pintadas, suciedad, basura, caca de paloma a mansalva…
En la explanada de enfrente había muy buen ambiente: cantantes profesionales, vendedores de cerveza, gente sentada en el césped, otros como nosotros disfrutando de las vistas… Ahora era la otra parte de la ciudad la que se veía muy pequeñita; el Pompidou apenas se distinguía por sus colores.
Bajamos las escaleras esperando el timo de la pulsera (precavidos gracias al foro), pero nada, nadie nos hizo caso, aunque a algunos ingenuos sí los tenían enganchados; por la Rue Lepic nos entretuvimos en las tiendas de recuerdos, comprando los últimos regalillos.
Paseamos por el Boulevard de Clichy hasta dar con el “Moulin Rouge”. También buscamos, ¡cómo no!, la cafetería de Amelie, “Les deux moulins”, en el 5 de la Rue Lepic.