Después de una merecida tarde de descanso nos levantamos al día siguiente con ganas de volver a visitar cosas, por lo que teníamos previsto un día repleto de lugares por los que pasar. Para variar tomamos un buen desayuno escocés, que ya nos parecía algo frugal y que creo que tuvo algo que ver con que la ropa nos quedara más ajustada, con algunas frutas que la señora de las casa recoge por la zona, frambuesas, moras y arándanos. Nos fuimos de allí encantados con ella.
Lo primero que hicimos fue ir directamente a Inverness para buscar un B&B, cosa que nos resultó difícil, ya que en casi todos nos dijeron que estaban llenos hasta uno o dos días más tarde. Finalmente encontramos uno, el Bosta Hostel, que no es que tuviera muy buena pinta, pero nos daba el apaño al menos para esa noche.
Dejamos nuestras cosas y nos fuimos hacia el Loch Ness. Este no hace falta decir que es quizás el lago más famoso del mundo. Su fama le viene por Nessie, que según la leyenda es el monstruo que habita en el lago, aunque más bien habita en la gran cantidad de tiendas de souvenirs que hay por la zona. Es increíble como todos los turistas vamos hasta allí solo por el encanto de una leyenda.
Según dicen es parecido a un plesiosaurio, una criatura marina de la prehistoria. Ha habido muchos avistamientos en la historia, la mayoría de dudosa fiabilidad, y eso que algunos hasta han aportado fotos, incluso se ha tratado de buscar al monstruo en el lago, pero lo oscuro de sus aguas hace que sea imposible ver el fondo de este.
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Alguna de las actividades que se pueden hacer por allí es contratar un paseo en barco por el lago, tanto como para disfrutar de la tranquilidad del lago como para probar suerte con algún avistamiento, aunque, para mí, lo más interesante es el Urquhart Castle. Un castillo medio derruido a orillas del lago, pero muy bonito y con mucho encanto, uno de los que más me gustaron del país.
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En su momento fue uno de los más grandes del país. Construido en el siglo XIII y, como es habitual, con una larga historia de luchas entre clanes y contra los ingleses, fue finalmente destruido por estos alrededor del año 1.700. Solo quedan en pié un par de torres y algunos muros, pero no por ello pierde encanto el lugar. Está gestionado por el Historic Scotland y cuenta con un centro de visitantes, tienda de souvenirs y cafetería, donde se puede ver un interesante vídeo donde se cuenta la historia del castillo.
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Una vez visto el castillo seguimos hasta Fort Augustus, un pueblecillo al sur del Loch Ness que como atracción turística más importante tiene el sistema de esclusas del Canal de Caledonia. Este canal va desde Inverness hasta casi Fort William, siguiendo la falla del Great Glen y conectando los distintos lagos. También cuenta con una abadía pero estaba cerrada y no pudimos visitarla.
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El sistema, que consiste en una serie de compuertas que van desplazando el agua, se utiliza sobretodo por pequeños barcos, ya que no es demasiado grande. Estuvimos viendo el funcionamiento, que a pesar de no ser muy grande, es un proceso algo largo.
Volvimos hasta Inverness y nos acercamos a ver el Fort George. Un fuerte militar construido en el siglo XVIII al norte de la ciudad, en el estuario de Moray, de manera que protege la ciudad y toda la zona costera de alrededor.
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Está construido en forma de ciudadela, con una muralla alrededor de forma estrellada para una mejor protección y, sobre esta, por supuesto, sus respectivos cañones. En el centro encontramos varias calles de barracones con capacidad para unas 1.600 personas que aun hoy son utilizados, con un aspecto sobrio que nos da una idea de la vida organizada que deben llevar los militares.
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Aunque el sitio tiene uso militar hay zonas abiertas al público para visitarlas, en especial un barracón decorado al estilo de como debía ser en la época de su construcción. Podemos ver como eran los camastros antiguos, las cuadras, un museo con armas y reliquias… También hay una iglesia y una cafetería con tienda de recuerdos.
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A mi particularmente no me entusiasmó mucho el sitio. Es curioso como lugar histórico, pero un poco soso. La entrada, por cierto, va incluida en la Explorer Pass, pues está gestionada por el Historic Scotland.
De camino a Inverness nos encontramos con otro lugar que marcó la historia de Escocia: Culloden, donde se puede visitar el campo donde ocurrió la Batalla de Culloden, una de las muchas entre ingleses y jacobitas, ganado finalmente los ingleses, y fue a partir de entonces cuando se prohibieron muchas de las costumbres escocesas, como sus costumbres feudales u otras más representativas, como las gaitas o los kilts.
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En el campo hay un centro de visitantes para conocer la historia y la forma en que se desarrolló la batalla. También se pueden ver aun las lápidas indicando las fosas comunes donde se enterraron a los highlanders muertos en la batalla.
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Llegamos a Inverness y nos fuimos a dar una vuelta por el centro de la ciudad, que es la zona más turística. Esta ciudad, situada en la desembocadura del río Ness, está considerada la capital de las Highlands y es un buen sitio desde donde visitar buena parte de la zona. Eso si, es recomendable buscar alojamiento con antelación, pues como ya he dicho nos costó encontrar sitio.
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Alrededor del río y la zona peatonal es donde se encuentran los edificios más importantes, como la catedral, el castillo, algunos edificios antiguos, el ayuntamiento y algunas otras iglesias. El estilo es igual al resto de las ciudades del país, una ciudad tranquila y muy agradable.
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Subimos a ver el castillo, pero no está abierto al público y solo se pueden visitar los jardines. El edificio actual es relativamente nuevo, ya que el antiguo fue destruido y el que podemos ver ahora es del siglo IXX. Como curiosidad, aunque no soy muy partidaria de ir a bares españoles en el extranjero, enfrente del castillo hay uno llamado “La Tortilla Asesina”. Nosotros preferimos ir a alguno de los bares de allí y nos quedamos por la zona del río que hay varios pubs donde beber cerveza.