Nuestra Visita a Perth fue un poco breve, ya que la zona del centro la habíamos visto más o menos por la noche. Dimos una vuelta más por el pueblo, para verlo también de día y después nos fuimos a ver alguno de los castillos que hay cerca para luego visitar St. Andrews.
Para visitar Perth, lo más interesante es la zona centro y el río Tay, esta es la parte más bonita, cuenta con algunas iglesias y algún museo. En sus alrededores hay tres castillos importantes, también interesantes para visitar.
El primer castillo que visitamos fue el Hunting Tower Castle, está situado al este de la ciudad, saliendo por la A85 dirección Crieff.
El castillo, que comenzó siendo solo una torre, ahora está formado por dos torres unidas con aspecto de mansión. Se puede entrar a ambas torres y subir hasta el tejado, aunque algunas plantas no conservan el suelo. Si se conservan algunas pinturas en muros, un techo de madera decorado en la torre este y algunas pinturas también en la torre oeste.
Se cuenta además que el fantasma que habita en el castillo es el de una chica que saltó entre las dos torres para que su madre no la sorprendiera con uno de los sirvientes, por eso al espacio entre las dos torres se le llama el salto de la doncella.
Volvimos a Perth, esta vez para dirigirnos al norte y visitar el Scone Palace, al que se llega por la carretera A93, dirección Scone.
El castillo se construyó sobre la abadía de Scone, que era donde se coronaban los reyes sobre la piedra del destino, pero esta se la llevaron a Westminster, por lo que la abadía perdió importancia hasta que construyeron el palacio. Ahora de la abadía no queda nada, aunque la piedra es aun conocida como la Piedra de Scone.
Dentro podemos visitar varios salones y habitaciones, todos amueblados y decorados con mobiliario antiguo. Y en el exterior podemos visitar los jardines, una capilla y una réplica de la piedra del destino.
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El tercer castillo en los alrededores de Perth es el Elcho Castle. Situado al sur, junto al río Tay.
El castillo tiene un aspecto parecido al Hunting Tower Castle, pero también merece la pena su visita. Está construido en forma de torre utilizada como vivienda para toda la familia y de él se conserva buena parte de las plantas inferiores y las escaleras de subida hasta el tejado.
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Desde aquí nos fuimos ya a visitar St. Andrews, que es una de las ciudades más importantes de Escocia y una de las visitas más importantes del viaje.
Es una ciudad pequeña, junto a la costa, muy famosa por varias cosas. La primera por tener una de las universidades más antiguas y prestigiosas del Reino Unido, por lo que hay gran cantidad de estudiantes. También fue un centro religioso, de lo que quedan algunas iglesias y la catedral, además de ser la cuna de golf.
Turísticamente lo más interesante es su catedral, totalmente en ruinas, siendo en su momento la más grande de Escocia. La entrada está incluida en la Explorer Pass, pero la verdad es que no nos la pidieron, aunque si hay un centro de visitantes con taquilla, donde por tener la tarjeta pudimos pasar a ver un pequeño museo de restos arqueológicos, que aunque interesante, este no es imprescindible para la visita si no lleváis la tarjeta.
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De esta prácticamente solo quedan el muro de la nave, restos de lo que fue el claustro, una cripta, lápidas antiguas y una torre, a la que por cierto se puede subir y desde la que hay unas vistas muy bonitas de la catedral y toda la ciudad.
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Bajando desde la catedral hacia la playa también hay una vista bonita del conjunto de la catedral y el castillo. En la playa había mucha gente tomando un poco el sol, ya que hacía bien día y haciendo deportes acuáticos. Esta playa por cierto salía en la película Carros de Fuego.
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Desde aquí nos fuimos a ver el castillo, que esta también junto a la costa y muy cerquita de la catedral.
También está bastante derruido, solo se conservan una de las cinco torres que tenía y parte de los muros exteriores.
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Como curiosidad se puede visitar el túnel construido para que los habitantes del castillo pudieran escapar. Está bien iluminado, pero no es muy apto para claustrofóbicos.
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Después de la visita del castillo y la catedral vimos un poco el pueblo y también nos acercamos al campo de golf.
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El golf es el deporte nacional de Escocia, normal, con la cantidad de campo todo verde que tienen, allí el césped sale por si solo. Fueron los escoceses los que inventaron el deporte y aquí en St. Andrews, en el año 1754, fue donde se creó el Royal and Ancient Golf Club of St. Andrews, uno de los clubs de golf más antiguos del mundo y que organizan muchas de las grandes competiciones de golf a nivel mundial.
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Desde St. Andrews quisimos ir a ver un último castillo, el Loch Leven Castle, que como su nombre indica está situado en una pequeña isla dentro del Loch Leven.
Para llegar fuimos hasta Kinross, pero entre que se nos había hecho bastante tarde y que nos perdimos, ya que está bastante mal indicado, para cuando llegamos ya había salido el último barco que lleva al castillo, así que nos tuvimos que conformar con verlo desde lejos.
Para dormir nos acercamos al pueblo de Dunfermline, pensamos que sería un buen sitio para estar ya cerca de Edimburgo, donde debíamos llegar al día siguiente, así que nos pusimos a dar vueltas por el pueblo en busca de un B&B. El pueblo en si nos gustó bien poco y de B&B no encontramos mucho, por lo que decidimos irnos al siguiente pueblo que encontráramos, la gracia es que acabamos totalmente perdidos y no éramos capaces de salir del pueblo… Ya haciéndose tarde, cuando al fin conseguimos salir de allí, con pocas ganas de pasarnos el resto de tarde que quedaba buscando alojamiento decidimos ir hasta Stirling, que quedaba a unos 40 minutos, llamamos a Ann, la señora del B&B donde habíamos estado alojados los primero días, que nos dijo que le quedaba una habitación, así que allí que nos plantamos.
Nos alegramos mucho de volver al sitio que tanto nos había gustado, parecía que hacía un siglo que habíamos pasado por allí, aunque solo hacía unos días, y nos recordaba que ya casi estábamos al final del viaje.
Contamos a Ann nuestras peripecias y salimos a tomar algo por Stirling y cenamos en el restaurante indio que tanto nos había gustado el primer día, aunque sin comer demasiado, ya que a la mañana siguiente sabíamos que nos tocaba comer un buen desayuno.