Hoy es nuestra última excursión en Samaná. Las vacaciones van llegando a su fin y aunque estuvimos dudando si subir a la cascada porque está medio seca, finalmente decidimos hacerlo ya que ir a esta zona y no hacer esta excursión nos parecía un pecado.
Nos recogen como siempre puntualmente en el hotel y vamos al rancho de Santi. Una vez hechos los trámites del pago, mientras cae un pequeño chaparrón, Santi y su hijo nos acompañan al lugar donde nos esperan los caballos y nuestros guías. Somos 11 personas y nos acompañarán 5 guías, que van a estar con nosotros todo el tiempo. Santi nos informa de que sus guías están pagados, pero que les deberíamos dar una propina de 5 dólares a cada uno, y la verdad es que se la ganan porque se pegan una paliza tremenda.
Subimos cada uno a nuestro caballo e iniciamos la excursión.

Primero hacemos con los caballos un tramo de carretera, hasta llegar al camino que sube a la cascada.



Los caballos cruzan un río en el que la gente se está bañando, lavando el pelo, haciendo la colada...

Tras unos 45 minutos de subida, llegamos a la zona donde se dejan los caballos en la que hay un bar donde tomar algo y donde comprar algunos recuerdos. Desde allí se tiene una vista preciosa de la cascada.
El resto del camino lo tenemos que hacer andando bajando por un sendero muy frondoso, pero no paramos de pensar que luego va a tocar subirlo!!

Llegamos a una primera cascada más pequeña, en la que también te puedes bañar, y tenemos que atravesar el río cruzando por unas piedras que resbalan un montón, pero nuestros guías nos ayudan y están pendientes en todo momento.
Por fin llegamos a la Cascada Limon, que a esta hora todavía no tiene demasiada gente y nos damos un buen baño en agua fresca con nuestros guías. Algunos se suben a las rocas y se tiran desde muy alto.

Terminada la visita, iniciamos el camino de vuelta y volvemos a comprar pasta de cacao puro con el que estoy preparando unos bizcochos y magdalenas estupendos. Llegamos al rancho de Santi y nos preparan una comida riquísima, de las mejores y más auténticas que tomamos en este viaje: pollo a la criolla, lambí a la gallega, arroz al coco, arroz con habichuelas, pulpo a la criolla, ensalada con aguacate y café. Os aseguro que merece la pena probar su comida estaba todo buenísimo.
Después de comer nos vamos con Santi a Playa Morón, una de las más bonitas que vimos, aunque todas las playas han sido espectaculares. Aquí sí que no había nadie, la playa era para nosotros.
Tras disfrutar de esta playa, nos vamos a nuestro hotel a bañarnos en la piscina y cenar en la terraza del apartamento. Los chicos se quedan en la piscina hasta muy tarde, y es que conocen a un grupo de chavales de Las Terrenas con los que se quedan hablando un buen rato. Por fin suben a cenar y nos vamos a la cama, ya que mañana es el último día de vacaciones y tenemos intención de aprovechar nuestras últimas horas de sol y playa.